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El tabú de la homosexualidad en el mundo cofrade

Bandera LGTBI en un balcón al paso de Jesús Rescatado

A. Fresno

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La Semana Santa es un fenómeno muy difícil de encajar o delimitar en unos cánones o límites claros. Su definición, tal y como la entendemos en Andalucía, escapa a toda lógica, pues la fiesta no se puede encasillar en un simple movimiento religioso, tal y como puede parecer en una primera lectura o como algunos cofrades quisieran hacerlo. La Semana Santa es un movimiento que va mucho más allá de lo superficial y que entronca directamente con la propia antropología del andaluz y de su forma de vivir las costumbres y las tradiciones de su entorno. Y es aquí, en esta amalgama de personas de diferente condición donde muchos -más allá de tópicos y estereotipos- encuentran un espacio vital donde poder desarrollarse y sentirse parte de un todo mucho mayor.

Hay una cuestión que es familiar a todas aquellas personas que se mueven en el entorno de la Semana Santa pero que por un motivo u otro es tapada o es considerada un tema tabú: la homosexualidad. A poco que se rasca en la superficie todo sale a relucir y rápidamente nos encontramos con múltiples ejemplos. Este es el caso de dos jóvenes cofrades cordobeses (a partir de ahora los llamaremos Juan y Pedro, aunque no son sus nombres reales, ya que prefieren mantenerse en el anonimato por el miedo al qué dirán). Desde hace varios años mantienen de manera pública una relación sentimental y son hermanos de dos cofradías de la ciudad, donde están plenamente integrados, colaborando en todo aquello que se les precisa. “En la hermandad nunca nadie nos ha preguntado por nuestra condición sexual, a pesar de que es algo que todo el mundo sabe. No hace falta que lo diga. Allí todos somos iguales y todos estamos por lo mismo, por la devoción y el amor a nuestros titulares”, explica firmemente Juan.

Desde tiempos pretéritos, en las hermandades y cofradías han convivido sin ningún problema personas de diferentes condiciones sexuales, aunque es verdad que no con la naturalidad que existe en otros ámbitos. El problema radica en que las hermandades no son ajenas a su naturaleza, y, por tanto, son conscientes de que no dejan de ser un colectivo más de la Iglesia católica, con mayor o menor independencia. Incluso el Papa Francisco se ha mostrado recientemente partidario de leyes civiles para defender los derechos de los homosexuales, pero no del matrimonio, ya que para la Iglesia el único matrimonio posible es el que se da entre un hombre y una mujer. “Yo me considero católico y vivo mi fe dentro de la hermandad, aunque soy consciente de que la Iglesia, a día de hoy, no acepta la unión entre dos personas del mismo sexo. Sin embargo, para mí y para muchas personas esto no ha sido ningún impedimento. Al contrario, en la hermandad he encontrado mi sitio, una familia que me respeta y me entiende tal y como soy”, confiesa Pedro.

'¡Dolores, guapa!'

Poco a poco, en el mundo de las cofradías cada vez es más habitual ver manifestaciones de todo tipo. Prueba de ello es el documental titulado ¡Dolores, guapa!, que abarca la relación entre las cofradías y el mundo LGTBI y que se presentó a finales del pasado año en el Festival de Cine de Sevilla. Un filme que vuelve a poner de manifiesto lo que venimos explicando en este texto, que la religión católica y la homosexualidad no han estado unidas de forma pública, pero que en Andalucía, tradicionalmente, se han dado la mano en el ámbito cofrade. Un secreto a voces que nunca nadie se había atrevido a tratar. Sin embargo, no todo son parabienes, ya que este colectivo se ha visto atacado por la homofobia. “No es mi caso particular, pero tengo amigos que en sus hermandades los han dado de lado por el simple hecho de ser homosexuales. Incluso tengo constancia de que en las elecciones de una hermandad un chico no formó parte de una de las candidaturas cuando el candidato a hermano mayor se enteró de que era gay. Aquello le afectó mucho”, detalla Juan.

En definitiva, la homosexualidad es una realidad latente dentro del mundo de las cofradías a pesar de las cortapisas y los inconvenientes que las personas de distinta condición sexual han encontrado en su desarrollo dentro de las mismas. El camino en la sociedad es largo, pero aún lo será más en el ámbito cofrade hasta que ello deje de ser un tema tabú.

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