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A. Fresno

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La Semana Santa es una celebración rica en matices. Desde los exornos florales que decoran los distintos pasos procesionales hasta la forma de vestir las imágenes hacen de ella un conglomerado donde se entremezclan a partes iguales la tradición, la devoción y el arte en sus múltiples vertientes y estilos. Desde siempre, Córdoba ha sido cuna de artistas de toda índole, desarrollándose en ella todo tipo de artesanías. En las que están estrechamente relacionadas con la Semana Santa y las cofradías podemos encontrar imagineros de la talla de Juan de Mesa y Velasco; orfebres de la envergadura de Emilio García Armenta o pintores tan excelsos como Antonio del Castillo. Pero también, más allá de este tipo de artes o artesanías más conocidas, existen otras de gran valor, como, por ejemplo, el dorado. 

Aunque es más conocido por su labor al frente de la Asociación de Patios y Rejas de Córdoba Claveles y Gitanillas, Rafael Barón es uno de los pocos artesanos de la ciudad que continúa cultivando el noble arte del dorado. Sin embargo, la situación que viven en la actualidad este tipo de artesanías no es la más idónea por los efectos de la Covid-19. “Desde la llegada de la pandemia el taller está prácticamente paralizado. El poco trabajo que ha entrado son pequeñas cositas para particulares y escultores”, explica el dorador a CORDÓPOLIS.

Como a tantos otros artesanos, la llegada del coronavirus le pilló preparando y ultimando diferentes piezas para la Semana Santa de 2020. “Tenía prácticamente terminados unos dragones para la peana de Jesús Caído, que han sido restaurados y recuperados pero que aún no se han podido presentar por la situación en la que nos encontramos. Igualmente estaba repasando el paso de la Hermandad del Santo Sepulcro, cofradía que de vez en cuando me llama para darle un repaso a aquellas partes del paso que se han podido deteriorar por uso práctico”, señala Barón. Una vez finalizados los meses más duros del confinamiento, este artista cordobés pudo concluir los trabajos que tenía pendientes y que habían quedado paralizados unos meses antes. Una parálisis que también llegó a los trabajos que tenía previstos realizar posteriormente. “Tenía entre manos un proyecto muy importante para la Mezquita Catedral de Córdoba, pero con la suspensión de las visitas guiadas al conjunto monumental -con la merma de los ingresos que ello supone para el Cabildo Catedral-, ese proyecto quedó aparcado por el momento”.

Sin embargo, el futuro de artesanías como la del dorado no es muy halagüeño a corto-medio plazo. “Las hermandades se encuentran en una situación muy delicada y la mayoría de ellas no disponen actualmente de los recursos necesarios para poder afrontar proyectos tan costosos como el dorado. En mi caso he podido subsistir gracias los arreglos florales de todo tipo, que es otra de mis pasiones, pero si la situación no mejora de aquí a un tiempo muchos talleres van a tener que buscarse otra forma de ganarse la vida. Estamos en una situación muy complicada”. Unas duras, pero realistas palabras, con las que Rafael Barón augura que muchos oficios relacionados con la Semana Santa van a sufrir una merma tremenda si la situación no mejora en los próximos meses.

Sumado al aspecto económico, no hay que perder de vista la dificultad que entraña el aprender este tipo de oficios artesanales. Una transmisión de conocimientos que se está perdiendo y que conllevará la pérdida de calidad es muchos de estos antiquísimos oficios. “Mi generación tuvo la suerte de poder aprender el oficio en la escuela taller de la Diputación de Córdoba, que se encargó de recuperar el desaparecido retablo de la iglesia de la Merced. Hoy en día, los maestros con aprendices no están reflejados en la legislación, por lo que para tener una persona de aprendiz tienes que contratarla -con todos los gastos que ello conlleva- y a día de hoy ningún taller puede permitírselo. Es muy difícil poder enseñar estos oficios”. Una realidad que pone de manifiesto uno de los temas claves en toda esta situación: si no es por las hermandades y cofradías, este tipo de artesanías hubieran desaparecido hace muchos años. 

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