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Moriles, el pueblo que visitó un Premio Nobel para ensalzar sus vinos

Vista aérea del pueblo de Moriles

Carmen Reina

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'En el primer cruce de la izquierda, el vagabundo, entre las bien cultivadas vides que dan la uva que dice pedrojiménez, se llegó -guiándose por la nariz- al pueblo de Moriles, oloroso lagar. El vino de Moriles es suave y transparente, aromático y rubio, sabroso y de buen beber'. Quien escribiera estas palabras ensalzando al pueblo y los vinos de Moriles fue el premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, en su libro Primer viaje andaluz (1959), al visitar este municipio que crece entre interminables viñedos en la campiña cordobesa.

Tan insigne visita permanece, además de en los libros del escritor, en la memoria de Moriles. Una de las cristaleras de su mercado de abastos está dedicada a Cela y allí se puede leer el fragmento del texto que el Premio Nobel dedicó a la localidad y a sus vinos. Porque, como si de una unión indisoluble se tratara, Moriles ha querido aunar su historia, la literatura y los vinos que le dan fama más allá de sus fronteras.

Además de Camilo José Cela, el mercado del municipio recuerda los textos de otros autores como Vicente Núñez, con un poema dedicado a Moriles, y también los escritos de una autora local, Paula Contreras, que a mediados del siglo XX llegó a ser seleccionada entre los autores finalistas del prestigioso Premio Nadal. Sobre ella, la localidad ofrece la denominada Ruta de Paula Contreras, un recorrido por los lugares más significativos donde nació y creció la escritora -antes de emigrar a tierras gaditanas-, y donde el visitante puede leer algunos de los textos que dedicó a su pueblo natal, en una trilogía de títulos entre los que se encuentra Historias de un pueblo sin historia, que la llevó a la final del Premio Nadal en 1954.

Pero Moriles, sí guarda una interesante historia, pese a lo paradójico de ese título. El municipio celebra en este 2022 sus 110 años de vida. Y es que anteriormente, sus tierras eran llamadas Aldea de Zapateros -por los insectos que proliferaban en las abundantes aguas del lugar-, y pertenecía al término municipal de Aguilar de la Frontera. Fue en 1912 cuando nació como tal Moriles, cuyo nombre proviene de uno de los pagos de viñedos que existían en la zona.

Esas abundantes aguas tienen un punto histórico relevante hoy en día en Moriles: la Fuente Vieja o Fuente de Zapateros. Fue uno de los lugares que dio origen a la Aldea de Zapateros que precedió a Moriles e hizo que la población se asentara por las tierras fértiles que regaba. Se tiene conocimiento de su existencia al menos desde 1493, donde un escrito en castellano antiguo en la propia fuente recuerda ahora sus orígenes. Documentos de la época de Alfonso XIII dan fe de la existencia de la fuente, de la que hoy se conserva una reconstrucción, con sus cuatro caños, encima de la fuente original que se encuentra ahora bajo tierra y donde también existía un lavadero, hasta donde los pobladores de entonces iban a beber y a coger agua.

De aquellos primeros momentos de lo que hoy es Moriles se conserva también la que fuera una de las casas más antiguas, una posada de grandes dimensiones que ocupaba una manzana entera de la población actual. Ubicada en la Plaza Llano de la Posada que la recuerda y convertida hoy en una casa particular, su existencia daba fe de que Moriles era un lugar con mucho tránsito en la época, donde la agricultura y sus vinos han sido el motor de desarrollo primordial del municipio.

Porque en Moriles se contaban hasta trece lagares, que fueron originando el trabajo y el asentamiento de la población que es hoy en día. La Ruta de los Lagares se ofrece al visitante para conocer la riqueza de esta actividad que da vida al pueblo y exporta los mejores caldos. Y, para dar cuenta de ellos, dos visitas se hacen imprescindibles. Por un lado, el Museo del Mosto, donde a través de fotografías y de herramientas, se cuenta cómo se trabaja la tierra, los viñedos y todo el proceso desde la recogida de la uva que luego da lugar a los distintos vinos de esta tierra.

Un trillo, una balanza, maquinaria para separar el tallo de las uvas, la prensa, las tinajas para fermentar el vino, las sandalias hechas de esparto para pisar las uvas....Todos los útiles necesarios para elaborar el mosto se pueden ver en este recinto a las afueras del pueblo.

Y algo más allá, está el Centro de Interpretación del Lagar, un edificio enclavado en medio de extensos viñedos que dan sentido al contenido que el visitante puede ver en él. Allí se puede conocer desde cómo es la tierra blanca propia de Moriles en la que se plantan las viñas, el clima que incide directamente a la producción, los tipos de tinajas que se utilizan, la elaboración del vino y sus variedades: oloroso, amontillado, Pedro Ximenez, palo cortado, fino o generoso.

También se puede conocer el proceso de embotellado, la comercialización y todas las empresas que en Moriles se dedican a este sector, mientras en unos vídeos se muestra cómo era el Moriles de ayer y cómo se elaboran las botas donde reposa el vino. Y, como colofón, el visitante puede degustar los caldos de la tierra en la sala de catas de este centro. Un viaje completo por la historia y los sentidos que afloran en mitad de los viñedos de Moriles.

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