Francisca de Paula Contreras Márquez, nació en la antigua Aldea de los Zapateros en 1911. Entonces, ni ella ni nadie sabía que, un año después, la aldea se constituiría en el municipio de Moriles (Córdoba) y que, con el tiempo, una novela escrita por aquella mujer y dedicada precisamente a su pueblo, la llevaría a ser finalista del prestigioso Premio Nadal en la década de los años 50. Hoy, sigue siendo necesario rescatar del olvido su nombre y su obra.
Cuentan que su vocación literaria empezó ya en la niñez, que pronto aprendió a leer y escribir y que con 14 años enviaba pequeños artículos a periódicos de Lucena (Córdoba) y Puertollano (Ciudad Real), e incluso hacía crónicas casi diarias de acontecimientos de Moriles que enviaba a la prensa de Córdoba. Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Córdoba capital y siguió cultivando la pasión por la lectura y la escritura, mientras trabajaba como maestra en los años 30 en una escuela de la localidad cordobesa de Dos Torres (Córdoba) y después en la Maternal Modelo de Córdoba. Su plaza fija por oposición la obtuvo en Ubrique (Cádiz) y hasta tierras gaditanas marchó, donde se casó en plena Guerra Civil con un farmacéutico y desde donde desarrolló su fructífera obra literaria, afincada ya en Puerto Real.
“Por las noches, mientras mi padre hacía las guardias de la farmacia, ella subía a la casa que estaba en la planta de arriba y se ponía a escribir”, cuenta a Cordópolis su hija, María Rosa Sánchez de Medina Contreras. Eran los años duros de la posguerra, en los que Paula dejó su puesto de maestra aunque impartía clases de manera voluntaria a asociaciones y a particulares, pero sobre todo se volcó en su vocación de escritora. “Ella siempre tenía entre manos la escritura, pero algo a lo que entonces no le daban importancia”, explica su hija. “Recuerdo cómo guardaba sus escritos en un mueble de casa”.
En Puerto Real entró en contacto con un grupo de personas del mundo del arte y la cultura, que fundaron el Grupo Madrigal de Letras Artes y Ciencias. Paula Contreras fue su primera presidenta y ellos, conocedores de los escritos de la cordobesa, “la animaron a presentar al Premio Nadal su novela”, recuerda su hija. Historias de un pueblo sin historia, escrita en 1952 y dedicada a Moriles, su pueblo natal, fue presentada dos años después al Premio Nadal, el certamen literario más antiguo de España. “Y quedó seleccionada entre las novelas finalistas”, cuando entonces eran varios los autores que quedaban en ese puesto.
La novela no llegó a publicarse, sin embargo, hasta el año 1990, “como regalo de mi padre por sus bodas de oro”. Y continuó su obra dedicada a Moriles muchos años después de escribir la primera, con Laguna Grande (1992) y Moriles. Trazos de su historia (1995), con las que Contreras compuso una trilogía dedicada a su tierra, considerada de un gran valor literario, histórico y emotivo.
Más recientemente, en 2016, la familia de Paula Contreras reeditó Historias de un pueblo sin historia, añadiendo nuevos relatos e ilustraciones a la obra que quedó finalista en el Premio Nadal y que recuerda a su localidad natal, donde el Ayuntamiento estableció la Ruta Literaria Paula Contreras, por los lugares significativos donde vivió la autora y donde se muestra parte de su obra.
A partir de lograr ser finalista en el Premio Nadal, “mi madre se animó a presentar otras obras, aunque nunca más volvió a ser seleccionada”, dice su hija que, como anécdota, recuerda que en casa, cada 6 de enero -fecha en la que se falla el Nadal-, “era como una fiesta”, mientras esperaban el veredicto del jurado que nunca más llevó el nombre de Paula Contreras, “pero lo tomaban con risas y bebían champán”.
La novela dedicada a Moriles no fue, sin embargo, la primera que consta en el haber de la escritora, que escribió alrededor de una nivela de títulos entre novelas, cuentos y otros relatos. La primera obra de su legado fue El brujo del Tiempo (1951), cuya acción se desarrolla en Puerto Real y fue publicada por capítulos en la revista del grupo Madrigal al comienzo de los 50. Otras novelas de esa década fueon Cangilones de Noria (1951), El majuelo (1952) y Americanos en Rota (1957), para seguir posteriormente con Una Aventura sin importancia (1967), Un mes de permiso y La Chavala (1962).
También fueron fecundos los últimos años de la escritora. Recopiló cuentos - dedicados muchos de ellos a sus nietos y nietas- en dos libros: Cuentos (1993) y Cuentos II (1996), además de recoger otras narraciones en El molino del Nansa (1993). Y finalmente, escribió la novela La botica de la Calle de la Plaza, inacabada, que constituye un reflejo de la sociedad de Puerto Real entre los años 40 y 60 y que se publicó en 2017 junto a El brujo del tiempo.
Paula Contreras murió a los 97 años en febrero de 2008 y, ese año, ya a título póstumo, la Diputación Provincial de Córdoba publicó su novela corta El Majuelo (2008), cuya acción se desarrolla en Moriles.
La obra de Paula Contreras no se quedó en la narrativa, sino que en su legado se encuentran numerosos artículos publicados en periódicos y revistas literarias, entre los que destacan los relacionados con sus Diarios Escolares, o los relatos biográficos sobre la vida de sus padres y sus primeros años con el título Contreras Márquez. y sus recuerdos de niña por las playas de Pedregalejo (Málaga) en Estrella de mar, que fue escrito cuando rondaba ya los 90 años y publicado en 2015 junto a la reedición de la primera novela de su trilogía.
Su familia y quienes hoy recuerdan a Paula Contreras, han volcado su vida y su obra en una página web para que no caiga en el olvido y ensalzan que se dedicó a la escritura toda su vida y que también alentó a escribir y a leer a personas de todas las edades. Y es que incluso, en sus últimos años de vida, organizaba en su casa reuniones literarias en las que un grupo de mujeres compartían sus creaciones. Literatura y mujer, unidas siempre en el nombre de Paula Contreras.
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