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El síndrome del actor encasillado

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Paco Merino

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Este papel lo borda. Empezó ganando el partido, pero le remontaron el marcador. Fue en un partido decisivo -como lo son, o han sido, todos hasta ahora- y en El Arcángel, un hogar que no resulta en absoluto acogedor. El Córdoba cometió, además, sus tradicionales pifias en la retaguardia en los momentos más inoportunos. Las gradas se vaciaron antes del pitido final y los jugadores terminaron mirando hacia cualquier parte, con las manos en la cabeza y la impresión de que esta historia de la permanencia milagrosa carece de sustento. A día de hoy, cualquiera que apueste por la salvación del Córdoba podría hacerse millonario. Aquí saben bastante de eso, porque las matemáticas les gustan una barbaridad. Ya quedó dicho en verano en una campaña de marketing tan chispeante como todas las que han llegado posteriormente, en un catálogo de posters con lemas épicos que parecen viñetas de un mal tebeo.

El Córdoba sigue diciendo adiós cada semana. Contra el Sporting seguramente mereció algo más que esa derrota que le sigue señalando como el último de la clasificación, pero no deja de ser un vano consuelo. Está a diez puntos de la salvación con doce partidos por delante. Con la pinta que ofrece solo le da para desempeñar un rol en la función de la Liga. Precisamente el que está haciendo: el de victima de las circunstancias, llorón y acusica, sin el más minimo asomo de pundonor para dignificar un tramo final de temporada que puede ser durísimo.

La declaración de intenciones del Córdoba quedaba clara desde que pasó lo que pasó en Almendralejo. En el cartel promocional del partido ante el Sporting aparecía de frente, de perfil y de espaldas un mismo jugador: el defensa Chus Herrero, con mirada amenazadora. Rafa Navarro se apresuró a ratificar públicamente su confianza en el portero, Carlos Abad, después de que el tinerfeño no estuviera afortunado en la jornada anterior. Y, para terminar de dejar patente el objetivo de acorazar la meta, el técnico introdujo cuatro modificaciones en el once. Volvieron Flaño, Fernández, Luis Muñoz y Blati Touré. Todos ellos especialistas en evitar los goles del contrario. Tapar el agujero por el que se desangra el Córdoba es la prioridad para conservar un mínimo crédito como aspirante a la permanencia. Mientras que no se arregle esta avería, poco más queda que rezar a todo el santoral para que se repita un milagro. Esta vez tampoco sucedió. Rafa Navarro, un icono del cordobesismo, tampoco está logrando extraer de esta grupo mucho más que sus antecesores. Ha sumado dos empates caseros y una derrota crucial en Almendralejo. Dos de nueve. Demasiado poco para que alguien pueda pensar en una mutación que hoy se ve imposible.

El Córdoba salió como se supone que debía de hacerlo. Con fogosidad y presionante hasta el agobio en las marcas. Metiendo el pie y el codo hasta el límite para dar a entender que, efectivamente, se estaba jugando la vida. Ése fue el mensaje que mandó Rafa Navarro en las vísperas y la gente se aplicó. El esfuerzo es una cuestión de voluntad. Pero el fútbol necesita de otros ingredientes que tienen que ver con el talento y la preparación, que es otro asunto.

Un latigazo desde el borde del área de Andrés Martín que detuvo Mariño fue el primer testimonio en ataque de los locales. El Sporting se mantuvo a la expectativa, sin rifar la pelota y buscando en la velocidad de Djurdjevic su arma para descolocar a la defensa local. Los de José Alberto tienen su situación como un estímulo o un relajante, según se mire. Están en la zona media y no parece que ni por arriba ni por abajo les vaya a rozar nadie. Juegan con comodidad, sabiendo que cualquier pifia no les reporta efectos demasiado negativos. En principio se dejaron hacer porque el Córdoba juega atropelladamente, dejando la impresión de que cada uno de sus desaforados ataques puede terminar costándole una contra tras pérdida. Es lo que tiene cambiarlo todo continuamente: de entrenador, de jugadores, de sistema... La gente pone empeño, pero eso solo reporta tranquilidad de conciencia.

El extremo Jaime Romero protagonizó varias incursiones por su banda, generando inquietud en la zaga asturiana para sin ocasiones claras de gol. El de Valdeganga fue el principal recurso en el primer tramo del partido, aunque después también se sumó por su lado el capitán Fernández, que quiere reivindicarse como un elemento determinante en estos momentos de dificultad extrema. La lucha de Andrés Martín proporcionó al Córdoba alguna situación prometedora, pero poco más.

El Sporting asustó en el minuto 18 con una internada de Aitor García, cuyo pase a Djurdjevic desembocó en un disparo del serbio que fue desviado por Carlos Abad. Esta acción envalentonó a los rojiblancos y el duelo se equilibró. En plena fase de intercambio de golpes, el Córdoba logró adelantarse en el marcador tras una precisa combinación entre De las Cuevas, Andrés y Fernández, con centro del lateral que remató de cabeza en carrera, adelantándose a Álex Pérez, el ariete Carrillo. En las gradas, que tuvieron un ambiente mayormente avinagrado -menos gente, pancartas reivindicativas, cánticos reprobatorios, murmullos de inquietud constantes...- se desató la fiesta. Pero duró poco.

La réplica del Sporting no tardó en llegar. El francés Peybernes aprovechó un defectuoso despeje dentro del área de Carrillo tras un saque de córner para batir a Carlos Abad. Se echó en falta contundencia a la hora de sacarse de encima el peligro. La igualada dejó a los de Rafa Navarro bastante chafados. Un disparo de Carrillo a la media vuelta que le salió alto fue el último chispazo en la primera parte de un Córdoba nervioso y acelerado, al que le costaba un mundo generar peligro en la meta de Mariño.

Tras el paso por los vestuarios, el Córdoba trató de intimidar en la reanudación y buscó un juego más vertical, pero fue el Sporting el que tuvo más oportunidades saliendo al contraataque. En el minuto 58, Carlos Abad despejó con las piernas un cabezazo picado de Uros Djurdjevic a tres metros de la línea de gol. Por entonces, el equipo asturiano empezaba a aprovechar las urgencias del Córdoba por la victoria, traducidas en una creciente asunción de riesgos en ataque.

Con el partido en situación de atasco, los técnicos buscaron revulsivos con una batería de cambios. José Alberto introdujo en el campo a Ivi y a Cristian Salvador en una doble sustitución mientras que Rafa Navarro modificó su once con la entrada del joven Álvaro Aguado. En su primera acción, el jiennense agarró el balón y se dirigió con decisión hacia la portería de Mariño dejando atrás a varios rivales. Su fuerte disparo con la derecha salió fuera. En la acción siguiente remató de manera acrobática un centro de Fernández. En apenas unos segundos, el centrocampista andaluz insufló nuevos bríos a un Córdoba desatado.

La entrada de Federico Piovaccari en lugar de Touré marcó el toque a rebato del Córdoba ante un Sporting que se mantenía cauto, con orden atrás y buscando las salidas rápidas. Pero fue el equipo local el que concedió a su rival la mejor ocasión. Tras el lanzamiento de una falta, la defensa se mantuvo en una actitud contemplativa y Carmona conectó un duro disparo desde el área pequeña que batió a Carlos Abad. El Córdoba reclamó después un penalti por mano de Geraldes en un tramo final pleno de nervios. Los jugadores rodearon al catalán Ávalos Barrera, pero el árbitro no quiso saber nada. Piovaccari pudo empatar en el minuto 89, pero forzó demasiado el quiebro y el remate le fue directo al cuerpo de Mariño. El marcador ya no se movió más. El Córdoba tampoco lo hace de su posición. Va el último. Lleva en puesto de descenso desde agosto del año pasado y ahí sigue. Ya han vuelto los calores a Córdoba, pero el invierno futbolístico no termina.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Carlos Abad,  Fernández, Flaño, Chus Herrero (Álex Quintanilla, 46'), Álex Menéndez, Luis Muñoz, Blati Touré (Piovaccari, 75'), De las Cuevas (Álvaro Aguado, 67'), Andrés, Jaime Romero y Carrillo.

SPORTING, 2: Mariño, Geraldes, Álex Pérez, Peybernes, Molinero, Cofie, Nacho Méndez (Cristian Salvador, 67'), Carmona, Aitor García (Ivi López, 67'), Djurdjevic (Pablo Pérez, 80') y Álex Alegría.

ÁRBITRO: Ávalos Barrera (Comité Catalán). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Luis Muñoz, Carrillo, Álex Quintanilla y Miguel Flaño y a los visitantes Álex Pérez y Nacho Méndez.

GOLES: 1-0 (30') Carrillo. 1-1 (37') Peybernes. 1-2 (80') Carmona.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la trigésima jornada del campeonato nacional de Liga 1/2/3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 10.196 espectadores.

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