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Lo que queda del Córdoba

Guillermo Rojas dirige en la librería Caótica de Sevilla | Curro Medina

Paco Merino

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Ni siquiera fue capaz de terminar tranquilo -es un decir, porque la tarde fue de locos- el partido más triste de los últimos tiempos. No acabó pidiendo la hora porque, sinceramente, ya le da lo mismo todo. La poca gente que acudió a El Arcángel se desgañitó en cánticos contra quienes ahora representan -mal, fatal- al Córdoba y se fue a casa con la sensación de que si el partido dura unos minutos más, este pobre Nástic le hubiera sacado los colores a un equipo al que le viene largo el nombre. Los rojillos llevaban cinco partidos sin marcar fuera y solo habían celebrado ¡4 en 19 partidos! Al Córdoba le hicieron tres en menos de media hora. A los blanquiverdes les siguen dando fuerte y flojo, ya sea en casa o fuera de ella, y el desafío de no arrastrar el escudo se está perdiendo lo mismo que se han perdido virtudes de difícil recuperación.

Esto es lo que queda del Córdoba, que enlaza pachangas en un lamentable simulacro de campeonato dentro de una Liga 1/2/3 en la que ha demostrado no tener cabida de ninguna de las maneras. ¿Dejamos una lectura positiva? Podría decirse que el Córdoba es un equipo pésimo, pero que seguramente el Nástic sea peor. Eso dicen las matemáticas a día de hoy. ¿Otra esperanza? Pues que ya queda menos para que todo esto acabe de una vez. El 4-3 ante el Nástic no alegró a nadie. Alfaro se llevó pitos por su doblete y a Javi Lara, que abrió el marcador, le dijeron lindezas desde un graderío encendido. Solo hubo indultos para Andrés Martín y Piovaccari, a quienes el público agradeció con aplausos su entrega por encima de las circunstancias. El joven talento está en el escaparate y se irá; al experto goleador, que estaba en el paro el pasado verano y trabaja por el sueldo mínimo -sin cobrarlo en los últimos meses, como sus compañeros-, le aguardará posiblemente algún ofrecimiento cuando termine su vínculo el 30 de junio en este frenopático llamado Córdoba.

El fútbol hace tiempo que huyó de El Arcángel, donde ahora se masca la frustración como si fuera una paletada de barro en la boca que provoca arcadas. Esto es incomestible. Y si alguien consigue tragárselo, resulta indigesto. No hay por dónde coger a este Córdoba que abochorna a sus seguidores hasta rebasar todos los límites. Ya no hay ganas ni de protestar. El núcleo duro del cordobesismo enfoca su rabia en comunicados, reuniones airadas y un señalamiento de culpables que resulta innecesario porque quienes han perpetrado este caos están suficientemente retratados. En el césped y en el palco. Podrán decir que no había otra salida y que hicieron todo lo que pudieron. Allá quien quiera creérselo. La cuestión es que la “marca Córdoba” -por usar un término al uso de los empresarios, que al fin y al cabo son los que manejan las cartas del negocio- está en sus horas más bajas.

Los profesionales fueron porque eso es lo que les manda el contrato. Los aficionados, los pocos que acudieron a la intrascendente cita, lo hicieron porque es lo que les manda su desgastado corazón blanquiverde. Ya no hay promociones de entradas gratuitas ni invitaciones a mansalva. Los que van son los que quedan. Los supervivientes de la masacre sentimental de la temporada 2018-19, que es la peor de todos los tiempos por más que se quieran rebuscar en la hemeroteca números y cifras de otras épocas en blanco y negro. Lo de defenderse diciendo que otros lo hicieron peor se queda para los comentarios al calor de las copas en las recenas y para las ruedas de prensa de farfolla. El circo sigue abriendo pistas y seguramente queda aún el truco final. Quizá salga un conejo de la chistera con un cheque al portador y pague a todo el mundo. Igual dentro de unos días, no se sabe cuántos, alguien cuente una mentira creíble y haya gente que se ponga detrás haciendo la conga.

El encuentro arrancó con muy poca tensión por parte de ambos equipos. Con la peor entrada de los últimos años en El Arcángel y el público en actitud hostil con los locales por su pésima temporada, el equipo de Rafa Navarro encontró pocos estímulos. Los blanquiverdes trataron de mantener el control a través de la posesión ante un Nástic a la expectativa. En el minuto 15, Imanol tuvo una clarísima ocasión al recibir en el balón en el área pequeña sin que la defensa cordobesista se percatara de su presencia. El disparo se le marchó pegado al poste cuando lo tenía todo a su favor.

El Córdoba se adelantó en el minuto 19 tras un lanzamiento de falta en la frontal del área por parte de Javi Lara. El público no festejó el gol y hubo bronca generalizada en el estadio. Herido en su orgullo, el equipo local se lanzó al ataque de manera desaforada y, tras una clarísima ocasión de Menéndez que desbarató Becerra, Andrés Marttín firmó el 2-0 con un duro zapatazo desde la esquina del área.

Con el 2-0 en el marcador siguieron las protestas por parte del público contra los jugadores y contra la gestión de la directiva que preside Jesús León. Los pitos no amainaron cuando Alfaro hizo el 3-0 ante un Nástic desvencijado. Uche pudo acortar distancias en el minuto 40, pero su disparo centrado lo atrapó Lavín. El Córdoba replicó con una excelente ocasión de Andrés Martín, tras pase de De las Cuevas, pero Becerra resolvió el mano a mano.

Tras el descanso, el Nástic salió con más brío y se acercó a la meta cordobesista con una ocasión de Uche. A medida que pasaron los minutos, los equipos se relajaron y empezaron a producirse ocasiones en ambas porterías fruto de los errores más que por el buen juego. Alfaro hizo el cuarto para el Córdoba y Uche rompió una sequia de más de 500 minutos del Nástic sin marcar lejos de casa con el 4-1. Prats y Suárez marcaron al final sendos goles que dejaron el marcador en un 4-3. Los pitos continuaban en la grada, donde ya quedaban menos de un millar de espectadores. Los demás se habían largado.

Mientras llega lo que tenga que llegar, el Córdoba sigue desgranando jornadas con un grupo de jugadores del que no quedará ni el apuntador y sin que nadie salga a dar una explicación sobre por qué se ha producido este mayúsculo ridículo. Aunque más que buscar razones -que están claras, no hace falta insistir-, lo que el cordobesismo reclama es una salida a todo esto. Y, por encima de todo, una esperanza. Algo a lo que aferrarse para que el fútbol de Córdoba no se vaya por el sumidero después de haber vivido unos tiempos de pujanza. Entendiendo como tales -para que no salgan los ofendiditos- unas temporadas en las que el equipo hacía cosas. Para bien o para mal, como dice su himno, que a diferencia de otros -llenos de rimas épicas y lugares comunes- es una composición repleta de verdades. El Córdoba luchaba por subir o por no bajar. Y al final subía o bajaba, y la gente festejaba o lloraba. Ahora todo sucede de manera desapasionada y sin el más mínimo decoro. Puesto a perder, el Córdoba lo está perdiendo todo: desde la categoría hasta la vergüenza.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 4: Marcos Lavín, Fernández, Chus Herrero, Luis Muñoz, Álex Menéndez, Álex Vallejo, Quim Araujo (Piovaccari, min. 70), De las Cuevas (Carbonell, min. 46), Javi Lara, Alfaro y Andrés (Chuma, min. 76).

NÁSTIC DE TARRAGONA, 3: Becerra, Pol Valentín, Noguera, Djetei (Pol Prats, min. 30), Mikel Villanueva, Abraham, Thioune, Imanol, Javi Márquez (Palanca, min. 51), Uche y Kanté (Luis Suárez, min. 46).

ÁRBITRO: De la Fuente Ramos (Comité Castilla y León). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Alfaro, Luis Muñoz y Carbonell y a los visitantes Abraham, Imanol, Pol Prats y Thioune.

GOLES: 1-0, min. 19: Javi Lara. 2-0,. 90 min. 21: Andrés Martín. 3-0, min. 26: Alfaro. 4-0, min. 61: Alfaro. 4-1, min. 62: Uche. 4-2, min. 88: Pol Prats. 4-3, min. 90: Luis Suárez.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la trigésimo novena del campeonato nacional de Liga 1/2/3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 2.986 espectadores.

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