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Alejandro Jiménez

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La cantera del deporte en la provincia de Córdoba sigue dando sus frutos. En una tierra donde la gimnasia rítmica siempre ha destacado, con figuras tan ilustres e históricas como Lourdes Mohedano, también hay un club que destaca sobre el resto. Por antigüedad, tradición y transcendencia, ya sea local, provincial, autonómica o nacional, el Club Liceo-Córdoba es uno de los conjuntos más relevantes del panorama cordobés en lo que a gimnasia rítmica se refiere. Y es que, de hecho, gran parte de la etapa como joven deportista de la mencionada Lourdes Mohedano transcurrió en el Liceo, logrando grandes reconocimientos como el Campeonato de Andalucía en 2006, o el Campeonato de España por autonomías en 2008.

Sin embargo, hubo algo que no llegó nunca a lograr con su club, el Liceo. Y es algo que ha permanecido durante años y años inexpugnable hasta la llegada de uno de los grupos más prometedores de los últimos tiempos en lo que al panorama nacional de gimnasia rítmica se refiere. Naiala Pedroza (Córdoba, 2007), Natalia Moreno (Córdoba, 2007), Desirée Rodríguez (Córdoba, 2007), Ayse Akgun (Córdoba, 2008) y Lola Ruíz (Córdoba, 2007) son los nombres que componen el primer e histórico conjunto que ha logrado alzarse, por primera vez en la historia de Córdoba, como Campeón de España por aparatos en un campeonato absoluto. Un hito para la gimnasia rítmica de la ciudad, y que abre las puertas de un brillante futuro a estas cinco jóvenes deportistas que ya se pueden considerar, a pesar de su corta edad, una generación de oro.

Naturalidad y la espontaneidad son los adjetivos que describen a estas cinco chicas en el trato cercano. Con la timidez propia de su edad, pero con la confianza de saber que, a día de hoy, son las mejores gimnastas de su edad de todo el país. Sin embargo, los comienzos de todas ellas en el mundo de la gimnasia rítmica son parecidos. Por un lado, Natalia explica que todo comienza a una edad muy temprana, cuando aún estaba en tercero de Primaria. “Tenía un par de amigas que estaban apuntadas a un club, compitiendo en Municipales. Ahí fue cuando mi mejor amiga por aquél entonces decidió apuntarse y yo me apunte con ella. Me hicieron unas pruebas para entrar al Liceo y ahí comenzó todo”.

Justo en ese momento, Natalia conoció a otra de las integrantes del grupo, Ayse. Mientras tanto, Lola explica que su historia es parecida a la de Natalia. Y es que, impulsada por los diferentes ejercicios que practicaba con sus amigas en el colegio, decidió apuntarse. Su residencia en Andújar, a pesar de haber nacido en Córdoba, no le impidió acabar compitiendo con el Club Liceo, y formando parte de este histórico conjunto. Quizás, la más rocambolesca de las historias es la que cuenta Naiala. Y es que, según explica, todo surge “porque estaba viendo una serie de dibujos en la que aparecía una rata que hacía ballet. Me gustó, y le dije a mi madre que quería apuntarme, pero ella lo veía algo para chicas más mayores, así que acabé entrando al Liceo en gimnasia rítmica”.

Pese a que varias de ellas probaron también con otros deportes, como la natación o el atletismo, pronto tuvieron claro que su pasión sería la gimnasia rítmica. Tras encontrarse todas dentro del club, las entrenadoras formarían un grupo que quedaría para la posteridad. Las primeras en entrar serían Naiala, Ayse y Natalia, a las que posteriormente se le añadiría Desirée, a la edad de benjamín; y por último Lola, que se unió el pasado año. Comenzarían trabajando desde un principio con Lola Ruano, que sería su entrenadora durante varios años hasta cederle el testigo a Mónica Sánchez. Las propias chicas ya se conocían ya que, según cuenta Lola Ruiz, “estábamos en el mismo club, y todas las gimnastas nos conocemos más o menos. Además, en verano, antes de la pandemia por la COVID-19, se hacían campus y las conocía de ahí. Por lo tanto, cuando entré en el conjunto, todo fue perfecto”.

Más de tres horas al día de pura pasión por el deporte

El día a día de una gimnasta no es sencillo, y menos a estas edades. Tener que compaginar el deporte con los estudios no siempre es una tarea fácil. En este caso, los entrenamientos son múltiples. Tan solo descansan una vez a la semana, y entrenan más de tres horas diarias. La propia Natalia así lo expone, explicando que “es bastante ajetreado porque te quita tres horas y media de la tarde”, pero que “al fin y al cabo, como es algo que hemos hecho desde pequeñas, ya tenemos una disciplina cogida que hace que no se te haga raro que te falten esas horas del día”. De igual manera, Ayse también subraya que “con el tiempo, te vas organizando mejor, sobre todo con el tema de los estudios. Hay que compaginar y ordenar todo para que haya tiempo tanto para los estudios como para el deporte”.

Y es que la gimnasia rítmica se ha convertido en una parte más de ellas. Un núcleo al que aferrarse en los buenos y malos momentos. Una constante en sus vidas que les hace sonreír, aunque a veces no sea sencilla la tarea. “Creo que la gimnasia rítmica ya forma parte de nuestra vida, sobre todo después de tantos años practicándola. Ya es algo que forma parte de mí y es una cosa que la pienso todo el día, que me gusta verla mucho, y que también ayuda a que conozcas gente nueva”, expone por un lado Desirée, mientras que Natalia lo reafirma añadiendo que “a lo mejor no estoy entrenando, pero estoy casi siempre pensando en ella, y eso, al final, hace que vivas por y para la gimnasia rítmica.

Por otro lado, la amistad forjada entre las cinco integrantes del grupo es fundamental, tal y como puntualiza Lola. Y esto se debe a que, “además del deporte, hay muchas cosas detrás, como la amistad que tenemos entre nosotras, y eso es algo que ya forma parte de nuestra vida”, hecho que también secunda Naiala, explicando que “el club se ha convertido como en una familia, ya que estamos aquí desde pequeñas, juntas, y pasamos la mayor parte del tiempo entrenando y compartiendo horas con ellas”. Unos entrenamientos que, además, para Ayse son como un oasis en el desierto. “Aunque a veces no tengamos ganas de venir porque es mucho esfuerzo y sacrificio, no podemos estar al final sin entrenar porque es algo que necesitamos en nuestro día a día, por muy cansadas que estemos”, concluye al respecto la más joven del grupo.

Precisamente esa amistad es fundamental, sobre todo en un deporte de grupo. Natalia toma la voz para relatar la importancia de esto, ya que “en un conjunto, se nota cuando las integrantes se llevan bien, y cuando se llevan mal”, poniendo como ejemplo ocasiones en las que han observado cómo el ejercicio de otras participantes no acababa de salir del todo bien, y, al preguntar, algunas compañeras les han explicado que “no les sale bien porque están todo el día peleándose”. “Nosotras también hemos tenido peleas, está claro, pero han sido por la convivencia de estar aquí tanto rato, así como por la exigencia de saber que estamos aquí queriendo sacar muchas cosas hacia adelante. Al final, te frustras en algún momento y puede ocurrir”, apunta.

Esa falta de comunicación, en numerosas ocasiones, se hace muy patente sobre el tapiz. Esto se debe, por lo que explica Naiala, a que “sobre el tapiz no puedes comunicarte”, por lo que las miradas y las expresiones resultan, en muchas ocasiones, clave. “Si te llevas bien y conoces a tus compañeras, con una simple mirada puedes saber qué hacer, qué pasa y como moverte”, confiesa. Además, todo esto se añade al obvio hecho de que, al final, son muchas horas las que pasan juntas en los entrenamientos semanales. Según Lola, esto es “muy importante”, ya que “estamos aquí prácticamente todos los días, durante más de tres horas juntas, y, para entrenar y sacar los ejercicios adelante y bien, tenemos que estar unidas y llevarnos bien entre nosotras”.

Un largo camino hacia un oro histórico

El oro en diciembre fue la conclusión más esperada de un sueño común. Pero no fue el único logro conseguido por el grupo júnior del Liceo. De hecho, tal y como explican, la temporada comienza en enero, pero se trata del esfuerzo de toda una vida. “Llevamos, por término medio, unos siete años en gimnasia rítmica, y ha sido todo poco a poco hasta llegar aquí”, expresa Natalia. Y, lo conseguido en los meses de noviembre y diciembre son tan solo el fruto del trabajo de todo el año, “desde enero, haciendo el mismo montaje para poder finalmente ganar en el Campeonato de España durante el mes de diciembre”.

Y es que el camino hasta dicho campeonato no es sencillo. El calendario de gimnasia rítmica nacional se compone de un total de tres copas anuales, además del Campeonato Absoluto. Ayse explica que “tienes que ir clasificándote, y para cada Copa, clasifican dos clubes de cada comunidad autónoma. En este caso, en Andalucía éramos diez conjuntos, y pasábamos solo dos. Nos hemos clasificado para todas las Copas y para el Campeonato de España Absoluto, al que acceden cinco equipos de Andalucía”. Además, Naiala puntualiza que, tanto para la primera como para la tercera Copa, hay “un control con las juezas a puerta cerrada”, mientras que para la segunda copa y para el Campeonato de España, la clasificación va por ranking. De este ranking clasifican un total de ocho conjuntos hacia las finales, y el equipo cordobés logró una cuarta plaza que le daba el acceso a esa final histórica en Zaragoza.

Pero, antes de este oro, las júnior del Club Liceo-Córdoba ya tocarían metal durante el mes de noviembre. Sería, más concretamente, el día 13 de ese mes, cuando el conjunto entrenado por Mónica Sánchez se proclamaría como Subcampeón de España en la tercera Copa, celebrada en Jerez de la Frontera, Cádiz. Esta era la antesala del Campeonato de España absoluto, acontecido durante el mes de diciembre, por lo que acabar con buenas sensaciones en tierras gaditanas hizo que las jóvenes integrantes del equipo viajaran hacia Zaragoza con el hambre, la ambición, las ganas y la confianza por las nubes.

26.700 razones para creer

Ya con la vitola de ser subcampeonas en la tercera Copa de España, las cordobesas pusieron rumbo hacia tierras zaragozanas en busca de más éxitos para un prometedor conjunto. El objetivo, en un principio, se situó en estar en las finales. Era la meta a conseguir, y Ayse, Desirée, Lola, Naiala y Natalia tenían claro que lo lograrían. Cuestionada por los nervios previos, Lola explica en la entrevista que es algo “que se vive con mucha adrenalina”, ya que “cuando saltas al tapiz, y ves que has podido demostrar todo el trabajo que llevas practicando durante un año, acabas muy contenta. Has podido mostrar los resultados. Estábamos muy felices entre nosotras y con nuestra entrenadora, Mónica”.

Poco a poco, se iba acercando la hora de la verdad. En los momentos previos, muchos deportistas caen en la superstición. Pero ellas no. Más allá de “respirar hondo muchas veces y pensar en positivo”, tal y como reconoce Ayse; secarse las manos con una toalla para evitar el sudor fruto de los nervios, como explica Natalia; y subirse y asegurarse de que las puntas están correctamente ubicadas, tal y como expone Naiala, no hay ningún tipo de manía previa. Solo salir al tapiz, demostrar el trabajo realizado durante los últimos meses, y hacer disfrutar a los espectadores de un espectáculo sin precedentes.

Llega la hora. En los altavoces comienza a sonar una sutil melodía. Se trata de L'amour est un oiseau rebelle, conocida popularmente como Habanera. Una obra compuesta para la archiconocida ópera de Carmen, de Georges Bizet, y a la que le sucede durante la actuación de las júnior el mítico Vito Cordobés, de Paco Montalvo. Las cinco cordobesas imprimen sobre el tapiz un ejercicio ejemplar, perfecto, brillante. Sus entrenadoras, conscientes de lo que tenían entre manos, deciden tratar de aplacar la euforia y los nervios tras la actuación. Y, para ello, tal y como confiesa Natalia, decidieron enclaustrar al combinado en una habitación, aislándolas de todo el ruido exterior y del resto de actuaciones.

“Tras ver la actuación, nos tuvieron en un sitio para que no pudiésemos ver la clasificación hasta el final. Nos dijeron que, pasara lo que pasara, querían ser ellas las que nos dijesen lo que había ocurrido”, expone la gimnasta cordobesa. Y, de pronto, saltó la euforia. 26.700. Esa era la puntuación. Eran las primeras clasificadas. Eran, por primera vez, Campeonas de España absolutas por aparatos en categoría júnior. “Ganas de llorar”, es la expresión más repetida al cuestionarles por ese momento. “Fue un momento muy emotivo”, explican, ya que “veíamos a las entrenadoras corriendo de un lado para otro, viendo las pantallas con las notas y actualizando constantemente el móvil.

De hecho, la nota fue toda una sorpresa para ellas. Desirée explica que “pensábamos que podía llegar una medalla, pero tampoco lo teníamos nada claro porque no habíamos visto a las demás. No sabíamos cómo lo había hecho nadie”. Así, en sus propias apuestas, la nota que se esperaban para su actuación era sobre los 23.000 puntos. La más optimista de todas fue Lola, que apuntó hacia los 25.000, a lo que el resto de integrantes le respondieron con un sonoro “¡¿pero qué dices?!, tal y como cuentan entre risas. ”Ninguna nos lo creíamos cuando vimos la nota“, añade Naiala.

Mónica Sánchez y Lola Ruano, figuras clave en un éxito sin precedentes

De las primeras personas de las que se acordaron al lograr el oro fueron de Mónica Sánchez, su entrenadora, y de Lola Ruano, antigua preparadora y que sigue estando muy presente en el día a día de las chicas. “Son muchos entrenamientos y muchas horas junto a la entrenadora, y, al final, todo esto es, sobre todo, gracias a Mónica”, apunta Lola mientras observa a su preparadora. “Llevamos año y medio con ella, pero pasamos mucha parte del día con ella”, añade al respecto. Mientras tanto, la entrenadora observa desde la lejanía a sus pupilas con una sonrisa de orgullo, de oreja a oreja. Ha logrado instaurar en sus aprendices una actitud de confianza, respeto y amistad que les ha llevado hasta el éxito.

Para Lola, precisamente ahí radica la clave de todo. En la “confianza que teníamos sobre el tapiz”. Ya que, una vez en la final, solo quedaba disfrutar. “Sabíamos que el trabajo estaba hecho, y que lo habíamos demostrado en las anteriores fases. En la final, fuimos a disfrutar y sabiendo que el trabajo ya estaba hecho”, añade. De esta manera, lograron completar un ejercicio ejemplar que quedará para la posteridad de la gimnasia rítmica cordobesa.

Córdoba las recibió con todo tipo de vítores

Ya de por sí, la vuelta a casa tras lograr la plata en la tercera Copa de España disputada en Jerez fue especial. En el colegio, sus compañeras y compañeros les hicieron un merecido recibimiento con globos, carteles y flores. “Nos quedamos flipando, estábamos todas llorando”, recuerda Natalia. Tras ello, llegó el turno de la vuelta desde Zaragoza. Tras recalar en Córdoba pasadas las doce de la noche, el club decidió homenajearlas en la tradicional gala de navidad. Uno de esos momentos que no olvidarán nunca.

Es el caso de Naiala, por ejemplo. Para ella, siempre se le quedará grabado en la memoria ese aplauso recibido “por todas las gimnastas y todos los padres, que aplaudían y nos reconocían todo el esfuerzo realizado. Fue un momento muy especial”. Natalia, por su parte, añade que “tenía muchas ganas de llorar”, ya que “fue muy emotivo porque estaban todos los padres y las niñas aplaudiendo, aplaudiéndonos a nosotras y a nuestro trabajo. Fue muy bonito”. Por último, Lola sentencia con un apunte clave: “Es el sueño de toda gimnasta”. ¿Qué más se puede añadir a eso?

Su futuro, para siempre ligado a la gimnasia rítmica

Ahora, tras proclamarse Campeonas de España en categoría júnior, el combinado ha ascendido a categoría sénior como consecuencia de su edad. Así, para ellas, el objetivo no es otro que “mantenernos”, tal y como afirma Naiala, apuntando que buscan “tener una temporada como la acontecida el año pasado”. Por lo tanto, la meta final para esta nueva campaña de las pupilas de Mónica Sánchez será volver a clasificarse para las finales en el Campeonato de España y, por qué no, volver a alzarse como campeonas absolutas.

Con las vistas puestas a más largo plazo, hay pocas cosas claras aún en la mente de estas jóvenes gimnastas. Pero hay una en común para todas: quieren seguir ligadas a la gimnasia rítmica. Así, Lola espera que si su cuerpo y los estudios se lo permiten, “aguantar lo máximo posible ejerciendo el deporte”, y, tras ello, “seguir como entrenadora, ya que es algo que me gustaría mucho”. Es un deseo que comparte, también, Ayse, que apunta que “la gimnasia rítmica me gusta mucho, y es por ello que me gustaría seguir ligada a ella”. Naiala es la única que difiere un poco, puesto que afirma que no se ve a sí misma como entrenadora, pero, aún así, intentaría “seguir vinculada al club de alguna forma, poder venir a los campeonatos y torneos, y seguir viendo a todas las integrantes del club”. Volviendo al deseo de entrenar, Desirée y Natalia también lo comparten, añadiendo que “seguir ligadas al deporte es lo que siempre han querido”.

Esta es la historia de un grupo aún joven, con un gran futuro por delante, pero que ya ha entrado en los anales de la historia de Córdoba como uno de los conjuntos más exitosos en lo que a la gimnasia rítmica se refiere. Tan solo el tiempo dirá si pueden seguir los pasos de una de sus referentes, Lourdes Mohedano. Pero lo que está claro es que, a pesar de su juventud, el júnior del Club Liceo-Córdoba ya forma parte de las ateneas del deporte cordobés.

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