Piovaccari y el bailar acompañado
“Bailar de lejos no es bailar. Es como estar bailando solo”. Así empezaba la actuación de Sergio Dalma en el Festival de Eurovisión de 1991. Aquella canción tan célebre de Bailar pegados le valió para conseguir un cuarto puesto en aquella edición del evento musical europeo por antonomasia para, a la postre, ser considerada una de las mejores actuaciones españolas en Eurovisión. Italia fue el país organizador del concurso y, posiblemente, un joven Federico Piovaccari de siete años estaría presenciando el certamen que acabaría ganando Suecia. Hoy, 29 años después de que Sergio Dalma plasmara sobre el escenario de Cinecittà la mencionada canción, su mensaje se aplica al fútbol y Piovaccari, a su juego: jugar acompañado le beneficia.
El delantero italiano se halla en estado de gracia actualmente en el Córdoba. El ex del Rayo Vallecano ha marcado dos goles en dos jornadas, a ello sumado dos intervenciones de relevancia en los otros dos tantos que anotaron los cordobesistas en Yecla (1-3). A diferencia del partido ante el Lorca Deportiva, donde estuvo incisivo en ataque y marcó el único tanto del encuentro, el de Yecla supuso un reto diferente para Piovaccari. Juan Sabas optó por un ataque tradicional, de la vieja escuela, con dos extremos a pierna natural -Alain Oyarzun por izquierda y Samu Delgado por derecha- y dos nueves imponentes como Willy y Piovaccari a balón parado, uno de los fuertes de su rival, el Yeclano. Esta delantera, curiosidades del fútbol, fue la que también sacó Raúl Agné en El Arcángel ante los murcianos en la victoria por 2-1 del mes de febrero. Aquel encuentro, considerado uno de los mejores del técnico maño al frente del Córdoba, tuvo como denominador común la presencia del italiano y Willy Ledesma como referencias ofensivas.
En este caso, el partido del pasado domingo de Piovaccari en Yecla fue más completo que aquel de la pasada temporada. Participó en la trama de la jugada en tres cuartos de campo, bajando a recibir: a fin de cuentas, lo que se le pide a un ariete de sus características. La primera que tuvo en el área, eso sí, la mandó a las mallas. Un pase de primeras de Bernardo en la frontal tras un saque de falta llegó a los pies del jugador de 36 años, que efectuó una volea imposible al palo largo para el guardameta Gianni. Pocos minutos después, Alain Oyarzun centró de primeras un pase de saque de banda de Espeso y Piovaccari, en vez de disparar con su pierna mala, dejó pasar el balón para que Mario Ortiz pusiera el balón en la escuadra. Minuto 15, dos goles de diferencia y unas sensaciones inmejorables.
El tercer tanto del Córdoba no llegaría hasta la segunda mitad, con el Yeclano habiendo recortado distancias. El 9 blanquiverde recibió algo más adelante de la línea de mediocampo, encendió la moto -con motor algo gripado pero con carrocería resistente- y se fue de hasta tres rivales para, dentro del área, tocar para la entrada de Oyarzun. El ex del Numancia disparó al larguero y Willy remachó el balón para anotar. Las medidas del Municipal de la Constitución, en este caso concreto, ayudaron a que Piovaccari sacara a relucir habilidades para encarar y regatear poco frecuentes en su juego.
Bailar solo puede que también sea bailar, aunque bailar acompañado y/o pegado resulta más divertido. Para Piovaccari en el Córdoba, bailar junto a otro delantero siempre fue sinónimo de éxito goleador. El cuarto máximo goleador extranjero de la historia del club -con 23 tantos, empatado con Charles-, a sus 36 años, sigue teniendo hambre de gol y, cuando el partido lo indique, bailará solo o acompañado. Sobre el escenario, otros diez bailarines que ensayarán una coreografía para conseguir un objetivo: salir de la Segunda División B.
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