Pegando el estirón
El Córdoba noquea con suficiencia al Nástic (2-0) en El Arcángel y completa un ciclo de tres victorias en siete días para afianzarse en lo alto de la clasificación | Doblete de un excelente Rodri
No es fácil hacer realidad lo previsible. En Segunda, una categoría que tiene más trampas que una selva vietnamita, menos. El Córdoba, una formación en plena efervescencia y encadenando triunfos convincentes, recibía a un Nástic agobiado por la ausencia de victorias y con su sonrojante etiqueta de colista. Los blanquiverdes cargaban con la presión de quien tiene que hacer su deber en uno de esos partidos que hay que ganar y que tanta inquietud despiertan en los entrenadores, que rebuscan en el manual de los tópicos motivadores para recordar aquello de “no hay enemigo pequeño” y todas sus variantes. La cuestión es que, por una vez, todo sucedió tal y como se podía prever. No hubo nada sorprendente en El Arcángel, que festejó con naturalidad la victoria más natural. El Córdoba es a día de hoy mejor que el Nástic, que no es un mal equipo. Los catalanes, sin embargo, no tuvieron argumentos de peso para amargar la tarde a los de Oltra, que en apenas siete días han hecho un brillante lifting a su candidatura a pelear por subir. Tres partidos, tres victorias. Ni un solo gol encajado y cuatro marcados. Ante el Nástic, un par -pudieron ser algunos más- firmados por Rodri Ríos, que anda estimulado por su propio éxito. Llevaba el punta bastante tiempo bajo sospecha, sin cuajar ni aquí ni allá, dando tumbos a la espera de encontrar un escenario adecuado para su redención. En El Arcángel va camino de entrar en los altares que ocuparon otros. De momento, se ha ganado el respeto. Como su equipo.
A Oltra se le alborotaron los planes en los prolegómenos del partido. Deivid, anunciado en la alineación oficial, se le acercó y le dijo que no podía salir. El valenciano miró a Héctor Rodas, al que había sacrificado en los dos partidos anteriores para dar su puesto a Bijimine, y le dio puesto de titular al lado del congoleño en el centro de la defensa. Con Caro en la derecha cubriendo la ausencia por lesión de Antoñito, sólo el lateral zurdo Domingo Cisma permanecía como elemento fijo en la retaguardia original. Estas cosas suceden. Los partidos se deciden por detalles y lo que hoy te vale, mañana no y viceversa. En medio campo, Carlos Caballero retornó -Edu Ramos inició el choque en el banquillo- para reeditar al lado de Luso Delgado una sociedad que funcionó en la última comparecencia en casa. El aragonés -cumplía 100 partidos oficiales en la casa- y el madrileño, dos tipos con muchas horas de vuelo en blanquiverde, permanecen como piezas fiables de una maquinaria en permanente revisión. La recomposición de la zaga no supuso ningún trauma para el Córdoba, principalmente porque el Nástic tampoco le exigió demasiado. Una batería de tiros lejanos y la briega permanente de Álex López fueron los mayores quebraderos de cabeza en una primera parte en la que los locales marcaron las reglas del juego.
Los anfitriones tuvieron una puesta en escena electrizante. Apretaron desde arriba, buscando la incomodidad de un Nástic que llegaba como colista y sin ninguna victoria, con toda la carga de complejos, culpabilidad y presión que eso puede conllevar. En apenas cinco minutos, los de Oltra forzaron un par de saques de esquina. Sebastián Saja -sí, el portero blanquiverde del descenso a Segunda B del año del cincuentenario- no tuvo que intervenir demasiado, pero pasó algún susto sobre todo cuando miraba a la banda por la que percutía Guille Donoso. El joven extremo asturiano intentó hacer cosas con toda la poca vergüenza del mundo. Ese descaro juvenil enciende a la grada, para bien o para mal. En este caso, fue para despertar aplausos. A los 21 minutos, Guille destrozó la cintura a Iago Bouzón y lanzó un centro raso que tocó ligeramente Juli para que el balón, al que no llegó después Alfaro, se marchara fuera. Poco antes había levantado la voz el Nástic en ataque. Álex López remató de cabeza y desviado un centro de Mossa. Parecía que el cuadro de Vicente Moreno se acoplaba a la situación y daba una réplica consistente al Córdoba, pero los blanquiverdes se envalentonaron de la mano de Guille Donoso y Rodri, cuya movilidad sacó de quicio a los adversarios.
Dos trallazos lejanos de Juli y Luso inquietaron a Saja al filo de la media hora, pero al meta argentino le esperaba lo peor. En el minuto 37, Guille Donoso volvió a entrar como un cuchillo por la derecha para servir a Rodri, que dribló al meta del Nástic y lanzó un disparo escorado que Kakabazde despejó como pudo en la misma línea. En la acción siguiente, con El Arcángel rugiendo al olor de la sangre, Donoso volvió a mandar al área para que cabeceara Rodas y dejara el balón en el área pequeña. Ahí lo recogió Rodri, en una posición difícil, hostigado por Bouzón. Pero el soriano, cayéndose, metió la punta para colocar la pelota dentro de la portería y provocar el delirio en el estadio. Con el muro ya derribado, Alfaro intentó un arabesco al ver a Saja adelantado y conectar un globo que salió desviado. En el intermedio todo eran sonrisas.
No tardó en aparecer la crispación en el rostro de los locales. A los cuarenta segundos de la reanudación, el recién salido Assoubre se movió inusualmente libre por los alrededores del área y envió a Uche, que tuvo tiempo de conectar un disparo ajustado al palo que salió fuera ante la mirada inquieta de Kieszek y la poco diligente defensa local en esa primera acometida tarraconense. El mensajito lo entendió el Córdoba. Al menos, Oltra trató de hacérselo entender con una buena tanda de instrucciones a voz en grito desde la banda. Los blanquiverdes seguían en lo suyo, manejando la ventaja y aprovechando la inspiración de Guille Donoso, que se atrevía con todo. Lo corto del marcador, sin embargo, mantenía el nivel de alerta activado y en la grada -asada por el calor gracias a los fantásticos horarios fijados por la Liga- se percibía cierta inquietud. En efecto, el Nástic no era ningún guiñapo futbolístico. Cuenta con buenos futbolistas, alguno de ellos con potencial desequilibrante -Uche-, pero el inesperado mal inicio le ha quitado confianza y frescura. Con todo, el arranque de la segunda parte trajo un arreón de los rojos. Se mostraron más intensos y tuvieron una buena oportunidad en un cabezazo de Bouzón. Moreno hizo un par de cambios tempraneros buscando una reacción antes de que el pleito se pusiera con peor cara. Lo intentaron ante un Córdoba que resistía con buen tono. Esos instantes, a la vista de los marcadores, el Córdoba era el líder de Segunda División. Así funcionan las cosas en la Segunda División.
Esto va de chicos listos. Y en ese aspecto hay uno que sobresale: Rodri Ríos. El delantero blanquiverde abrió el camino con un golazo en el minuto 61, justo en unos momentos en los que el Nástic trataba de responder. El soriano se marchó por velocidad por el centro, enfiló la portería y burló la salida de Sebastián Saja. El Nástic se quedó frío. Oltra sacó del campo a un extenuado -y ovacionado- Guille Donoso y metió a Zacharya Bergdich, un futbolista de potencia para mantener la actividad en la banda y el desgaste para un Nástic ya tambaleante. Moreno agotó su tercer cambio pronto, persiguiendo una reactivación futbolística que se complicaba mucho porque en lo anímico se veía a su equipo dañado, perplejo ante una situación inesperada.
A los 72, Rodri pudo hacer el tercero de su cuenta en un mano a mano con Saja, que esta vez le sacó el disparo con una mano. La dejó muerta a los pies de Bergdich, pero el marroquí cortó el aire con su bota y provocó que todo el estadio se echara las manos a la cabeza. Los blanquiverdes mantenían las posiciones y arropaban bien a Pawel ante las embestidas, con menos fe que método, de un Nástic sin fuelle. Saja le sacó un obús a Bergdich en el minuto 79. El Córdoba seguía pegando. Sin insistir, pero con contundencia. Haciéndole saber al rival que sus opciones de vencer eran nulas.Que pareciera sencillo fue un mérito del Córdoba, que despachó la jornada con solvencia. Ganó uno de esos partidos que hay que ganar para que a uno le llamen candidato y sienta, de verdad, que no es un cumplido.
FICHA TÉCNICA
CÓRDOBA, 2: Pawel Kieszek, Caro, Jonathan Bijimine, Héctor Rodas, Domingo Cisma, Luso, Carlos Caballero (Borja Domínguez, 85'), Guille Donoso (Bergdich, 63'), Alfaro (Edu Ramos, 73'), Juli y Rodri.
NÁSTIC, 0: Saja, Mossa, Iago Bouzón, Madinda (Sergio Tejera, 64'), Lobato, Álex López, Uche (Delgado, 52'), Cordero, Ferrán (Jean Luc Assoubre, 46'), Lopo y Kakabadze.
ÁRBITRO: Valdés Aller (Castellano-Leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los cordobesistas Héctor Rodas y Rodri y a los visitantes Kakabazde, Iago Bouzón y Tejera.
GOLES: 1-0 (37') Rodri. 2-0 (61') Rodri.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la séptima jornada del campeonato nacional de Liga 123, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 13.542 espectadores.
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