¿Oltra tiene la culpa?
El Córdoba no está funcionando como se esperaba. Es un hecho. Lleva siete jornadas sin conseguir una victoria y las alarmas llevan dando chirridos desde que el Mallorca asaltó El Arcángel el viernes pasado (0-2) y desnudó una realidad: el equipo no parece, ni por resultados ni por aspecto, un candidato a pelear por el ascenso. ¿La culpa es de Oltra? Toda, desde luego, no. El valenciano, autocrítico en las últimas jornadas, está atravesando una fase dolorosa. El revés ante el cuadro balear lo califificó de “injusto”, aunque tampoco escondió que los suyos no pasan precisamente por un momento dulce. De hecho, el técnico ha expuesto sus quejas por aspectos relacionados con la “intensidad” en reiteradas ocasiones en la sala de prensa. Si lo ha hecho ante los periodistas, cabe suponer que las arengas a los jugadores de puertas para adentro deben haber sido épicas. En cualquier caso, con discursos no se sale de un bache cada vez más profundo. Hoy lunes ha vuelto a entrenar la plantilla, después de un fin de semana de descanso y, se supone, reflexión. En la Ciudad Deportiva, el equipo ha empezado a preparar un cita que se vislumbra crucial: ante el Mirandés, el próximo domingo a las 20:00 en Anduva. Duelo de deprimidos. Saltarán chispas. Y Oltra estará en el banquillo.
¿De qué tiene la culpa Oltra? La sensación general es que el valenciano hace lo que puede con lo que tiene. El curso anterior era similar... y estaban jugadores como Xisco, Fidel y Florin. La plantilla se armó de nuevo bajo el signo del low cost y llegaron un puñado de jugadores destinados a ser importantes pese a presentar trayectorias encalladas -como Alfaro en el Valladolid y Rodri en Pucela y Munich 1860- o tener reciente la dura experiencia de un descenso -Samu en el Llagostera, Edu Ramos y Antoñito del Albacete-. La llegada de las lesiones descubrió el pastel de la plantilla corta. Los remiendos y volantazos han sido constantes. Bijimine es ahora un pilar de la retaguardia y en las últimas jornadas ha habido cambios de posición de jugadores como Caro o Juli. La afición no se ha cebado con él. De hecho, hasta se le aplaude.
¿Y Carlos González? Es el centro de la diana de la crítica. Ya delegó las funciones de representación del club en el consejero delegado Javier Jiménez a principios de Liga y este fin de semana anunció su marcha “con carácter irreversible” de la presidencia para dejar el cargo en manos de su hijo, Alejandro González. La afición le reprocha la falta de inversión en la plantilla, sobre todo después de los traspasos realizados, especialmente el de Florin Andone por más de cuatro millones de euros al Deportivo de La Coruña. Lo de fichar barato -gratis- y vender lo más caro posible ha sido una fórmula invariable durante la etapa de Carlos González, que desde el descenso de Primera División ha ido siguiendo una trayectoria de distanciamiento del Córdoba CF en lo que atañe a los aspectos deportivos para centrarse en otro tipo de operaciones -urbanísticas, con la construcción de la Ciudad Deportiva y reformas del estadio-. El asunto de la venta del club, recurrente en cada momento de crisis, vuelve a situarse en el foco mediático. El propio González lo ha dejado caer en una ronda de intervenciones por emisoras de radio nacionales durante los últimos días. Admite tener varias ofertas de compra. González sigue siendo el dueño del paquete mayoritario de acciones blanquiverdes y tiene ya la mente en otros proyectos. La crisis la hereda su hijo Alejandro.
¿Y Emilio Vega? El trabajador silencioso se mantiene en un discreto segundo plano desde la dirección deportiva. Conocedor en carne propia de lo que conlleva situarse en primera línea de la trinchera mediática, el leonés se afana en apuntalar una plantilla cuya responsabilidad en la construcción siempre ha calificado de “compartida” y “consensuada”. Se espera que esta semana se produzca la incorporación de un jugador por la baja de Deivid, lesionado de larga duración. La operación de fichaje la desveló públicamente el presidente, horas después de manifestar que ni Oltra ni Emilio le habían solicitado ningún refuerzo después del percance del capitán y central titular del Córdoba. Igual ya se lo pidieron. El caso es que el mercado de invierno aparece como una opción para retocar a un Córdoba que se parece poco a lo que sus constructores querían.
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