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La noche en la que todos juegan en el mismo equipo

Los premiados en la Gala del Deporte del Ateneo Cordobesista | MADERO CUBERO

Paco Merino

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La Diputación acoge una Gala del Ateneo Cordobesista 1954 que celebra los valores del esfuerzo y la perseverancia de un grupo de estrellas del deporte con los pies en la tierra

Desde que subió al estrado Ramón Fidel Rodríguez, director del Colegio La Salle, hasta que el presentador del acto, Antonio García Llácer, se emocionó en el aplauso final ocurrieron muchas cosas en la Gala del Deporte del Ateneo Cordobesista 1954. Fueron más de dos horas de alta intensidad emotiva, en las que se premió a protagonistas de hazañas que tienen su reflejo en títulos y rankings, pero también fue una fiesta en la que se ensalzaron los valores clásicos del deporte. Todos los que recogieron su trofeo hablaron del esfuerzo, la solidaridad, la perseverancia, la ilusión... En definitiva, de la gasolina emocional que hace que ruja el motor de los deportistas. Luego, claro, está el dinero. Las miradas, entre cómplices y reivindicativas, a la bancada en la que se sentaban los representantes políticos fueron contínuas. Por una noche, todos jugaron en el mismo equipo. Los premiados vivieron en un espacio de hermandad.

Se otorgaron veinte distinciones a empresas, equipos y deportistas individuales que sobresalieron por su trayectoria en este año. Por allí desfilaron campeones mundiales como Fátima Gálvez y Alfonso Cabello, quienes dejaron el sello de su sencillez y su ambición sin límites. La tiradora de Baena y el ciclista paralímpico de La Rambla estarán el próximo verano en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. La gala tuvo un indiscutible toque femenino. La presentadora del acto, la periodista Mari Loli García, compartió el micrófono con dos futbolistas en la cresta de la ola: Natalia Montilla y Rocío Gálvez. Ambas son internacionales en categorías inferiores. La primera milita en el Sevilla FC y la segunda está jugando la Champions League con el Atlético de Madrid. Rocío recibió el premio de manos del futbolista del Córdoba Rafa Gálvez, con el que le une la sangre y la pasión por el balón. “Hemos roto muchos cristales y cuadros a balonazos cuando éramos chicos”, recordó el jugador blanquiverde. La motorista Andrea Sibajas, que sigue escalando peldaños desde el Deza Córdoba Patrimonio de la Humanidad, reforzó la imagen de la armada femenina cordobesa.

Dos nombres de referencia en el fútbol cordobés recibieron una cálida ovación. Diego Moreno, ex futbolista del Córdoba en Primera División y uno de los pilares de la Escuela de Fútbol Juanín y Diego -no faltó el recuerdo al legendario Juanín-, habló del fútbol de otros tiempos y de su etapa gloriosa en el fútbol sala cordobés, cuando un puñado de héroes de barrio recorrían España en sus coches comiendo bocadillos. Iban, ganaban y volvían. A Rafael Berges le entregó el trofeo Martín Torralbo, ahora diputado de Deportes y hace unos años futbolista que estuvo a las órdenes del que fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, cuando el fútbol español todavía era un coro de plañideras y un álbum de fracasos. “Él marcó el primer gol en aquellos Juegos”, recordó el periodista Roberto Gómez, que se mostró “muy orgulloso” de recoger un premio en Córdoba, al lado de deportistas humildes, y hacer un paréntesis en su tradicional vorágine mediática hablando de Cristiano, Messi, Guardiola y similares. Gómez cerró con elogios al Córdoba y a su afición -que también fue premiada, recogiendo el premio Alfonso Ruiz de manos de Inma Atienza- una Gala del Deporte cuyo colofón resultó sorprendente. El presidente del Ateneo, Jesús García, apareció para otorgar un trofeo especial a Antonio García Llácer, uno de los defensores del deporte en todas sus modalidades en Córdoba.

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