El mérito y el mensaje
El Córdoba se deja arrebatar dos puntos por el Huesca en el tramo final de un partido raro y frustrante para los blanquiverdes
Soy porque nosotros somos. El ubuntu, la regla ética sudafricana que habla de la lealtad y la solidaridad como ejes de las relaciones entre personas para el bien común se encarnó en una orgullosa tarde de fútbol en El Arcángel. Esta actitud mental le valió al Córdoba tanto como el mejor desempeño. El equipo abordó el partido golpeado por las circunstancias –convocados, lesionados, sancionados...– y sin sus principales referencias en el once. Faltaban casi todos. El portero titular, el máximo goleador, el sostén en el mediocampo, el facilitador oficial de pases... No estaban Razak, Florin, Markovic ni Pedro Ríos. Se les echó de menos, pero el Córdoba compitió porque allí estaban otros que fueron ellos. El escudo por encima del nombre. El ubuntu. Al final no ganó el partido, pero se llevó una valiosa lección a casa. Más le vale que la aprenda y la aplique. Podría decirse que el Córdoba mereció ganar el partido ante la Sociedad Deportiva Huesca. Pudo hasta golear. Pero se marchó cabizbajo y con la punzante sensación de haber dejado una tarea sin terminar. Le faltó capacidad de resolución arriba, donde Xisco simbolizó la carencia absoluta de suerte.
Oltra dispuso un once inédito y nada sorprendente. Stankevicius regresó al lateral derecho con todas las de la ley, mientras que la baja del intocable Markovic la cubrió Víctor Pérez, una de las incorporaciones llamativas del curso que se encontró con la oportunidad de explicar sobre el verde alguno de los porqués de su llegada, más allá de un expediente lustroso cuya última anotación brillante data de hace más de año y medio. Arriba, al lado de Xisco, Oltra optó por alinear a Raúl de Tomás en lugar del chileno Jean Paul Pineda, otro que sigue provocando preguntas incómodas entre la afición por su rendimiento. Pero lo mejor de este Córdoba es que carece de estrellas. Ha conseguido entenderse a sí mismo, lo que supone un paso fundamental para un colectivo en su pretensión de avanzar. Sabe dónde tiene lo bueno y dónde están sus puntos negros, esas zonas vulnerables en donde los rivales pueden hacerles daño. Algunas las puede solapar. En otras hay que esperar a la suerte, que lo mismo viene que va. Qué les van a contar a los muchachos del Córdoba, que terminaron la tarde sin creerse lo que les había pasado.
Los reclutados a última hora demostraron, al margen de sus aciertos, que tienen ganas de decir algo. En las botas de Víctor estuvieron dos claras oportunidades y De Tomás corrió sin desmayo en la punta. Nando, con su inconfundible estilo, también se dejó ver en la banda derecha con diagonales y movimientos que buscaban abrir huecos en una retaguardia, la oscense, que se empleaba sin miramientos.
Resultó inconcebible y frustrante que el Córdoba se fuera de camino a los vestuarios en el intermedio en con el cero en su casillero de goles. Esto es fútbol y no un concurso de acumulación de méritos. Los de Oltra los hicieron, pero se quedaron con el mismo premio que un Huesca pertrechado, con escasa predisposición para irse al ataque. Íñigo López comprobó que El Arcángel no olvida. Ni para bien ni para mal. El torturante recuerdo del día del descenso provocó que cada balón que el riojano tocaba estuviera acompañado por un concierto de silbidos y de improperios irreproducibles. El Córdoba dominó, tuvo la pelota, engarzó llegadas por las bandas y por el centro, golpeó en jugadas hilvanadas y a balón parado... Se ganó muchos aplausos, pero no marcó. Víctor Pérez tuvo la primera en un duro disparo desde fuera del área que rechazó el veterano Leo Franco, que ejecutaba cada saque de puerta a cámara lenta para desesperación de un público que abroncó al argentino. El Huesca venía a lo suyo.
Raúl de Tomás firmó dos acciones peligrosas: en una remató alto tras una jugada ensayada de saque de esquina y en otra no pudo poner el mejor final a una bella combinación por el ala izquierda de Cisma y Fidel. Un tiro flojete de Camacho y otro a las nubes de Machís tras ganarle la espalda a Cisma fueron el escaso testimonio atacante del cuadro de Luis Tevenet, que se dedicaba a verlas venir. A la media hora, El Arcángel hirvió tras una jugada de locura: una pared entre Nando y De Tomás concluyó con un disparo del madrileño que rechazó Franco. Víctor la agarró con todas las ganas y su latigazo lo repelió el poste. El peligro le llegaba al Huesca desde todos lados. Stankevicius, excelente, ensayó un centro que le salió muy cerrado y estuvo cerca de sorprender a Franco. Dos córners seguidos cerraron el primer periodo, que dejó al Córdoba con hambre y al Huesca con buenas razones para dar las gracias a la fortuna.
La segunda parte arrancó de un modo extraño. Antes de que el árbitro pitara el inicio, Leo Franco hizo gestos a Tevenet. El argentino pedía que le cambiaran y su técnico le hizo caso. Salió Whalley, que calentó sobre la marcha. El que entró en calentura brutal fue el público de El Arcángel, que en apenas un minuto vivió una experiencia emocional al límite. Medié Jiménez amonestó con tarjeta amarilla a Fidel por entender que se había lanzado al césped tras cruzarse en su camino Morillas, que ya había sido desbordado. La afición se enervó y el extremo de Minas de Riotinto decidió que la mejor manera de reparar aquel desaguisado era repetirlo. Unos segundos después agarró la pelota y enfiló con determinación el marco oscense. Se fue de todos los que le perseguían y burló la salida del argentino con un disparo sutil. Un golazo. El 1-0 rebajó la ansiedad del Córdoba y le hizo sentirse fuerte. Ese estado le llevó a seguir intentándolo. El Huesca lo pasaba por entonces francamente mal.
El último cuarto de hora lo abordó el Córdoba con dos puntas de refresco, Pineda y Arturo. El segundo suplió a Xisco, que se resintió de molestias físicas y se retiró entre ovaciones. El punta cartagenero pudo sentenciar en una contra en la que terminó disparando al cuerpo del meta del Huesca. Los blanquiverdes, con un juego menos vistoso, seguían pese a todo sometiendo al cuadro aragonés, que apenas conseguía asustar. A diez del final, José Gaspar se inventó un tiro lejano que desvió a córner con apuros Falcón. A cinco, de nuevo Gaspar lo intentó desde fuera del área y el aroma del miedo sobrevoló El Arcángel. La sensación de control contrastaba con lo corto del marcador. Y sucedió. Machís cogió la pelota fuera del área, vio que nadie le acosaba y decidió lanzar un duro disparo que sorprendió a Falcón. Lo inesperado de la situación dejó en estado de shock al equipo y a la afición, que asistieron a los últimos instantes y al tiempo añadido con una sensación de incredulidad que lastró las piernas y nubló las mentes. El líder fue vulnerable en El Arcángel. La vida sigue.
FICHA TÉCNICA
CÓRDOBA, 1: Falcón, Stankevicius, Deivid, Héctor Rodas, Domingo Cisma, Luso, Víctor Pérez, Nando (López Silva, 72'), Fidel, Raúl de Tomás (Jean Paul Pineda, 62') y Xisco (Arturo, 75').
HUESCA, 1: Leo Franco (Whalley, 46'), Ramírez, Carlos David, Íñigo López, Morillas, Manuel, Fran Mérida, Sáiz (José Gaspar, 72'), Camacho, Machís y Moya (Luis Fernández, 60').
ÁRBITRO: David Medié Jiménez (Colegio Catalán). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Raúl de Tomás, Fidel y Xisco y a los visitantes Manuel, Camacho, Íñigo López y Fran Mérida. Expulsó por doble amarilla a Ramírez en el minuto 94.
GOLES: 1-0 (52') Fidel. 1-1 (86') Machís.
INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la jornada 13 del campeonato nacional de Liga Adelante, disputado en el estadio municipal El Arcángel ante unos 15.000 espectadores. En el inicio del partido se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados en París.
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