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“Mi gozo en un pozo”, también en el día del triste adiós

Jugadores del Córdoba al finalizar el partido | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Otra vez se quedan sin cubrir las expectativas que genera el Córdoba cuando éstas son altas y logran un lleno de El Arcángel, donde se mantiene presente el inigualable “Litri”

Que no puede ser. Es una verdad indiscutible. Sólo existe un argumento, pero éste es irrefutable. Ante lo probable contesta el imposible. De las luces que no son y se creen surge la oscuridad. Una sombra terrible bien conocida por todos cuantos acuden a El Arcángel con asiduidad y lo hacen desde tiempo atrás. La próxima vez no lo piensen o volverá a suceder. O no, ¿quién sabe? Algún día la historia tendrá que cambiar. Pero lo cierto es que hasta ahora siempre que se generan altas expectativas en torno al Córdoba se termina por mirar al cielo y gritar para los adentros. “Mi gozo en un pozo”, es la versión más light de lo que a buen seguro vociferan en sus entrañas quienes se dan cita en ese estadio que queda junto a la orilla del Guadalquivir. Bueno, un poco más allá, tras el recinto que llaman de El Arenal y que en días de lluvia y posteriores es El Barrizal. Porque, me la juego, cualquier aficionado blanquiverde piensa y dice cosas menos simples y más feas. El enfado típico del que atiende al primer puesto y termina por olvidarlo de un golpetazo. El mismo que vuelve a dar Borja Bastón.

A dos minutos del final. Ni antes ni después. Ni pronto ni tarde. En el momento exacto para, insisto, mirar al cielo y soltar alguna ordinariez, incluso un insulto al primero que se viene a la cabeza. Es una verdad indiscutible y sucede otra vez. Todo el mundo ilusionado, un estadio a rebosar y un colíder al que alcanzar. Pues no, que no puede ser. Y ahí surge nuevamente la desilusión, la frustración, las preguntas sin respuesta. ¿A qué huelen las nubes? Pues el que lo cuestionara en el anuncio aquél lo sabrá. Yo no sé lo que es sonreír cuando no se espera más que una sonrisa. ¿A qué sabe el triunfo cuando es lo único en que se piensa? Es la versión en blanco y verde. No lo sé, repito. Si alguien conoce la solución, que me lo diga. Lo pido por favor. Es un mazazo, un puñetero jarro de agua fría ante el que es difícil reaccionar. Aunque existe reacción. En El Arcángel se llama salida apresurada del estadio. Es lo que se ve justo al instante en que el Deportivo vuelve a golpear.

El Deportivo, ese equipo que tiene en su haber la única victoria visitante en el templo ribereño en la temporada del play off. El Deportivo. El himno se canta a capela desde ese mismo día en la temporada 2011-12, en que Salomao… El Deportivo, el único rival derrotado en su campo por el Córdoba esta campaña hasta hace una semana. Otra vez. La grada con una magnífica imagen, aunque quizá poco “caliente” en la primera parte. Puede ser comprensible, sus jugadores juegan poco. El triunfo único objetivo en la mente. De ahí el dolor de cabeza final. Y una persona, sólo una, en la memoria. Una persona que es, porque no dejará de ser jamás, muchas a la vez. Cuando uno es la viva imagen del cordobesismo al final acaba por ser el alma de toda esa familia. En el mismo día en que adiós se le dice a él. Ese día. “Mi gozo en un pozo”, por no vociferar otra cosa.

Suena bien alto el himno al saltar los dos equipos al terreno de juego. Todo pinta bien. Hay ganas, ilusión y deseo de homenajear. La celebración se imagina. Y transcurren los minutos. Más minutos. Muchos minutos. Son los mismos que en todos los partidos, pero se hacen más largos. Y todo se jode. Llega Borja Bastón, la defensa del Córdoba sufre de caraja instantánea y gol. Que sí, otra vez. Ya no se canta. Ya no se piensa. La noche lo es más que nunca. Sólo queda mirar al cielo. Por desgracia, allí debe estar Francisco, el “Chache”. Ese día también, las expectativas se quedan sin cumplir. Todos se marchan del estadio. Algunos a toda prisa. Quizá sean de los nuevos, que siempre sean bien recibidos, o quizá al ver al “Litri” prefieran olvidar cuanto antes el nuevo jardazo. Aunque confieso que un servidor al buscar consuelo entre las nubes lo encuentra. Allí está con la sonrisa y con su San Rafael. Algún día será.

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