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Capitán Manu Leal, historia misma del Córdoba Patrimonio

Manu Leal, homenajeado tras cumplir 200 partidos oficiales

Rafael Ávalos

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La vida continúa. Sigue su curso de manera irremediable y sin detenerse un segundo. El tiempo es asunto del ser humano, no suyo. Ni siquiera atiende a razones como los sentimientos. Mucho menos cuando de deporte se trata. Porque también ahí, más que en cualquier otro ámbito incluso, los ciclos han de cumplirse. Y es lo que ocasiona no pocas veces situaciones tan complicadas como decir adiós a uno de los referentes de un determinado proyecto. O a la figura principal incluso. ¿Quién imagina el Córdoba Patrimonio de la Humanidad sin Manu Leal? A buen seguro casi nadie pudiera hacerlo hasta hace unos días, lo cual no quiere decir que se intuyera e incluso se supiera que tarde o temprano su camino ha de separarse al del conjunto blanquiverde. Hecho está ya pues desde el martes el capitán deja de serlo. Bueno, emocionalmente no, tan sólo en el plano competitivo.

El adiós de Manu Leal al cuadro califal, como el de cualquier otro deportista a su club o a la propia carrera, es una jugada más del inexorable transcurso de los años. Llegó hace apenas unas horas el momento que quizá muchos deseaban se demorara lo más posible. Ocurrió lo inevitable y a nadie podía sorprender en realidad pues el capitán del Córdoba Patrimonio de la Humanidad contó cada vez más con una presencia reducida en la pista. Aun así marcó un nuevo hito en la historia del club, que está escrita por él mismo casi. El ala alcanzó el pasado 4 de mayo la cifra de 200 partidos oficiales con el conjunto blanquiverde. Lo consiguió hace menos de un mes y parece que pasaron ya unos cuantos más. Todo es debido al ritmo de vértigo que tuvo la competición en la considerada mejor liga del mundo esta campaña, y también al impuesto últimamente en la cotidianidad de la sociedad.

Al futbolista formado en la cantera del Córdoba, pero de fútbol, le dio tiempo a elevar el registro. Su baja se produce después de haber participado en 205 encuentros de la entidad en casi todas las categorías existentes. Porque Manu Leal recaló en el cuadro califal en 2014, cuando el proyecto impulsado y liderado por José García Román era apenas una ilusión incipiente. Compitió en Tercera para rápidamente vivir el primero de sus tres ascensos. Aunque uno de ellos, el intermedio, fuera en los despachos y no en el parqué. En siete años tuvo oportunidad de compartir su calidad y su compromiso, inagotables como también en el caso de su hermano menor, David. Y los dos, a pulso, se ganaron el derecho a ser los estandartes de la entidad. Sobre todo el capitán que lo fue hasta el pasado domingo. En La Salobreja sólo actuó para el lanzamiento de una falta. Pero ahí estuvo, cuando y para lo que se le necesitó. Como siempre.

Pese a su menor participación esta temporada, la épica permanencia -por la forma y no por el mérito hecho- del conjunto blanquiverde en su primer curso completo en la mejor liga del mundo también tuvo su sello. Ejerció el rol que debía, igual que en toda su trayectoria ligada a un club que no se entendía sin su presencia. El salto de Tercera a Segunda B quedó en nada, en cuanto a emoción, con el que logró el equipo en 2017 a Segunda, ya división de la Liga Nacional de Fútbol Sala. Si bien no pudo festejarse y fue menos emocionante al producirse tras la renuncia de otra institución y la compra de sus derechos. Daba igual, Manuel Martínez Leal (Córdoba, 1988) seguía al frente en el vestuario, con David de segundo de a bordo. Lo mejor estaba por llegar. Tras un debut notable en la categoría de plata, con Miguel Ángel Martínez Maca como técnico, la escuadra de Vista Alegre acarició el play off a Primera.

Nadie podía imaginar en ese momento que un año después, semana arriba, semana abajo, terminaría por estallar la euforia en torno a un proyecto iniciado desde la total humildad y que en esa línea continúa. Con una plantilla netamente de la tierra, con los jugadores que no mucho antes estaban dispersos por otras muchas entidades o sólo practicaban fútbol sala entre amigos, el Córdoba Patrimonio de la Humanidad certificó su entrada en la elite el 1 de junio de 2019. Hace ahora dos años y un día. Fue ayer la efeméride, el mismo momento en que dolorosamente el club anunció el fin de la etapa de Manu Leal, el capitán, en sus filas. No merecía otro tratamiento su marcha que un completo reconocimiento a su figura. Era obligado porque fue, es y será lo que José Luis Navarro al Córdoba Club de Fútbol. “Estandarte de los capitalinos, ha crecido a la par que el club en todos los aspectos”, subrayó el cuadro califal. “El mayor de la saga de los Leal, con 205 partidos y 117 dianas, es el jugador que más veces ha vestido la elástica de la entidad, así como su máximo artillero”, destacó. Lo dicho, como el de Aranjuez en el verde -excepto por lo de ser principal anotador-. Y a Juanín se le puede asimilar también por un detalle inolvidable.

Tras unos meses de intensa espera, el Córdoba Patrimonio de la Humanidad tuvo al fin la oportunidad de estrenarse en Primera, entre los gigantes del fútbol sala europeo y sus acompañantes. Fue el 13 de septiembre de 2019, en Vista Alegre y ante un rival de play off como Osasuna Magna. Corría el minuto 9 cuando apareció el capitán: gol y a la postre victoria. Sí, Manu Leal fue el autor del primer tanto del cuadro califal, ese que comenzó como Minuto90.com y después pasó a ser Itea Automatismos o Itea Córdoba Club de Fútbol hasta llegar a su denominación actual, en la máxima categoría nacional. Y supuso ese hito -uno más- un triunfo esperanzador, un aldabonazo para la ciudad, que todavía había de descubrir el tarro de las esencias del equipo. En efecto, como Juan García Juanín, que dio al Córdoba Club de Fútbol su primera alegría en la elite, más de cinco décadas atrás, con una diana en el debut entre los transatlánticos del fútbol español -fue ante el Valladolid y acabó también con uno a cero-. Igual que al de Nerva en su momento, le tocó vivir el último encuentro. También con un título ya en las vitrinas: la Copa de Andalucía.

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