La fortaleza herida
Toque de atención. Alarmas preparadas. La última derrota del Córdoba ha dejado bien tocado al plantel. O al menos así debería ser, pues el club no solo perdió ante el Sevilla Atlético una oportunidad de ganar respaldo deportivo y anímico (en ambos lados de la cancha), sino que además evidenció numerosos problemas que bien podrían hacerle perder -de momento- su cartel de favorito a alzarse con una plaza el próximo curso en el fútbol profesional. Bien es cierto que apenas han transcurrido cinco encuentros de liga, pero en este peculiar curso 2020-21, los desajustes prematuros cuestan más caro si cabe, debido a la brevedad de las distintas fases del campeonato. Cada punto cuenta. Además, a diferencia de choques anteriores, en los que el equipo no dejaba sensaciones de dominio y equilibrio regulares, pero al menos sumaba, el último duelo en El Arcángel tumbó ambas expectativas.
En efecto, el Córdoba recibía en su feudo a un Sevilla Atlético hundido en la clasificación, con apenas dos puntos y sin haber encontrado aún la fórmula del triunfo tras cuatro encuentros. Que duda cabe que dicho argumento no debe anular el hecho de que el segundo equipo hispalense, y como suele ocurrir generalmente con los filiales, siempre se bate como un adversario incómodo, aunque es la inexperiencia la que le acaba costando (como se había comprobado hasta ahora) los partidos. Sin embargo, eso no iba a ocurrir así ante los blanquiverdes. Los pupilos de Paco Gallardo, en un choque muy plano en su mayor parte, supieron jugar sus bazas y aprovechar a la perfección los acercamientos realmente claros que tuvieron. Dos tantos, ambos en jugadas similares por banda, que noquearon a los cordobesistas, incapaces de remontar en un tramo final a pecho descubierto.
De este modo, el Córdoba veía así como se resquebrajaba también su muralla defensiva, principal motivo de regularidad tras lo que se había visto hasta el momento sobre el césped. De hecho, los de Juan Sabas llegaban al encuentro con apenas dos goles encajados en cuatro partidos -por cinco a favor-, siendo muy fiables atrás donde apenas habían permitido ocasiones. Una estadística que se ha visto multiplicada tras sumar los mismos tantos en contra ante el filial sevillista, por lo que el equipo pasa a contar con un balance que dictaba haber recibido un gol en tres encuentros consecutivos, a encajar tres en los dos más recientes. Un problema que no pasó desapercibido tampoco para el técnico madrileño, que decidió sustituir a los dos laterales en sendos cambios posicionales, uno de ellos antes del descanso.
Y es que no hay duda que fue peor la sensación que el resultado. “Nosotros no hemos estado al nivel defensivo que solemos estar”, indicó el preparador en la rueda de prensa posterior, detallando que “quería buscar un cambio de dinámica en el equipo. Buscaba ser más ofensivo y asumir más riesgos”. No obstante, tampoco ahí se produjo la fórmula deseada, pues los cordobesistas apenas lograron realizar más de cuatro disparos a puerta realmente peligrosos. Y la mayor parte se produjeron superado ya el minuto 70, cuando el resultado era totalmente adverso.
“Somos realistas, sabemos que en casa tenemos que hacernos fuertes”, sentenció Bernardo Cruz, pieza angular en la defensa y que tampoco tuvo su día ante el Sevilla Atlético. Sin embargo, el central cordobés deja margen al optimismo, asegurando que “seguro que nos sirve para seguir creciendo”. Sea como sea, la fortaleza se ha visto herida y el Córdoba debe trabajar a contrarreloj para reparar esa fuga, deportiva y mental, además de continuar hilvanando una idea de juego que se nubló completamente en el último encuentro. Sin identidad. Buscando el alma perdida en un tramo decisivo en el que se buscó a la heroica la recompensa. En esta ocasión no llegó, pues el orgullo a contracorriente tiene sus límites. Mejor será que, a partir de ahora, no les haga falta llegar a eso.
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