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Aquel día en el que nos mataron

Fede Vico pugna con un contrario en el Córdoba-Getafe de Primera en 2015 | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Hace poco más de año y medio. En fútbol eso es mucho tiempo, pero no el suficiente como para que se olvide uno de esos partidos que matan. El 3 de marzo de 2015, un Córdoba agonizante recibía en El Arcángel al Getafe. Estaba por entonces a siete puntos de la salvación, una distancia matemáticamente salvable pero inviable a poco que uno echara un vistazo a la dinámica de los blanquiverdes. Con Djukic en el banquillo -había suplido a Chapi Ferrer-, el equipo cordobesista se agarraba a su tradicional idilio con la épica y los sucesos paranormales para soñar con la permanencia. Aquel día tenía que ganar sin más remedio.

Y pudo pasar. Debió hacerlo. El Córdoba peleó con el cuchillo entre los dientes, como le gustaba al técnico serbio, y consiguió ponerse en una situación de ventaja después de toneladas de briega y sudor. Florin Andone, que salió en la segunda parte supliendo a un cada vez más desapegado Fede Cartabia, hizo estallar el estadio con un gol en el minuto 77. La gente se volvió loca. Aún se podían hacer números. La simple posibilidad de ganar era un regalo de extraordinario valor para el cordobesismo, que sólo vio ¡un triunfo casero! en todo el curso en Primera. Porque ése, el de Getafe, no se ganó. Ni siquiera se empató.

Faltaban tres minutos cuando un balón desde la banda lo remató de espuela el canterano Fede Vico al fondo de la red. Un golazo... en su propia portería. La desafortunada acción se convirtió de inmediato en el símbolo de una campaña cruel: el ídolo juvenil de la cantera debutó en Primera con el equipo de su tierra y marcó su primer y único gol en la máxima categoría a su compañero. El Córdoba entró en shock. Y Juan Rodríguez, en el último minuto, hizo el 1-2. Faltaban doce partidos más. El Córdoba no ganó ni uno solo. Apenas unos días después despidió a Djukic y ascendió a José Antonio Romero, un hombre de la casa que adiestraba al filial. No fue un revulsivo. El Córdoba fue un cadáver andante, un descendido virtual desde ese nefasto día ante el Getafe.

“No nos merecíamos esto, que se nos escape un partido en los últimos cinco minutos. Es increíble, nos merecíamos ganar”, expresaba Florin Andone, incapaz de explicar el desenlace del choque. “No lo sé, mala suerte. El gol ese -por el tanto en propia puerta de Fede Vico-, de 400 veces no entra ninguna y nos entra a nosotros”, indicó el rumano, que insistió en que el vestuario está “muy mal”. “Lo estamos pasando fatal, siempre llegamos al vestuario con la misma sensación y las mismas preguntas. Por qué nos pasa esto a nosotros, por qué tenemos tanta mala suerte”, exponía entonces. Ya dejó Florin, seguramente consciente de que el trayecto que quedaba iba a ser un vía crucis, su receta para mantener la dignidad: “Lucharemos hasta que las matemáticas digan lo contrario. Tenemos que hacerlo por nuestra afición”.

De aquel partido ante el Getafe no queda ya nadie en el Córdoba. Djukic jugó con Mikel Saizar, Edu Campabadal, Crespo, Íñigo López, Fede Vico, Patrick Ekeng, Bruno Zuculini, Fede Cartabia (Florin Andone, 56′), Borja García (Fausto Rossi, 81′), Bebé (Fidel, 76′) y Ghilas. Todos andan desperdigados por equipos españoles y alguno de Europa, rehaciendo sus carreras. El camerunés Patrick Ekeng falleció por un infarto en pleno partido el pasado mes de mayo con el Dinamo de Bucarest. Y Fede Vico, el héroe local que vivió su noche más dura, está sin equipo y esperando que se abran las puertas del mercado invernal para buscar un nuevo destino laboral tras haberse desvinculado del Anderlecht belga.

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