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Cosas que hay que saber sobre este nuevo Córdoba

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Paco Merino

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Un gol en el último suspiro de Eial Strahman hace estallar El Arcángel y rompe un maleficio histórico en los arranques del equipo en Segunda

Lo resolvió todo un cordobés. Eial Strahman, un argentino de ascendencia alemana nacionalizado israelí que llegó este verano desde el campeonato mexicano fue el héroe de un partido de intensidad brutal, que hubiera sido claramente de los anfitriones si el fútbol fuera un concurso de méritos. Pero no. Esto va de marcar, de decidir, de acertar. Y el que metió el pie al final, el que tocó la pelota de aquella manera, sin dejar al adversario el derecho a la réplica, fue Strahman. Que nació en Córdoba. En la de Argentina. La globalización era esto. Eial, que salió al césped a la desesperada, supliendo a la estrella oficial -el balear Xisco, que hizo de todo menos el gol-, espantó sin saberlo un buen puñado de fantasmas del cordobesismo. El equipo blanquiverde llevaba sin ganar un partido de estreno en Segunda División desde los tiempos de Franco. Esta vez jugó bien -si se puede denominar así el tener la posesión, trenzar buenas combinaciones, aparecer con frecuencia por el área rival... y no hacer gol- y tuvo a su gente contenta. El personal aplaudía, reconocía el esfuerzo y, a medida que avanzaban los minutos, se resignaba dulcemente a añadir un eslabón más a esa estadística tradicional en la casa. La de los estrenos sin sonrisa. Y ahí andaban, mirando muchos ya los vomitorios para abandonar el estadio, cuando Strahman metió la bota en un laberinto de blanquiverdes presionantes y bercianos achicando agua para hacer el 1-0. El árbitro pitó apenas un instante después. Los cordobesistas se abrazaban como si hubieran ganado una final, Saizar corría como poseído hacia el fondo donde los ultras se desgañitaban y los chicos de Claudio Barragán, desparramados por el césped, coreografiaban su desgracia con todo tipo de gestos dramáticos. Y esto es la jornada 1 de un campeonato de 42... más un posible play off de ascenso. El Córdoba ya tiene tres puntos en esa carrera.

El partido ha dejado mensajes, cosas que conviene saber sobre este Córdoba nuevo que no lo es tanto. Primero, que con Villa no se va a tirar del pelotazo largo y a ver qué sale. Este Córdoba juega al fútbol. Le saldrá o no, pero tiene un estilo que se está marcando. Segundo, que El Arcángel será fundamental. Siempre lo fue, pero ahora resulta básico. Villa no tiene, ni mucho menos, un equipo perfecto. Puede que le llegue algún refuerzo más -al menos, un mediapunta con desborde y gol-, pero el ambiente en su hogar lo necesitará para construir ese estado mental -ocurrió en la etapa de Paco Jémez- que hace que los jugadores se crean mejores y, lo que es vital, lo demuestren. Y tercero, que la Segunda División es cruel con los que se despistan. Cada punto vale sangre. Véase el estreno. Y esto es sólo el principio de la batalla.

Si uno no sale con los niveles de entusiasmo al borde de la explosión en un escenario como El Arcángel es que no tiene sangre en las venas. El graderío estaba muy lejos del lleno, pero el himno se entonó de un modo muy especial, una mezcla entre la plegaria y la reivindicación. El Córdoba ha querido romper de una forma brutal con su pasado pero sigue manteniendo en su formación vestigios de la decepcionante campaña pasada. Y no son jugadores residuales, sino más bien todo lo contrario. Las opciones del Córdoba de hacer algo sonado en este curso 13-14 van a depender muchísimo de lo que sean capaces de ofrecer los supervivientes del último naufragio. Tipos que han tenido pie y medio fuera del club tienen ahora los dos bien firmes dentro. Y también la cabeza. Abel, López Silva y Caballero se han metido en su papel. El primero, al lado de Luso, compone un doble pivote más que fiable. Los otros dos, los primeros fichajes de la era González, ya saben que los años clave de sus carreras futbolísticamente los van a vivir de blanquiverde. Sin distracciones y centrados, sacan a relucir su calidad. Como Pedro, quien después de un verano turbulento se ha erigido en una pieza importante para Pablo Villa.

Precisamente fueron ellos, los antiguos, los que se conjuraron para llevar la inquietud a la meta de Santamaría. Xisco tuvo un par de ocasiones claras. También probaron Abel y Caballero. El madrileño dejó una colección de detalles prometedora. Con él inspirado, el equipo brilla. El Córdoba, con buenas combinaciones, tenía la pelota en su poder y su discurso era el que imperaba sobre los movimientos, timoratos y más pendientes de no cometer error que de intentar algo, de la Ponferradina de Claudio. El dominio blanquiverde no se traducía en gol y el público comentó a impacientarse, contribuyendo al desquiciamiento general las enervantes decisiones del árbitro y sus jueces de línea. El Córdoba se fue al intermedio con la molesta sensación de haberse dejado una tarea pendiente.

A la salida, más de lo mismo. La Ponferradina se sentía segura en su labor a la vista de que los de Villa no daban con la tecla para sentenciar. La intimidante presencia de Yuri -el primo de Charles, el ex blanquiverde- no permitía la relajación, aunque atrás el cuadro local estuvo más que solvente. Hasta a Janse, que se ganó una tarjeta, se le vio más entonado. El primer holandés en la historia del Córdoba ya conoció, en vivo y en directo, lo que es jugar un partido oficial en El Arcángel. No es cualquier sitio. Impone y exige mucho. El Córdoba siguió apretando, haciendo lo que debía hacer. Y la Ponferradina continuó cerrando filas y encomendándose al error ajeno, haciendo también lo que debía hacer. Villa sacó al campo a lo que tiene, al corpulento Strahman y al imprevisible John Ayina, al que los aficionados han convertido en una atracción por su sola presencia. Jalean al franco-congoleño en cada balón que toca, en cada pase sea bueno o malo, en cada intento de hacer algo con la pelota o sin ella.

Y al final, ocurrió. La Ponferradina, con el benamejicense Alberto Aguilar como jefe atrás, se disponía a despachar los últimos minutos con las clásicas argucias: cambios a cámara lenta, lesiones fingidas, protestas por todo y balonazos al limbo. López Silva, uno de los estandartes del mejor y del peor Córdoba que se recuerda, decidió que era un buen momento para recordar a El Arcángel que sigue teniendo algo especial. En pleno acoso, con todos los blanquiverdes mirando hacia arriba, le metió una pelota a Strahman para que este se lanzara con todo. El gol llevó la locura al graderío. 1-0. Tres puntos. Victoria y maleficio roto. Y un cordobés marcando. ¿Qué más queréis?

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Saizar, Janse (Ayina, 80'), Iago Bouzón, Fran Cruz, Raúl Bravo, Luso, Abel, Pedro (Joselu, 58'), López Silva, Caballero y Xisco (Strahman, 69').

SD PONFERRADINA, 0: Santamaría, Carpio, Alberto Aguilar, Alan Baró, Castañeda, Juande, Jonathan, Rueda (Javi Lara, 63'), Óscar Ramírez (Marquitos, 53'), Acorán y Yuri (Juanjo, 84').

ÁRBITRO: Iñaki Vicandi Garrido (Comité Vasco). Mostró tarjeta amarilla a los locales Iago Bouzón y Janse y a los visitantes Yuri, Alberto Aguilar y Rueda.

GOL: 1-0 (93') Strahman.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la primera jornada de la Liga Adelante, disputado en El Arcángel ante 7.850 espectadores.

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