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Cristian López

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Ilusión por bandera en uno de los templos más importantes del baloncesto cordobés. Es así como debe calificarse por su historia. Cerca de 80 años suma ya el Club Baloncesto Maristas, siendo, junto al CP Peñarroya, uno de los dos clubes más veteranos de dicha disciplina en la provincia. Por tanto, la experiencia otorga una distinción que, cuando menos, hay que considerar. Y es que el aroma a baloncesto se respira ya desde el primer momento en que se accede al Colegio Cervantes. Es algo inevitable, pues nada más entrar por la puerta, la primera estampa que se contempla ante la mirada del ojo ajeno es un patio repleto de canastas. Allí no prima otro deporte que no sea el baloncesto, por gusto, por pasión, por tradición o simplemente por aclimatarte al panorama. 

Camino del centenario, que se dice pronto. Ese es el tiempo que la entidad cervantina lleva dedicando su esfuerzo en una educación para los más jóvenes a través de la práctica deportiva, intentando favorecer el desarrollo armónico del cuerpo y mente, pero siempre, tal y como ellos mismos defienden, a través de los valores maristas. Desde los 3 a los 18 años, esa es la gama de edad de la que se nutre el club, que cuenta a día de hoy con un total de 16 equipos repartidos entre todas las categorías federadas.

“Son ocho campos exteriores y el Polideportivo, por lo que con estas instalaciones no teníamos otra obligación que seguir trabajando el deporte del baloncesto”, afirma Sebastián del Rey, presidente del Club Maristas, quien subraya que “es una responsabilidad muy grande seguir año tras año manteniendo esto que es algo más que un club. Es un complemento que ha ido casi inherente a lo que es el proceso educativo del centro y que desde luego es una responsabilidad que tenemos en nuestras manos para dejarlo en las mejores condiciones posibles a las que personas que cojan el relevo”. 

Y es que es innegable, como también suele suceder en otros ejemplos de la ciudad, que el baloncesto del cuadro rojillo ha estado, por cuestiones lógicas, muy vinculado históricamente al colegio que tiene como sede. Sin embargo, la propia evolución del tiempo ha permitido que ese entorno estudiantil se abra a toda la ciudad. “Si creemos tanto en el deporte que estamos desarrollando y en nuestros valores, era muy importante abrirse. Desde hace ya tiempo creemos que era muy importante aportar a nuestro en entorno y a la ciudad, con personas que quisieran identificarse con nuestra manera de trabajar”, puntualiza el dirigente. 

Educación y deporte, valores principales del Maristas que, no obstante, nunca ha perdido de vista tampoco ese afán competitivo. Es lo que, en definitiva, motiva hacia el reto deportivo. Ahí están año tras año los resultados del club, que se ha erigido como un referente absoluto del baloncesto base cordobés y autonómico. En concreto, en las categorías femeninas es donde ha encontrado su gran punto de crecimiento en los últimos años, y eso ha hecho también que no se pierda de vista la categoría sénior, que al final es el espejo al que todos los niños y niñas quieren mirarse. 

En este sentido, el club apuesta por equipos en ambas modalidades, aunque es en las féminas donde se ha dado un paso trascendental con la reciente creación del Dobuss Córdoba Basket, plantel creado a raíz de la unión de los equipos sénior del propio Maristas y del Adeba, y que precisamente este fin de semana ha certificado su salto de categoría hacia la Liga Femenina 2. Por tanto, una apuesta que ya ha encontrado su primera recompensa. Además, parece que hay cantera para rato, pues el júnior rojillo se ha proclamado este curso campeón provincial y subcampeón de Andalucía, y en las próximas semanas afrontará el Campeonato de España. 

“Es complicado y hay gente incluso que dice que es casi imposible”, admite Del Rey, que sin embargo expresa que “lo más importante es la cantera. Si logramos tener equipos en sénior que compitan a nivel autonómico o nacional, no podemos perder de vista que tienen que ser un referente claro para los jóvenes que vienen detrás. Hay que alejarse de lo que ha pasado en otros proyectos que se ha absorbido la energía de la cantera y no perder de vista que lo importante son los niños. Y si ese trabajo es de calidad, la masa va subiendo, salen los proyectos sénior porque también los chicos necesitan un referente para seguir su práctica deportiva”. 

Y la base de todo, de largo, son los más pequeños. Ahí, el Maristas ha hecho una apuesta fuerte con la creación de una escuela gratuita en categoría benjamín, en colaboración con la Fundación La Arruzafa, que en su primer año ha llegado a contar con más de 35 niñas. Uno de los principales protagonistas en este caso es José Antonio Ortiz, técnico encargado de dicha escuela y que también este curso ha logrado hacerse con un más que meritorio cuarto lugar andaluz con el júnior masculino, quien afirma que “es súper importante que los niños, a estas edades tan tempranas, empiecen a engancharse y empiecen a sentir el gusanillo del baloncesto”. 

Y es que temporada tras temporada, aunque la vida en el curso escolar se vea paralizada, el balón no deja de resonar en el colegio. Son los botes de la historia del Maristas. Más de 80 años y un legado que aún tiene mucho camino que recorrer. En sus manos está ahora. Y también en las de los que vienen por detrás. Balón al aire. Toca ganar el siguiente salto. 

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