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El vodevil Queer de Bandaaparte en Cosmopoética

Angelo Nestore y Niño de Elche

Juan Velasco

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Hay un hilo invisible que une el poemario Adán o Nada de Angelo Nestore y la recopilación de escritos No comparto los postres de Niño de Elche. Más allá de que ambos han sido publicados en la editorial Bandaaparte, lo que los une es la memoria de la infancia cuando la sexualidad repta como una serpiente bajo los cimientos. Ayer, en Cosmopoética, Bandaaparte juntó los recuerdos de ambos en un recital que fue un vodevil: un tercio de performance, otro tercio de teatrillo surrealista, y uno más de monólogo vital.

Hubo también política en un recital rupturista que se producía más o menos a la misma hora en que la monarquía también recitaba versos previamente escritos. Y en Orive no cabía un alfiler. Gente sentada en el suelo y toda la sala llena. La poesía, apagando gritos y proclamas.

En medio de este vodevil político, Angelo Nestore se camufló entre el público para, después de que sonara una canción italiana, plantarse en el escenario y jugar con su voz, con su cuerpo y con las palabras, esas a las que es incapaz de desligar de su carga política y mucho menos de su carga sexual. “Porque en occidente hay padres / que llaman agua a un grifo / llaman hambre a un altar / En occidente hay hombres gloriosos / que buscan desde el mundo / se retuercen como un toro o una paloma”, recita Nestore.

Algo más que un poeta. Su poesía es algo más que teatro. Su teatro es algo más que un vodevil. Verlo en mitad del escenario tragando papel higiénico para luego escupirlo como extensión física de sus poemas o escuchar sus recuerdos de adolescente sobre el Claro de Luna de Beethoven es pura actitud queer. Verlo despedirse y fundirse de nuevo con el público es una representación del anhelo del joven inadaptado que dibujan sus versos.

El mismo joven, en distintas coordenadas geográficas, que pinta en sus recuerdos Francisco Contreras, Niño de Elche, o Francis, como llamaban en su familia al chaval que luego pisó los tablaos y que de los tablaos saltó a los festivales de música independiente y electrónica. Su paso por Cosmopoética fue mitad recital, mitad monólogo, pues si por algo destaca Niño de Elche es por su capacidad de hilar un discurso personal y político desde una divertida distancia irónica.

Con el público de su lado. Contreras leyó poemas y reflexiones, críticas y proclamas, todas ellas de su libro No comparto los postres. Y la imagen que dio de su infancia, rodeado de animales en una Elche decadente y postindustrial, no distaba tanto de la que ofreció Nestore. Aquel niño Francis se buscaba a sí mismo en relación a su familia.

Francis y Angelo de alguna manera vivieron una infancia Queer, y no resulta difícil recoger el hilo invisible que los une. De ahí el acierto de juntarlos en un mismo recital y en una misma editorial. Hasta ahí las semejanzas. Las diferencias, sin embargo, tampoco tardan en aflorar.

Para Nestore, que se despidió volando del escenario, las aves son libertad. Para Niño de Elche había palomas fritas con ajos y un poco de guindilla para comer. Y ya dejó claro al empezar que escribir este libro había supuesto “una tragedia gastronómica”.

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