La sala Combo, el activismo artístico y el VIH
El artista canadiense Shan Kelley expone una muestra de trabajos escultóricos, fotográficos y de vídeo en los que se abordan los múltiples interrogantes que sacuden al enfermo de SIDA en la sociedad actual
El arte es para el artista canadiense Shan Kelley (Alberta, 1977) una herramienta de supervivencia y transformación. Después de que fuera diagnosticado como seropositivo en el 2009, su trabajo se ha venido desarrollando en diferentes territorios de trabajo que tienen que ver con la relación entre arte y activismo en las políticas de identidad relacionadas con el SIDA. La Fragua y la sala Combo presentan este miércoles el trabajo que ha realizado durante su estancia de residencia en Belalcázar en el 2015
La presencia de Kelley en Córdoba no es casual. En esta ciudad, el paradigma de las relaciones entre arte, SIDA y activismo está representado por la obra de Pepe Espaliú. “Nos interesaba mostrar otra manera de acercarnos a estas problemáticas desde nuestro tiempo, para detectar los cambios que han ocurrido en esta parcela de la creación artística desde los años noventa hasta la actualidad”, señala una nota de prensa de Combo.
Con un trabajo en el que el lenguaje y el deseo del otro se tamizan con la idea de un cuerpo roto, no completo, enfermo, Shan Kelley plantea en esta exposición que lleva por título Desde un lugar en mi aún sin romper. Desde un lugar roto todavía en mí una serie de trabajos fotográficos, escultóricos y de vídeo en los que se abordan los múltiples interrogantes que sacuden al enfermo de SIDA en la sociedad actual.
En la exposición se podrán ver una serie de trabajos escultóricos que ha trabajado con papel reciclado, donde lo que fueron titulares de noticia, ahora son triturados y convertidos en material poético, dificultando la lectura a primera vista y propiciando nuevos encuentros con
esa “epidemia de significación” que fue el SIDA según Paula Treichler.
En los trabajos fotográficos, Shan continúa una serie de investigaciones que inició en Canadá y continuó en México, que se centra en los lugares de cruising que hay en todas las ciudades, espacios donde el poder es negociado entre dos personas, y el deseo de un encuentro pactado, intenso y controlado en el tiempo, escapa a las regularizaciones del espacio urbano y la “vida normal” que ocurre en nuestras ciudades contemporáneas.
Junto a esta serie de trabajos se presenta una pieza de video en la que la idea de la muerte aparece representada a través de la agonía de un insecto que demanda la intervención del otro, el que mira, el verdugo que en su pasividad deja que el insecto perezca. Esta idea de la supervivencia, es también la que aparece en otra serie de pequeñas esculturas, que simulan espacios domésticos en los que van apareciendo elementos realizados con alambres de espino, cuerdas para escapar de una ventana o escaleras con las que ascender a otros lugares. Espinas como elementos de defensa y protección, espinas que duelen pero que también transforman.
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