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De al-Ruṣāfa a la Ronda Norte: una aproximación a las almunias cordobesas a través de la arqueología

Turistas en Medina Azahara

Alfonso Alba

14 de junio de 2025 20:14 h

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Córdoba, ciudad de historia sedimentada, vuelve a mostrar bajo sus suelos fragmentos esenciales de su identidad. Durante las catas previas a la construcción de la Ronda Norte, un equipo de arqueólogos ha descubierto restos estructurales atribuibles a época emiral o califal. Los muros de tapial recubiertos con cal almagrinada, junto a cimentaciones de mampostería sin signos posteriores al siglo X, indican un enclave posiblemente mozárabe.

Más allá del hallazgo en sí —que podría asociarse a la mítica basílica de Santa Eulalia— lo significativo es su encaje en una realidad arqueológica más amplia: el modelo de almunia, fundamental en la expansión urbana de Madīnat Qurṭuba durante la etapa omeya.

En una investigación publicada en 2018 por el jefe de Arqueología del Ayuntamiento de Córdoba Juan Murillo Redondo, junto a los profesores de la Universidad Alberto León Muñoz y Fernando López Cuevas, se ofrece una revisión profunda del concepto de almunia aplicado a Córdoba, gracias, precisamente, a la cantidad de arrabales excavados durante la expansión urbanística de la ciudad de Córdoba. Lejos de ser solo casas de recreo, estas propiedades suburbanas cumplían funciones mixtas: eran residencias estacionales para élites omeyas, centros de producción agrícola intensiva, espacios de representación del poder y auténticos laboratorios botánicos.

El modelo inaugural lo encarnó la almunia de al-Ruṣāfa, fundada por el emir ʿAbd al-Raḥmān I. Según el estudio arqueológico, esta finca se situaba en lo que hoy es la Huerta de la Arruzafa, ocupando una posición estratégica junto a sistemas hídricos romanos reutilizados. Incluía jardines, huertas, zonas de explotación agropecuaria, un hammam y un salón de recepciones (maylis). Su evolución marcó el desarrollo de arrabales, cementerios islámicos y barrios industriales a su alrededor. La almunia actuaba así como un nodo articulador del crecimiento suburbano, integrando paisaje y poder, campo y ciudad.

El asentamiento de la Ronda Norte

El asentamiento hallado recientemente junto a la avenida de la Arruzafilla —cuyos restos se extienden por unos 5.000 metros cuadrados— presenta una cronología coherente con el periodo emiral (siglos VIII–IX). La técnica constructiva, los materiales encontrados y la ausencia de elementos posteriores refuerzan la hipótesis de que podría tratarse de un enclave vinculado al fenómeno almunial: una explotación agrícola islámica en los extramuros de Qurṭuba, quizás absorbida más tarde por un arrabal.

Este tipo de evolución ya ha sido documentada en el sector occidental de Córdoba, donde fundi romanos se transformaron en almunias, y estas en núcleos urbanos. La reciente evidencia refuerza lo defendido en los trabajos académicos: muchas almunias fueron focos iniciales de urbanización periférica, configurando un paisaje productivo y simbólico a la vez.

Tradicionalmente, las almunias cordobesas han sido asociadas casi exclusivamente con los círculos de poder omeya y su función palaciega y de recreo, influenciadas por menciones en fuentes cronísticas y hallazgos arqueológicos iniciales de elementos decorativos. Sin embargo, este estudio propone una revisión del concepto de “almunia” aplicado a las grandes propiedades suburbanas de la Córdoba omeya.

La definición más precisa del término “almunia”, acuñada por García Gómez a partir de referencias textuales árabes, la describe como “una casa de campo, rodeada de un poco o un mucho de jardín y de tierras de labor [...], al mismo tiempo finca de recreo y explotación”. Esta definición, posteriormente ampliada por H. Kirchner, enfatiza la doble función de las almunias como residencias de las oligarquías urbanas y explotaciones agrícolas, que en algunos casos funcionaron también como verdaderos jardines botánicos de experimentación. El estudio destaca que, desde su origen y durante toda la etapa omeya, una almunia designaba una gran propiedad periurbana que aunaba una función residencial, recreativa y de representación, vinculada a personajes reales o de alto rango, con una importante función productiva de carácter agropecuario.

Resulta paradójico que la única almunia reconocida como tal a mediados de los noventa fuera una modesta instalación agrícola, mientras que la visión generalizada se centraba en su vertiente palaciega. El término “almunia” en al-Ándalus parece tener un origen diferente al de Oriente (donde “minya” se refería a estaciones, puertos o lugares de retiro espiritual), y su uso con el sentido andalusí se popularizó con la instauración del emirato omeya en Córdoba. La complejidad del concepto también implica una similitud conceptual con la villa clásica romana, que en origen designaba el conjunto edificado (con pars rustica, fructuaria y urbana) pero que en época tardía se extendió a la totalidad de la propiedad.

Al-Ruṣāfa

Como ejemplo de este carácter polifuncional de las almunias, el estudio toma como modelo el caso de al-Ruṣāfa, erigida por 'Abd al-Raḥmān I. Fundada en el tercer cuarto del siglo VIII, al-Ruṣāfa no solo fue la residencia habitual del primer emir independiente de al-Ándalus, sino también un referente para el modelo de explotación agropecuaria característico de la Córdoba omeya hasta su destrucción en 1011. La almunia combinaba una componente económica con la de residencia estacional de marcado carácter recreativo y suntuario.

'Abd al-Raḥmān I, consciente de encarnar la legitimidad omeya perdida, estableció al-Ruṣāfa como su residencia predilecta, incluso importando plantas exóticas de Siria para su aclimatación, convirtiéndola en el primer “jardín botánico” de al-Ándalus. Posteriormente, el emir Muḥammad (852-886) realizó una profunda remodelación, incluyendo la cerca, nuevas puertas, la reconfiguración de jardines y la monumentalización con un nuevo maylis o salón de recepciones. Aunque 'Abd Allāh residió esporádicamente en ella, y en época de 'Abd al-Raḥmān III (912-961) se mantenía en perfecto estado, con extensos jardines y huertos, fue finalmente destruida en 1011.

La proximidad al complejo conventual mozárabe

Una de las grandes sorpresas de la excavación en la Ronda Norte ha sido, precisamente, la proximidad de la almunia de al-Ruṣāfa a lo que apunta a ser un complejo monástico de culto cristiano construido por los mozárabes precisamente durante esos años.

Ahora, los arqueólogos tratan de conocer las dimensiones de este complejo, si estaba o no amurallado, y la relación que podía tener con su entorno. De hecho, no es improbable pensar el control que se ejercía desde la almunia, en las alturas, sobre este edificio, donde los mozárabes podían practicar el cristianismo, siempre bajo el permiso de la autoridad omeya, en este caso.

El subsuelo de Córdoba vuelve a evidenciar la importancia de la ciudad en la antigüedad y cómo, de vez en cuando, el mito de las tres culturas regresa. En este caso, en forma de cimientos de tapial.

En el caso de la almunia, tan solo se conservan sus restos bajo la ampliación del hospital La Arruzafa, del mismo nombre. El resto del emplazamiento fue desmontado para dar paso a espacios urbanos. Las piezas más valiosas fueron trasladadas a los almacenes del Museo Arqueológico en el Silo.

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