El Kanka: “Yo no sueno en la radio, pero sí vendo entradas”
El de este viernes ha sido el primer concierto que Juan Gómez, El Kanka, ofrece en un gran escenario en Córdoba. En agosto de 2020 hizo una breve parada en la capital para colaborar en el Festival Eutopía pero poco más. Sus seguidores han tardado mucho en escucharlo en directo y quién lo iba a decir que su primer encuentro iba a ser en pandemia. Malagueño con raíces ya consolidadas en Madrid, se ha labrado su carrera a base de kilómetros al volante y de manera independiente; un esfuerzo titánico en tiempos en los que el bombardeo musical va acompañado de varios miles de euros y poco talento. Tras su exitosa gira Donde caben dos caben 3 con la que llenó los principales recintos de este país, y que acabó en el Wizink Center de Madrid, El Kanka está girando ahora con Payaso, disfrutando de cada momento y con la mirada puesta en una pronta parada para preparar un nuevo disco.
PREGUNTA (P). ¿Ha tardado en llegar este primer concierto en Córdoba en un gran teatro?
RESPUESTA (R). Es la primera vez que actuamos aquí, vaya. La verdad que este año, con la locura de la pandemia y del virus, estoy muy contento de cada concierto y, sobre todo, de hacerlo con mi equipo. El año pasado fui uno de los afortunados que hizo bastantes conciertos, pero la mayoría fue a guitarra voz. Este año, volver a encontrarme con los músicos y con el equipo técnico es una pasada porque somos 12 personas las que nos ponemos en carretera. A veces se me olvida pero durante este año ya he dado 40 conciertos. Intento mirarlo desde fuera y ver la suerte que tenemos porque, por ejemplo, el otro día me encontré con un compañero músico con el que había coincidido en festival y me contaba que estaba la cosa jodida. Por desgracia, esa es la situación, así que cada concierto hay que agradecerlo porque es una oportunidad más de estar con la gente.
P. ¿Te ha cambiado algo esta crisis sanitaria?
R. Aquello de que íbamos a salir mejores, sinceramente, me parecía demasiado optimista porque depende de cada persona. Si una persona está dispuesta a ser buena... En mi caso, de los reveses de la vida siempre intento sacar algo y aprender. Hay muchas personas a las que este parón tan gordo le ha hecho aprender algo y empezar a hacer el bien. Hay otras que, al contrario; van a lo suyo y se aprovechan de la situación para destruir. Un ejemplo muy tonto, pero es así: cuando empezó todo y desaparecían los rollos de papel higiénico. Pero vamos a ver, cabrones, ¿cuántos necesitáis? ¿Y para los demás? En mi caso, sobre todo he aprendido a valorar algunas cosas que daba por hechas, como los conciertos. El primer mes y medio del confinamiento estuve solo en casa y empecé a valorar cosas tan sencillas como tomar una cerveza con los amigos.
P. ¿Y a quién le cantabas en ese mes y medio?
R. A nadie (ríe). Me cantaba a mí mismo. La música, la guitarra, la composición y el cante sirven para comunicarte con los demás, pero también contigo mismo. Cuando empecé a tocar y a aprender no le cantaba a nadie porque era un fin en sí mismo. Me ponía en mi cuarto y me tiraba las horas aprendiendo sin nadie. Pero en el confinamiento le canté a mucha gente porque se me ocurrió aquello de una canción al día y llegamos a las 50.
P. Si este año y pico ha sido complicado para artistas con grandes discográficas detrás, ¿cómo lo ha sido para ti?
R. ¿Sabes qué pasa? Yo no sueno en la radio, pero sí vendo entradas. La gente, por lo que sea, viene a verme. En la desescalada me hice 40 conciertos, ya fuera con bandas o haciendo colaboraciones, y en el verano hice 35 actuaciones, con el miedo aún de que nos volvieran a confinar. Fue una paliza y fue duro, pero he tenido tanta suerte... Este año se están abriendo mucho más las cosas. Recuerdo que he tenido conciertos raros, como cuando actué en el Camp Nou ante 800 personas. La gente súper separada. La pandemia me pilla hace tres o cuatro años y no tengo la misma suerte. Además, en los conciertos yo he sentido el agradecimiento de la gente. Eso también me ha ayudado, así que si me quejara sería un imbécil, pero no lo soy.
P. ¿Qué sentiste en tu primer concierto tras la pandemia?
R. Muy extraño. Fue en Yebes, en Guadalajara, debajo de un árbol y retransmitiéndose por streaming. Fue una cosa muy peculiar y para muy poca gente. Creo que eran 30 personas. Recuerdo que me costó encender la guitarra porque ni me acordaba de cómo se hacía (ríe). Todo me resultó un poco raro debido al tiempo que llevaba sin dar un concierto, como hablar con el público y tener ese contacto, pero fue muy emocionante. Mira que yo hago conciertos, porque en diez años no he parado de girar, pero me sentía raro. Hay músicos a los que les gusta más el estudio pero la gran mayoría preferimos el directo.
P. Tocar ante tan pocas personas no sé si te recordaba a cuando actuabas en bares.
R. Bueno, no tanto porque todos los años he hecho conciertos para poca gente, como fue en 2019, cuando fui a Latinoamérica. Hay países en los que he tocado para 300 personas y voy yo solo con la guitarra. Estos conciertos son como una especie de expedición que hago yo solo antes de ir con la banda. También hemos hecho ciclos chiquitos de conciertos, por lo que estoy muy acostumbrado a tocar para poquita gente. Por eso te digo que cinco meses sin cantar delante de la gente a volver a conectarme con el público, ha sido algo súper bonito. Ha sido muy emocionante volver porque ves a la gente con muchas ganas de escuchar y vivir la música en directo; esas personas que salen de trabajar y están deseando que llegue el finde para ir a escuchar a su cantante favorito. Todo eso lo he echado mucho de menos.
P. Entonces, hasta el público ha cambiado su actitud en los conciertos.
R. Un poco sí porque quizás el público también ha valorado la música en directo. La gente tenía todo súper normalizado hasta que llegó la pandemia. También creo que hay menos miedo. Es que imagínate que todo lo que nos ha pasado vuelve a ocurrir: otro virus, otro confinamiento... Puede pasar, por lo que tenemos que aprovecharlo todo y agradecerlo. Esas sensaciones yo las noto en los conciertos.
P. ¿Y las edades del público también han cambiado o es complicado adivinarlo tras las mascarillas?
R. (Ríe) Es complicado. A mí siempre me ha venido a ver gente de edades muy dispares. Quizás, en los primeros conciertos tras la pandemia sí venía más gente joven y las personas de 60 o 70 años que acudían dejaron de hacerlo por miedo.
P. ¿Qué va a pasar en 2022: pararás para un nuevo disco o seguirás de gira?
R. Voy a parar. Por primera vez en diez años me voy a meter únicamente en el estudio para preparar el próximo disco. Tengo más de 20 canciones y tengo que hacer una criba porque no puedo hacer un álbum tan largo. Creo que elegiré 12 y la previsión es que se publique a finales de 2022 o principios de 2023. La cuestión es que yo he sacado discos muy seguidos y después publiqué el EP con tres temas. Es que no he parado.
P. ¿Cuántas veces te han dicho payaso?
R. (Ríe) Afortunadamente, muchas veces. Creo que es algo muy positivo y lo que reivindico en la canción de Payaso es que parece que es un insulto pero, para mí, es todo lo contrario. Joe, con lo bueno que es reírse y mucho más ante las adversidades y las malas cosas que nos trae la vida. Me parece impresionante la risa o la burla y no debemos tomarnos las cosas tan en serio. Para mí, los compañeros payasos, humoristas, chirigoteros o murgueros son héroes y les estoy muy agradecido por su modo de vida.
P. ¿A quién nunca te tomarías enserio?
R. Me da mucha pena la clase política. Creo que debería ser una cosa apasionante y que todos estuviéramos enganchados a ella, aunque a veces prefieras un estilo político a otro. Pero es que la gran mayoría de la población, entre la que me incluyo, hemos perdido la esperanza. No me creo ni a los que me gustan más y eso es una pena muy grande porque no debería ser así. La política se creó por el ser humano para coordinarlo todo, para que la sociedad estuviera más organizada, y se puede hacer de muchas maneras. Pero cuando ves cómo está la política de verdad, llena de intereses, la mayoría egoístas, y de apariencias, que no es otra cosa que mentir, te vas desganando. Cuando era jovencito era más optimista pero según me hago mayor veo viendo la calaña que hay. Es como lo que está pasando en Afganistán. No me cabe en la cabeza que siga muriendo gente por una causa o por otra, todas injustificadas. No soy religioso pero sí creo que hay algo sagrado: la vida, nazcas donde nazcas y pienses como pienses.
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