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REPORTAJE

Las María Lejárraga andaluzas cuya obra custodia el archivo de la SGAE

De izquierda a derecha: Lola Ramos de la Vega, Casilda Antón del Olmet, Gloria de la Prada y Colombine

Juan Velasco

Madrid —

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En el subsuelo del Palacio de Longoria, uno de los edificios modernistas más impresionantes de Madrid, se esconde el “Museo del Prado de la zarzuela”. El género lírico español por antonomasia vivió su época dorada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, más o menos al mismo tiempo en que en Europa y España comenzaban a surgir las sociedades de autores y se introducían términos como los derechos de propiedad intelectual.

Una época dorada para el género que no se entiende sin la aportación de Andalucía como cultura, escenario e inspiración para muchas de las obras cumbre de este estilo y tampoco sin las obras de los autores andaluces, entre los cuales también hubo mujeres que lograron colarse en un mundo de hombres y que cayeron el olvido.

Un olvido que se intenta convertir poco a poco en memoria en ese subsuelo del Palacio de Longoria, que antes fue la cámara acorazada de un banco, y que es donde está el Centro de Documentación y Archivo (CEDOA) de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Se trata de un espacio que recoge miles de obras y manuscritos originales, entre ellas muchas de las que legaron los pioneros que formaron la Sociedad de Autores Españoles (SAE), origen de la actual SGAE, que cumple 125 años en activo en 2024.

Un aniversario redondo que están celebrando abriéndose a la sociedad, bien a través de un nutrido programa de actos culturales que se va a celebrar en distintos puntos de España y el mundo, bien dando a conocer algunos de los secretos que esconde su archivo documental, ese “Museo del Prado de la Zarzuela” del que habla el presidente de la SGAE, Antonio Onetti, y que custodia y desentraña Mari Luz González Peña, licenciada en Historia del Arte y en Musicología por la Universidad de Oviedo, y que empezó a trabajar en SGAE en 1989.

González Peña recibió este jueves, junto a Onetti, a una delegación de periodistas andaluces para mostrar la huella andaluza que hay en el archivo de la sociedad y que se remonta al mismo año de la fundación. Y es que, según señaló Onetti, aunque las cabezas visibles fueron el comediógrafo y periodista Sinesio Delgado y el compositor Ruperto Chapí, en el grupo de fundadores de la sociedad estaba también Eugenio Sellés, un periodista, político y dramaturgo español nacido en Granada, y que se sumó al resto de autores que fundaron la SAE motivados por la aprobación de la Ley de Propiedad Intelectual española de 1879 y el Convenio de internacional de Berna de 1886.

El resto de aquel grupo lo formaban Miguel Ramos Carrión, José Francos Rodríguez, Tomás López Torregrosa, Carlos Arniches, Quinito Valverde, José López Silva, Eusebio Sierra y Vital Aza, que fue el primer presidente. Tuvieron que pasar dos años para que una mujer se diera de alta como socia en la SAE.

Las otras María Lejárraga de la SGAE

Y fue andaluza. Se llamaba Casilda Antón del Olmet. Nacida en Huelva en el seno de una familia culta y acomodada, esta escritora se trasladó a Madrid en su juventud, relacionándose con los círculos intelectuales y políticos y comenzó a publicar poemas. Su primera y única obra teatral, En conciencia, fue una comedia dramática en tres actos, que se estrenó en el Teatro Español de Madrid el 20 de abril de 1901, el mismo año que entró en la SGAE, abriendo el camino a otras mujeres que, como ella, compartían ciertos rasgos sociales e ideales.

Mari Luz González Peña ha estudiado a muchas de ellas, y destaca el impactante papel desempeñado por las mujeres en el mundo de la zarzuela, un ámbito durante mucho tiempo dominado por hombres. Especialmente notable es el caso de la antequerana Natividad de Rojas, la primera mujer en estrenar una zarzuela en España. Fue el 24 de enero de 1865, en el Teatro del Circo de Madrid, bajo el título Una apuesta en la velada de San Juan, de la que escribió música y letra.  

Casilda Antón del Olmet y Natividad de Rojas son dos nombres que siguen siendo desconocidos para el gran público, como también los son la sevillana Gloria de la Prada, la malagueña Adelaida Muñiz, la sevillana Blanca de los Ríos, Colombine (pseudónimo de la almeriense Carmen de Burgos), o Lola Ramos de la Vega, soprano, actriz y dramaturga española (que escribió una zarzuela cómica titulada Un cordobés, estrenada en el Gran Teatro de la ciudad en 1907).

“Todas estas mujeres, unas más que otras, provenían del feminismo católico; otras eran más revolucionarias, pero, en la medida de lo posible, todas tenían muy claro lo de que la mujer tenía que educarse, eso es un mantra que llevaban todas”, explica González Peña, que recuerda que Gloria de la Prada “a veces reflejaba incluso en las letras de sus canciones el diferente rasero que había para medir al hombre y a la mujer”.

En todas ellas es común su visión pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y la educación (algunas como Colombine abogaron incluso por el divorcio), como también lo es que, después de la Guerra Civil, muchas desaparecen, y su obra se prohíbe, como le ocurrió a la más conocida María Lejárraga, cuya obra se ha recuperado gracias a un documental en cuyo proceso de documentación participó la SGAE.

La archivista pasa buena parte de sus jornadas laborales sacando a la luz a estas mujeres que durante mucho tiempo han estado ocultas, y cuyas obras están en el archivo de la SGAE, donde Andalucía tiene un enorme peso, especialmente en lo referente a la zarzuela. Andalucía, y también Córdoba.

La huella cordobesa

Porque, según explicaba Onetti, poco después de la constitución de la Sociedad de Autores Españoles (SAE) el compositor Ruperto Chapí le cede todas sus obras a la Sociedad. Y, entre ellas, están La revoltosa y El puñao de Rosas, esta última, una zarzuela de costumbres andaluzas ambientada en Córdoba, con libreto de Carlos Arniches y Ramón Asensio.

Según explicó el presidente de la SGAE, El puñao de rosas se estrenó el 30 de octubre de 1902 en el Teatro Apolo de Madrid, y cuenta una historia que arranca “en el rellano pintoresco de la sierra de Córdoba”.

No es la única obra “cordobesa” que aparece en la visita al archivo de la SGAE en Madrid. También está ¡Viva Córdoba!, una obra lírica en un acto compuesta por Joaquín ‘Quinito’ Valverde con libreto de Carlos Fernández Shaw y Ramón Asensio Mas. Después de su estreno en 1902, permaneció en los archivos de SGAE, y no se registró fonográficamente hasta el año 2019, cuando lo hizo la Orquesta de Córdoba.

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