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Un libro rebate el cliché sexista de Julio Romero de Torres y revaloriza su visión sobre la mujer

Cuadro 'La Rivalidad' de Julio Romero de Torres.

Aristóteles Moreno

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Un nuevo libro sobre Julio Romero de Torres intenta rescatar la obra del popular pintor cordobés del estereotipo que lo inmortaliza como el artista conquistador que sublimó a la mujer morena andaluza. El desafío de la historiadora del arte Amelia Rodríguez es mayúsculo: no es empresa fácil escindir la imagen tradicionalista del pintor plasmada durante décadas en billetes, almanaques, souvenirs, etiquetas y resonancias del folclore andaluz. Gracias a toda esta colosal campaña de propaganda, su popularidad se disparó hasta cotas elevadas al tiempo que era preso de un “cierto desprestigio”.

La autora de Visiones de Julio Romero de Torres busca “revalorizar” la obra de un pintor que “merece su lugar en el ámbito académico como artista clave en la primera mitad del siglo XX” y cuyo estilo pictórico hunde sus raíces en las vanguardias europeas. En su trabajo de investigación, realizado en el marco de un proyecto de innovación docente de la UCO, la especialista se ha sumergido en la hemeroteca de la época para analizar el contexto político, social y artístico en que se desarrolló su obra.

Lo que la investigadora se propone es neutralizar los clichés “trasnochados” sobre el pintor, apartarlo de la arcaica “imagen patriarcal” que lo recubre y relanzarlo como un artista que imprimió “dignidad” a la mujer de principios de siglo, según reza el prólogo de la obra, firmado por el profesor Pedro Marfil, coordinador del proyecto académico. Para ello, intenta desmantelar los estereotipos sobre Julio Romero que tras la Guerra Civil sembró Alfonso Patrón de Sopranis, marqués de Casa Vargas-Machuca, en un libro decisivo que cimentó el perfil folclorista que lo ha encapsulado durante décadas.

Sopranis formaba parte de la burguesía aristocrática de Jerez y contaba con una sólida formación cultural. Escritor, abogado y arqueólogo, fue destinado a Córdoba en 1937 donde descubre el Museo Julio Romero de Torres, que acaba de ser reformado. Publica su libro sobre el pintor cordobés en 1943 y es, a juicio de Amelia Rodríguez, un “claro ejemplo de interpretación sesgada de la obra de Julio Romero” porque la reformula como “instrumento de una ideología”. Alfonso Patrón de Sopranis pertenece a la Falange y es un firme defensor de la sublevación franquista que laminó la primera experiencia democrática de España.

En su obra, el arqueólogo e historiador jerezano vierte “ideas imperialistas y referencias a la patria”, a la vez que atisba la “mano divina inspiradora del genio creador” del artista cordobés. Conforme a la visión tradicionalista promovida por el nuevo régimen, la mujer para Sopranis es una mera engendradora de la “raza ibérica” y “transmisora de su moral en el hogar a través de su papel de madre”. En su perspectiva patriarcal del nuevo orden social reserva a Julio Romero la función de “intérprete del alma nacional” que debe ponerse a salvo de los “extranjerismos”.

Sopranis barnizó la obra del pintor cordobés de folclorismo nacionalcatólico y la propaganda franquista la elevó después a emblema patriótico hasta la saciedad. Eso es precisamente lo que la historiadora del arte de la Universidad de Castilla la Mancha se propone desmantelar en su minucioso estudio. “Me he esforzado en rebatir la idea de que estamos ante una obra producto del folclore de pandereta y de la españolada vacía plagada de tópicos”. En su lugar, Amelia Rodríguez, defiende la impronta de un pintor de “conceptos profundos, pasiones, perversiones y obsesiones”.

Para comprender la obra de Julio Romero de Torres, subraya el profesor Pedro Marfil, hay que situarla en el marco de las profundas transformaciones sociales y políticas de la época. El pintor cordobés fallece en 1930, a las puertas de la gran movilización popular que acabó derribando la monarquía y propulsando las decisivas reformas democráticas que trajo la II República. “Hubo un movimiento ciudadano enorme para que se le dedicara a Julio Romero una casa museo, que justo se inaugura en el momento de cambio de régimen”, recuerda Marfil.

El nuevo Gobierno republicano se implica en la inauguración del museo y se dispone a encumbrar al autor de La chiquita piconera al pedestal de símbolo nacional. Al acto de apertura asistieron hasta Alcalá Zamora e Indalecio Prieto, puntualiza Marfil. Y el Ejecutivo republicano “manipula” la figura de Julio Romero para presentarlo como el “pintor del pueblo”. Seis años después, Alfonso Patrón de Sopranis le da un giro copernicano a la mirada sobre el pintor y lo convierte en el “sostén de la sociedad tradicional”.

Me he esforzado en rebatir la idea de que estamos ante una obra del folclore de pandereta y de la españolada vacía plagada de tópicos

Julio Romero de Torres en su museo de Córdoba está escrito desde una “perspectiva ideológica falangista”, abunda el profesor Pedro Marfil, que luego “asume el franquismo y lo perpetúa en el tiempo” como expresión de la “mujer tradicionalista”. Ese cliché no ha variado sustancialmente con el paso de las décadas, pese al esfuerzo de numerosos expertos contemporáneos, hasta el punto de que todavía muchos visitantes se acercan al Museo sometidos al prejuicio. “Lo han mamado en el colegio”, explica el historiador del arte y arqueólogo de la UCO.

“No ha existido una reflexión seria sobre este tema”, subraya Pedro Marfil. “La pieza clave ha sido Alfonso Patrón de Sopranis, que impregna su obra de ideología”. Bajo ese prisma, el libro de Amelia Rodríguez es “innovador” y sitúa al artista en la vanguardia de su tiempo. “Desde el punto de vista de los estudios de género, muestra a una mujer digna y libre en consonancia con los movimientos de liberación femenina de entreguerras” y desmantela la visión de “mujeriego y conquistador” que se le ha adjudicado sistemáticamente al artista cordobés.

El libro ha sido editado exclusivamente en versión digital y en pocas semanas ha superado el millar de descargas. “La cultura de la investigación debe fluir gratis para que todo el mundo pueda acceder a ella. En este sentido, esta obra es una reacción contra las revistas científicas que cobran a los autores y no están abiertas para todos los lectores”, concluye Marfil.

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