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LOS TESOROS DE 'CAMBIO DE ERA' REPORTAJE

La evolución de los ritos funerarios de la época tardoantigua a través de 'Cambio de Era'

Ritos funerarios en la exposición Cambio de era. Córdoba y el Mediterráneo Cristiano

Juan Velasco

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De la marginación romana que condenaba a los muertos a yacer extramuros a la integración en las ciudades con el culto cristiano y la idea de que la muerte no es el final. Los ritos funerarios que todavía perviven en Europa mantienen rasgos tanto de la herencia romana como de la fe cristiana. Esto se percibe en la exposición Cambio de era. Córdoba y el Mediterráneo cristiano, que en la Sala Vímcorsa expone varias piezas llegadas de distintos puntos del Imperio Romano y que muestran a la perfección este tránsito ritual.

El comisario de la Sala Vimcorsa, Óscar Fernández, señala que estas piezas del mundo funerario paleocristiano sorprenden precisamente por la unidad estilística. Así, esta unidad se percibe en la tipografía, y en la iconografía, que, aunque mantiene la herencia del mosaico romano (las telas o los togados), comienza a incorporar gestos y detalles de la liturgia religiosa cristiana.

Así, a símbolos ya presentes como el crismón o el alfa y el omega, se incorporan la paloma o el gesto de los dos dedos para bendecir. Todo ello presente, curiosamente, a lo largo y ancho de lo que fue el imperio romano en la época tardoantigua, de Huesca a Tarragona, y de Tarragona a Túnez.

“Estas piezas permiten apreciar cómo la cultura romana, que es global en el contexto del Mediterráneo, va adoptando como iconografía oficial el mundo de la religión cristiana”, señala Fernández, que también precisa que esta parte de la exposición permite ver cómo fue la evolución del rito funerario.

La epigrafía como fuente histórica

¿Qué se mantiene con la llegada del cristianismo? La idea de las inscripciones funerarias ya estaban presentes en el mundo romano y el cristianismo también las incorpora a su rito mortuorio.

“La historia de Roma se ha hecho mucho a través del mundo funerario, porque tenían una obsesión por perdurar en el tiempo, tener un legado y fijar una memoria. Todos en sus tumbas se reivindicaban: quién fue, lo que hizo, quiénes fueron sus hijos… Eso, claro, es muy interesante para el historiador, que carece de fuentes escritas. Porque la epigrafía era muy importante”, reflexiona Fernández.

En la época paleocristiana sigue vigente la memoria a través de las tumbas y los sarcófagos, si bien, por primera vez, se les incorpora en las ciudades. La Sala Vimcorsa, de hecho, muestra en una pared una recreación de cómo estaban planteadas las primeras iglesias, que eran muy elementales y alrededor de las cuáles se establecía el campo santo. 

Así, mientras que en el mundo antiguo los enterramientos se hacían extramuros, motivados tanto por la superstición como por cuestiones de salud, con la modernidad comenzamos a crearles espacios y a integrarlos entre nosotros.

“Con el mundo cristiano se empieza a incorporar la idea del culto a los muertos, por la fe en el cielo y el infiero y en la idea de que la muerte no es el final y, como la muerte no es el final, los muertos están más presentes”, añade el comisario de la Sala Vimcorsa.

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