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Escrache a Góngora

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Marta Jiménez

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Góngora y sus vecinos de la Córdoba de finales del XVI lograron anoche, y  por sorpresa,  romper la cuarta pared en la presentación de Todo es de oídas, el  libro de Amelia de Paz que narra con rigurosa fidelidad documental un proceso inquisitorial contra un inquisidor

Todo es de oídas,

El inquisidor Jiménez de Reinoso interrumpió anoche a la gongorista Amelia de Paz mientras presentaba en Córdoba Todo es de oídas (Renacimiento, 2014). El miembro del Santo Oficio llevaba camiseta heavy-metal y peluca, y tras él, aparecieron de entre el público que acudió a la Casa Góngora , un historiador, el inquisidor de Sevilla, una criada morisca, un caballero cordobés o la amancebada de Reinoso, María de Lara. Inesperadamente, los personajes del libro de De Paz, protagonistas reales del proceso contra el inquisidor Reinoso que transcribe el libro, cobraron vida y dieron la vuelta a la presentación. Un escrache teatral con lenguaje del Siglo de Oro del que tuvieron la culpa alumnos y exalumnos de la autora, aficionados al teatro, del instituto madrileño donde enseña literatura.

Los presentes pudimos oír “la voz” de cordobeses de finales del XVI, algunas de las voces de un libro que ha logrado reproducir fielmente una historia que habían sepultado los archivos durante cuatro siglos. Góngora no solo dio su testimonio de viva voz, como era lo común, en este proceso inquisitorial fechado en Córdoba en 1597, sino que lo escribió en un memorial “cuya intencionalidad lleva a diferentes interpretaciones”, dijo ayer la investigadora en Córdoba. La firma de este escrito fue el autógrafo de Góngora que la autora encontró en un legajo del Archivo Histórico Nacional hace dos años, un hecho que abrió hasta el Telediario de la noche del 29 de mayo de 2012. Aunque lo verdaderamente novedoso fue que el memorial que entregó Góngora no solo iba firmado por él, sino que eran cinco folios escritos de su puño y letra. Desde el siglo XIX no se encontraba ningún texto de su mano.

Con la difusión de este proceso de Góngora contra el inquisidor Reinoso, la autora deja hablar a los documentos reproduciendo, de la primera a la última sílaba, cómo se contó esta historia ante el tribunal. “He sido como el hombre invisible”, confesó Amelia de Paz en la Cátedra Góngora, “la intención es la de no juzgar a nadie ni hacer excesivas concesiones al presente”, puntualizó.  Todo es de oídas se escribió “en favor de la verdad histórica”, esa que, según Pío Baroja, es “el folletín de las personas serias”. El lector encontrará en sus páginas un retrato auténtico de Góngora y del mecanismo interno del Santo Oficio.

En contra de los prejuicios del presente, la autora recordó que la Inquisición de la época “era tan temida como admirada”, además de “un instrumentos de predominio local para un caballero como Góngora”. Córdoba “se dibuja con viveza” en estas páginas con testigos de todas las capas sociales en la que “la salsa está en los detalles” para De Paz. Son personajes variados “que dan su versión de los hechos y retratan su mundo”, que es la Córdoba de las postrimerías del siglo XVI. Por otro lado, muchos de los testigos también nos dan a conocer al Góngora treintañero, “tan poco conocido” para el gongorismo, y hasta el propio Reinoso lo acusa de haberse inventado la historia afirmando que “es composición de su cabeza porque vive de eso”.

En cuanto a Góngora y su época rompiendo anoche la cuarta pared en Córdoba, y con la dificultad añadida del lenguaje del Siglo de Oro, Amelia de Paz no dudó en expresar que al poeta “no le viene mal un poco de aire fresco”, en referencia al apellido inaccesible que suele acompañar a los versos de don Luis. “Góngora es de todos y hacemos mal en dejarlo en manos ajenas”, sentenció la investigadora.

Preguntada al final del acto por sus planes de proseguir “escarbando” en los archivos, Amelia de Paz respondió afirmativamente aunque puntualizó que lo hará “sin pretensiones”, ya que un archivo “te da lo que quiere y tienes que estar a pie de papel”. Una actividad investigadora que la autora definió como “vicio”, algo inherente al ser humano desde que el mundo es mundo y sea de la época que sea.

Todo es de oídas se recomienda “de obligada lectura en universidades y lupanares”, en palabras del académico Francisco Rico.

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