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Cine de verano (IV). Hoy: ´Pauline en la playa´

Fotograma de 'Pauline en la playa'

Juanjo Fernández

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Imagina que una noche tórrida como las que conoces, en un cine de verano, entre paredes encaladas, ves Pauline en la playa (Éric Rohmer, 1983). 

Imagina que en la gran pantalla aparece una luminosa playa de Normandía fotografiada por Néstor Almendros. Que allí están Pauline, su prima Marion y unos cuantos más. 

Imagina que pisas la arena de esa playa, que una vez se tiñó de sangre, y que hoy, en esa peli, se tiñe de amor (tal vez) y de deseo (seguro). 

Y lo haces comiéndote un helado o tomándote un gin tónic y rodeado por el perfume de los jazmines, la dama de noche y del hachís que exhala una pareja que estás dos filas más atrás. 

Rohmer, en la tercera entrega de sus Comedias y proverbios, hace aquí su personal visión de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. 

Hay que recordar aquí a Fernando Trueba que escribió un “Diccionario personal del Cine”, donde en la entrada S decía: “Shakespeare: el primer guionista de cine cuatrocientos años antes de que se inventara el cine”.

La definición es perfecta, divertida y, sobre todo, cierta. 

Hay en los amores de verano argumentos cínicos o posesivos, también idealistas o sinceros. Hay deseo y un “freno de mano” puesto. 

Supongo que es porque los veranos están para acabarse o, al menos, les ponemos, o les suponemos, un final. 

´Pauline en la playa´es preciosa por miles de razones, porque a los de secano nos traslada a la feria de agosto del pueblo, porque a los viejos nos devuelve a la adolescencia, a los adolescentes porque los retrata, a los que fueron años seguidos a la misma playa y cambiaron cada año de amor, pero no de deseo, también los retrata. 

Imagina que ves esta película francesa y la luz y la brisa de las playas de Normandia te refrescan la vista y el cogote en un patio de Córdoba. 

Imagina que quieres besar a quien te acompaña en mitad de la función y estás solo. 

Y ves tus veranos de antes pasar veloces fotografiados por Néstor Almendros. 

No fueron en Normandía; fueron en Conil, en Los Boliches, tal vez en la verbena de Trasierra. Qué más da.

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