Cine de verano (I): Hoy 'Esplendor en la hierba'

Elia Kazan fue un grandísimo director (Al Este del Edén; Un tranvía llamado deseo; Un rostro en la multitud; Baby Doll; Pánico en las calles…) y un delator hijodeputa en tiempos del mcCartysmo y la caza de brujas.

Creo que eso nos debería dar igual, pero es difícil obviarlo.

Yo, espectador magnánimo, salvo de toda sospecha al grecoturco emigrado Elia Kazan sólo por haber dirigido “Esplendor en la hierba”. Por haber puesto al límite a los chavalitos que se retorcían en los ejercicios del ´Actor´s Studio´, como Warren Beatty o la impresionante Natalie Wood, tan frágil y tan compleja como la hija de tus vecinos que estudia en el instituto del barrio (hoy con chándal, antes con faldita plisada).

Por retratar el capitalismo salvaje y los anhelos fantasmagóricos de un mundo que se va a quebrar en 1929. Por la ignorancia y la frivolidad con la que siempre, hoy también, se tratan las enfermedades mentales. Por como las asume el sistema como “cosas que pasan”.

Por cómo nos habla de las relaciones tóxicas y el bullyng cuando en los años sesenta del pasado siglo eso no tenía ni nombre.

Porque en una secuencia aparentemente naive Warren Beatty empuja a la Wood por los hombros hasta arrodillarla a la altura de su cintura.

Por lo que no vimos entonces y ahora vemos al revisar esta joya.

Por los versos de Wordsworth que le dan título:

Aunque nada pueda devolvernos los días

del esplendor en la hierba y de la gloria en las flores,

no habremos de entristecernos, sino más bien

reconfortarnos con lo que ha quedado. 

Versos de resignación. Versos tristes. Como la secuencia final, cuando Warren Beatty le dice a su actual esposa que Deanie (Nataly Wood) no es que “una amiga del instituto”.

¿A quién no le ha pasado o le va a pasar una cosa así?