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Juan Velasco

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¿Ese tipo de poesía reivindicativa, quién la escribe? No hay gente que lo haga. Hay más poetas líricos, de la experiencia, pero no hay una voz similar a la de Gata

Alejandra Vanessa

Fue el de marzo de 2017. Dos días después del 28F, una joven poeta cordobesa moría en Madrid dejando un disco a punto de editar y un poemario recién publicado. Aquel día, se iba Ana Isabel García Llorente y comenzaba a fraguarse para siempre el mito de Gata Cattana. Tenía 25 años y una carrera rutilante por construir en el mundo de la poesía, el rap y el pensamiento. Todavía hoy, cinco años después de su partida, su nombre es sinónimo de futuro y no de pasado.

También todavía hoy estremecen las fechas. Cinco años. Cuando surge la efeméride, hay quien se sorprende de lo severo que es el tiempo y, a la vez, de la habilidad de la gata para escalar por sus tejados. Porque la figura de Gata Cattana está tan presente que todos los 28 de febrero, cuando hay que hablar de referentes andaluces, y todos los principios de marzo, cuando se celebra el 8M, vuelve a llenar los muros de Facebook, las stories de Instagram y los hilos de Twitter. Del mismo modo que su rostro y sus versos están en las paredes de las ciudades y los pueblos.

“Alguien se ha dedicado a pintar mil veces Gata Cattana por mi barrio. Seas quien seas, me caes bien”, escribía una usuaria en Twitter el 27 de febrero. “Ya lo dijo Gata Cattana «me pilla un poco mal la tercera mundial ahora»”, se puede leer en otro muro. Los mensajes se multiplican y llenan el vacío que dejó la escritora, cantante y politóloga cordobesa, una voz que, todavía hoy, cinco años después, sigue siendo tan poderosa que nadie ha querido o podido cogerle el relevo.

“No hay una figura semejante. También es verdad, que buena parte de su figura se construye después de su muerte. Esa es la auténtica catástrofe”, reflexiona al respecto el politólogo malagueño Jesús Jurado, que acaba de publicar La generación del mollete: crónica de un nuevo andalucismo (Lengua de Trapo), una interesante reflexión en torno al movimiento identitario sociocultural que se ha dado en Andalucía en los últimos años y en el que una de las figuras clave es precisamente Gata Cattana. Alguien que, como reconoce Jurado, ni siquiera tuvo que autoerigirse líder de ninguna corriente.

Para ella, la identidad andaluza está en primer plano. Y su pensamiento se construye desde una posición andaluza

Jesús Jurado

Gata Cattana fue, de hecho, precoz a la hora de pulsar las teclas de una serie de movimientos que ya estaban ahí y que, con posterioridad, han eclosionado de forma exponencial en los últimos años. Fue un faro que iluminó rincones que estaban oscuros antes que otros. “Ella tuvo un peso decisivo al ponerle voz al movimiento feminista cuando estaba creciendo, pero de forma muy latente, de forma casi silenciosa. Fue de las primeras en hacer un rap feminista muy potente”, afirma Jurado, que vincula sus versos y sus barras con la eclosión del feminismo andaluz.

Un feminismo al que, además, ella se aproximó con su propia mirada, esquivando “esquemas pensados desde las grandes capitales o la metrópolis”. “Lo hizo a través de la experiencia de sus ancestras, de su familia, y su pueblo. En este ámbito, fue capaz de trazar una serie de imágenes potentes que resumen tanto el feminismo andaluz como la cuestión generacional, que es algo que yo también he querido abordar en mi libro”, indica Jurado, que reconoce en la rapera y poeta un discurso en el que “la identidad andaluza está en primer plano”.

De hecho, advierte de que no se puede desligar a Gata Catta del feminismo andaluz. “Su pensamiento se construye desde una posición andaluza, reconociéndolo, poniéndolo en valor, y teniéndolo en cuenta como una de las subalternidades que son fundamentales para pensar en el feminismo de hoy”, resume el autor de La generación del mollete

La activista y escritora almeriense Noelia Cortés también apunta a esta vertiente geográfica a la hora de valorar su trayectoria. “De las voces de mujeres andaluzas ha sido la que mayor eco ha tenido en los últimos años. Fue una gran luchadora por Andalucía”, señala la autora del poemario Del mar y la muerte (La Carmencita, 2021), que considera muy relevante en la mirada de la rapera tanto su formación en Ciencias Políticas como su aproximación a la cultura flamenca desde niña. “Tenía un interés muy profundo en analizar las cosas desde la política, y eso explica que se adelantara a todos estos movimientos”, afirma.

Cortés, que este año cumple la misma edad que tenía Gata Cattana cuando falleció, apunta además a otra cuestión esencial en la voz de la cordobesa: “Hay veces que la pongo a ella porque me contagia la rabia y el espíritu con el que decía las cosas”, reconoce la activista. Efectivamente, Gata Cattana será siempre una voz joven y un emblema de todo lo bueno que implica la creación y la reflexión vital en ese momento mágico de la vida que hay entre la adolescencia y el mundo adulto.

Veo cada vez más voces vacías que, a través del marketing, cogen los símbolos que defendía Ana, pero detrás no hay nada

Noelia Cortés

La también poeta Alejandra Vanessa, que pertenece a una generación mayor, ha conectado con la autora por esta vía. Tanto, que en el último año ha participado en varios recitales y actos en homenaje a Gata Cattana en Córdoba. Vanessa, de hecho, destaca una vertiente que, además, suele pasar muy inadvertida en la obra de la malograda poeta.

“Lo que más me gusta, porque me identifico también con ella, es por su gamberrismo, en el buen sentido de la palabra. El gamberrismo de Ana me recuerda al gamberrismo de Gloria Fuertes”, señala la autora cordobesa, que resalta la importancia que tiene para ella que “una poeta y cantante cordobesa, alguien tan creativa, sea tan admirada y tan seguida”. 

Aunque, cuando se plantea la cuestión de si su voz ha encontrado relevo en la poesía contemporánea, Vanessa muestra sus dudas. “¿Ese tipo de poesía reivindicativa, quién la escribe? No hay gente que lo haga. Hay más poetas líricos, de la experiencia, pero una voz similar a Gata, con esa profundidad y con esos referentes no la encuentro. Si la hay, no se me ocurre ninguna ahora mismo”, confiesa la escritora cordobesa sobre la poeta y rapera a la que nunca llegó a conocer en vida.

Quién sí la conoció fue su amigo, el cantante Juancho Marqués, con quien compartió amistad y estudio de grabación, y que atiende a este periódico desde México. Por la parte personal, Marqués reconoce que la cantante dejó “un vacío enorme entre quiénes la conocieron”. Un vacío que, además, se suele llenar a menudo de preguntas sobre “qué hubiera llegado a crear artísticamente si no hubiera ocurrido esa tragedia”.

“Probablemente, ella, por su forma de ser, estaba más preocupada en la forma de hacer las cosas que en intentar llamar la atención superflua. A veces ocurren estas cosas: la muerte da vida a la parte artística y, sobre todo, es importante cuando la obra tiene tanto peso artístico, como es este caso. La verdad es que veo mucho movimiento a la hora de poner en valor su trabajo y su obra”, apunta el rapero madrileño, que reconoce que su sensación es que, a pesar de los reconocimientos póstumos y los homenajes, “la gente no ha llegado a conocerla lo suficiente”.

Marqués recuerda una conversación con Ana. “Cuando crecimos los dos teníamos la sensación de intentar salir de nuestro lugar de origen. Porque se nos quedaba pequeño, porque pensábamos que en los pueblos la gente no te entiende y tienes que salir para crecer. Pues fíjate, yo recuerdo, en los últimos años de su vida, hablar con ella y ella sentirse fuera de lugar. Toda su obra hablaba de volver. De esa sabiduría de los pueblos. Ella se dio cuenta de que, al final, su casa estaba ahí y que tenía más de Adamuz de lo que ella pensaba”.

Más recuerdos de Marqués: La primera vez que escuchó a la cantante recitar la canción Desértico en un concierto que dieron juntos en Galicia. “Tenía frases sentenciadoras como la de '10.000 oyentes bien usados son un ejército' o 'jurando bandera sobre un folio en blanco', que, de hecho, la tengo en mi bio de Twitter”, afirma. El cantante madrileño, además, apunta que el hueco que dejó resulta muy difícil de llenar. “Es que tenía unos conocimientos geopolíticos muy amplios y, si te das cuenta, sus canciones son un aprendizaje constante. Es muy difícil pillar algunas de las referencias que tiene. Yo todavía, cuando las escucho, hay cosas de las que no había sido consciente”, reconoce Marqués, que considera a Gata Cattana como alguien “insustituible o única”.

Eso de la típica canción que te hubiera gustado escribir a ti. Con ella me pasaba siempre

Juancho Marqués

“A mí, de hecho, lo que me gustaba de ella, y que a lo mejor no veo en otros artistas, es la facilitad con la que escribía cosas que uno siente y no ha sabido expresar. Eso de la típica canción que te hubiera gustado escribir a ti. Con ella me pasaba siempre. Me cuesta sentir eso con otros artistas y con ella era constante”, resume el rapero madrileño, que, a bote pronto, considera que no ha surgido todavía “nadie que pueda continuar su legado a día de hoy”.

En este punto, Jesús Jurado, que como es politólogo no tiene que cubrirse las espaldas a la hora de dar nombres, sí que se atreve a apuntar algunas artistas que entiende que transitan por la misma vereda que lo hizo Gata Cattana. “No hay todavía una figura que pueda sustituirla como referente, pero sí creo que, si no herederas, sí que hay algunas personas que van tomando el relevo. Por ejemplo, sería imposible imaginar a Carmen Xía sin lo que hizo Gata Cattana. Están Las Ninyas del Corro, que también están haciendo cosas interesantes, o Queralt Lahoz, que tiene una versión preciosa”, reflexiona Jurado.

Noelia Cortés, por su parte, apunta otros dos nombres: el artista urbano Chico Lapena y la cantante y compositora cordobesa María José Llergo. “Son algunas voces que siguen su mensaje, pero algo tan potente como ella no lo veo. Al contrario, veo cada vez más voces vacías que, a través del marketing, cogen los símbolos que defendía Ana, pero detrás no hay nada”, lamenta Cortés.

La poeta almeriense sí que cita a Mala Rodríguez como la figura totémica de la que bebió la propia Gata Cattana. Y, fue precisamente La Mala la que mejor describió el vacío que dejó la muerte de Ana Isabel García Llorente: “Cuando pasó eso, no me lo podía creer, no podía creer que se hubiese ido. Imagínate qué tía más especial, era muy grande lo que hacía, era muy auténtica. No he visto nadie que se le parezca, esa chica tenía una estrella”.

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