“¡Ay Ay Ay, Pantoja es lo que hay!”
La tonadillera sevillana se reencontró con el público cordobés en un concierto de más de dos horas y media en el que repasó los grandes éxitos de sus cuarenta años de carrera
“¡Ay Ay Ay, Pantoja es lo que hay!”. Este fue sin duda el lema de la noche. Los cientos de fans que se agolpaban junto al escenario no dejaron de repetirlo durante las algo más de dos horas que duró el concierto de la cantante sevillana. Tanto que en algunos momentos, Isabel Pantoja se vio incluso obligada a parar sus intervenciones con el micrófono ante el incesante clamor popular.
El teatro de la Axerquía estaba de bote en bote para ver a la reina de la canción española. Su séquito de fans, con una media de edad que superaba de largo los 50 años, hicieron cola, como auténticos adolescentes, desde primeras horas de la tarde para pillar el mejor sitio en el teatro cordobés.
Tras la apertura de puertas, la espera era ya una fiesta en las gradas. Sus fans, la mayoría mujeres, coreaban todos el repertorio de canciones
de Isabel Pantoja hasta desgañitarse, compitiendo entre ellas por ver quién era más “pantojista”. Con media hora de retraso y tras la proyección de un video con el que se repasaba los cuarenta años de trayectoria musical de la tonadillera, llegó el momento más esperado de la noche. Por fin la Pantoja pisaba el escenario. Con vestido dorado de pedrería y luciendo su característica larga melena , la cantante fue recibida al grito de “¡Guapa, guapa!”; ¡Esta es la Pantoja y aquí hay que mamar!“; ”¡Ay Ay Ay, Pantoja es lo que hay!“. Y por supuesto una larguísima y sonora ovación.
Durante las algo más de dos horas y media que duró el concierto, Isabel Pantoja mantuvo con su público un trato muy cercano y familiar, tanto que hasta en una ocasión le pidió a un joven que se encontraba en primera fila que probara la bebida que ella tenía sobre el piano. Su fan, incrédulo por haber bebido de un vaso donde la Pantoja había puesto sus labios, gritaba ante todo el auditorio: “¡Agua, agua, Isabel está bebiendo agua fresquera!”.
Isabel Pantoja levanta pasiones entre sus fans, y prueba de ello es que durante todo el espectáculo, el público no dejó de intentar acercarse al escenario para tocar o ver de cerca a su ídolo, con la bronca correspondiente de las personas sentadas en silla y que habían pagado 70 euros por ocupar tan privilegiada localidad. En algunos momentos se produjeron auténticas avalanchas de gente en las que tuvieron que intervenir los servicios de seguridad privada contratados para la ocasión. Entre el público, se encontraba su hijo Kiko Rivera y la incondicional amiga de la cantante, Raquel Bollo. Su hijo, Manuel Cortés, protagonizó uno de los momentos más emotivos de la noche al sorprender en el escenario a Isabel Pantoja con la que cantó de forma improvisada Que bonita que es mi niña.
Las muestras de cariño hacía la Pantoja fueron constantes toda la noche. Un cariño que la propia cantante devolvía a sus fans a los que una y otra vez
les repetía lo mucho que los quería.
Tras un cambio de vestuario, la tonadillera reapareció en el escenario con bata de cola roja y mantón de Manila del mismo color. Tras entonar coplas como Ay pena penita pena o María de la O, la Pantoja volvió a demostrar que después de Lola Flores, nadie mueve los volantes mejor que ella. Aunque su público echó de menos algunos temas como Marinero de Luces o Yo soy esa, lo cierto es que Isabel Pantoja dejó buen sabor de boca entre sus fans a quienes las dos horas y media de concierto les supo a poco. El fin de fiesta llegó con
temas como El moreno que hizo levantar a todo el público de la Axerquía y con la Salve Rociera para la que Isabel Pantoja pidió al respetable que se pusiera en pie. Para despedirse eligió Se me enamora el alma, una de las canciones que jamás falta en el repertorio de la artista y que sus fans le pedían que cantase desde el comienzo de la noche.
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