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An Englishman en Los Califas

Sting sudando la camiseta anoche en Córdoba | ÁLVARO CARMONA

Marta Jiménez

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Sting cierra con sus 'greatest hits' de ahora y de siempre, de The Police y de sus últimos discos en solitario, la 35 edición del Festival de la Guitarra en la Plaza de Toros

Un verdadero gentleman no sale al escenario con puntualidad británica, sino que lo hace cuatro minutos antes. A las 22,26 exactas del domingo Gordon Matthew Thomas Sumner emergió abrazado a su bajo en el ruedo de Los Califas. Lo acompañaban guitarrista, teclista, corista, violinista y batería, e hizo los honores de su primera vez en Córdoba -fiel a su camiseta ceñida pero abandonando su tradicional tez barbilampiña- con If I ever lose my faith in you. Al hervidero del coso le había puesto el sofrito Raimundo Amador invocando a Camarón, a Pata Palo y a la Farruca. El resto de los ingredientes del puchero provinieron de los grandes éxitos anglosajones de The Police y de Sting en solitario, todo ello regado con el caldo de la nostalgia.

¿Por qué no iba a poder Sting marcarse un greatest hits y cantar sus himnos en su primer concierto en Córdoba? Además, si hasta los festivales cool prefieren tirar de la nostalgia, ¿por qué no iba a hacerlo el festival que más guiños ha hecho a lo largo de su historia al público viejuno, ergo, con poder adquisitivo? Pleno de forma, fondo y voz, el músico siguió a lo suyo con Every little thing she does is magic de The Police - la banda que fundó junto a Andy Summers y Stewart Copeland- y Englishman in New York. Grandes éxitos para dar las “buenas noches toros”, en un lapsus tan bien traído.

La magia que hizo Sting fue poner a cantar al tendido ¡en inglés! (chispa más o menos), sin olvidar ninguno de sus singles ni de los de The Police. Walking on the moon, Message in a bottle, Fields of gold o De do do do, en la primera parte de un concierto que finalizó a la hora y media con otro clásico Roxane, en la que incrustó una versión especial del melancólico tema soul Ain't no sunshine de Bill Withers.

En los bises, más clásicos: Desert Rose y un Every breath you take, que el público cantó, y grabó, a pleno pulmón y a smartphone alzado. Regaló Next to you y Fragile para despedirse elegantemente tras mucho sudar la camiseta y haber bebido litros de agua (sin gas). Todo estuvo en sus letras y en los solos de sus impecables músicos: el joven violinista Peter Tickell; Dominic Miller, a la guitarra; Vinnie Colaiuta, a la batería, David Sancious, al teclado y Dolores Lawry en los coros. Su conocido activismo y compromiso político, espiritual y filosófico hubo que buscarlo en sus canciones.

Entre tanta perfección, pulcritud, medida y limpieza de sonido algo faltó. Quizás la guitarra de Vicente Amigo, a quien se le vio también sudar por el ruedo, en aquel tema que grabaron juntos, Send your love, en 2003. Hubiera sido bonito pero como suele ser común en los buenos finales, nada es perfecto.

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