Alba Carballal: “El humor es una forma de resistencia”
Una novela de aliento mendoziano, ambientada en Madrid, escrita en la casa de Antonio Gala en Córdoba, por una joven arquitecta nacida en 1992 en Lugo. Una concatenación de acontecimientos que inevitablemente llevan a Tres maneras de inducir un coma (Seix Barral), un cómico delirio literario escrito desde Ambrosio de Morales al mundo por Alba Carballal.
La joven escritora ha presentado esta semana en Córdoba el libro y ha escogido hacerlo allí donde se terminó, en la Fundación para Jóvenes Creadores de Antonio Gala. Hasta allí llegó en 2016 con un prometedor proyecto de novela que ahora, una vez terminada, se presenta con un triple aval: el del escritor Antonio Muñoz Molina, el del cómico Darío Adanti y el del padre del estilo, el propio Eduardo Mendoza.
Efectivamente, ecos de Mendoza y de John Kennedy Toole hay en las páginas de un texto que, al tiempo que nos permite reírnos de nuestras miserias, las expone en canal, motivando una reflexión contemporánea sobre el cuadro social que estamos pintando y los recursos, en este caso las personas, que estamos gastando en crearlo. Y hasta aquí se puede leer.
Quien quiera saber más, que se compre el libro. Y que se lea la entrevista.
PREGUNTA. Si no tres, dame, al menos, una manera de inducir al coma.
RESPUESTA. Seguramente, dedicarse a la literatura es una manera de entrar en coma, porque es un oficio precario, difícil, extraño y muy solitario. Así que ésta podría ser una manera.
P. El protagonista de esta novela es un cuarentón en paro. El paro también se puede entender como un tipo de coma casi generacional.
R. Sí. Totalmente. Vamos, en esta novela se exploran mucho los desastres de la crisis económica y además no solo en mi generación, que de eso se habla mucho. Hay muchos más afectados y la generación anterior, como la de Federico, que tienen cuarenta y tantos años, casi están en peor situación. Porque casi todos han podido disfrutar de un trabajo estable y bien pagado, y luego muchos de ellos han perdido esa posición. Ante esto, él es un conformista. Se conforma con su situación y se deja llevar un poco por la vida. Es muy veleta y es bastante manipulado por su madre y por todos los personajes. Es un poco un hombre sin atributos, por decirlo así.
P. Esa relación con su madre sí que me lleva al Ignatius de La conjura de los necios, aunque este Federico tiene un genio mucho menos inflamable.
R. Sí. Es evidente que Ignatius está ahí. Es uno de los libros que más me marcó en mi adolescencia, pero es verdad que tienen un carácter muy diferente. Ignatius se podría parecer más en su explosividad y en su forma de enfrentarse al mundo a Natalia, la otra protagonista, que a Federico.
P. ¿El humor es un subterfugio o una necesidad en estos días?
R. Yo creo que el humor, esto lo dice Mendicuti, es una trinchera. Una trinchera desde la cual enfrentarse al mundo. Y es una manera también de estar en el mundo. El humor es una forma de resistencia, en el fondo. Es una forma de luchar contra una realidad que es muy tozuda, una realidad que a veces nos oprime o nos deja fríos. Es una forma de escapar de la inapetencia que deja a veces la realidad.
P. Nuestra generación ha acabado viendo una evolución, o involución más bien, en el humor. Hemos visto una cierta libertad que ahora parece más difusa.
R. Sí, yo creo que pasan las dos cosas. Por un lado, es verdad que con las redes sociales se pierde el contexto, que es un elemento muy importante del chiste o del humor. Y al perderse el contexto es por lo que surge esta tendencia hacia la ira y el fanatismo. Es por eso por lo que se castiga tan duramente el humor. Pero también es verdad que, gracias a las redes sociales, el humor ha evolucionado, y ahora han aparecido otras formas de humor. Esta cosa del meme, que es casi una unidad lingüística nueva.
P. No recuerdo quién dijo que el drama actual está en que el desencanto ya no te llega a los 40, sino que con 30 o con 25 años ya puedes estar desencantado. ¿Hay menos esperanza?
R. Fíjate que yo podría haber elegido un personaje de mi edad y no lo he hecho precisamente por esto. He escogido a alguien mayor porque de verdad creo que para estar desencantado, aunque sea una ingenuidad, hay que llevar como unos años en el barro. Nosotros, a pesar de que la realidad es tozuda, de que cada vez nos cuesta más encontrar un trabajo, o de que los trabajos creativos están muy mal remunerados... A pesar de todas estas cosas, creo que la gente de mi generación percibo que sigue en la brecha intentando salir adelante, y por eso yo he puesto un personaje más mayor.
P. Que te mencione Eduardo Mendoza debe ser un desfibrilador.
R. Totalmente. Ese día casi infarto. Cuando mi editora me mandó sus palabras, para mí fue un shock porque ha sido un referente durante muchos años.
P. Hay, de hecho, un personaje en la novela que es el Señor Mendoza, en lo que me imagino que es un guiño.
R. Es un homenaje, sí. Se lo debía porque durante toda mi vida como lectora me ha dado muchísimos momentos de felicidad.
P. ¿El dibujo que haces de Madrid está basado en tus recuerdos? Me imagino que habrá pesado tu formación como arquitecta.
R. Sí, yo sitúo la acción en Madrid porque es la ciudad en la que se ha forjado mi educación sentimental. Yo estudié allí y es una ciudad a la que quiero mucho y que conozco muy bien, sobre todo. Y ya que me venía a Córdoba y me desapegaba, necesitaba un lugar donde sentirme segura y Madrid es eso para mí. Pero aparte de eso, es una ciudad muy sexy, con muchos contrastes. Y luego está esa parte de denuncia sobre cómo están cambiando las ciudades, y que los barrios se están gentrificando y se está expulsando a la gente de sus casas. Supongo que algo de eso tiene que ver con mi formación.
P. ¿Cómo se vive en Córdoba de manera temporal, para escribir un libro?
R. Bueno, es una buena ciudad para escribir una novela, sobre todo si te dan una beca de la Fundación Gala. Claro, yo he vivido en Córdoba en unas condiciones muy especiales. No es lo mismo venir, tener que buscar un trabajo, que venir aquí con la seguridad de que tienes un año para desarrollar el trabajo que tú quieres hacer. Y en ese sentido, es verdad que la Fundación Gala hace un trabajo espectacular porque da oportunidades a gente muy joven en estadios iniciales de sus carreras artísticas, literarias, musicales. Y me parece que, de algún modo, eso condiciona la forma en la que vives la ciudad. Yo tengo unos recuerdos de Córdoba buenísimos, como comprenderás. Supongo que para quien esté aquí viviendo y esté en el paro, pues no será lo mismo.
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