El vertido de orujo que contamina el Guadalquivir ya mide 20 kilómetros
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Aquel tímido vertido de orujo en el Guadalquivir por parte de la empresa oleícola El Tejar (Pedro Abad), que se creía de mucha menor importancia, ha resultado ser una verdadera catástrofe. Según los datos ofrecidos por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a Radio Córdoba, la lengua de contaminación que circula ahora mismo por el cauce mide más de 20 kilómetros y mueve 1,2 millones de metros cúbicos. Y el efecto que está dejando es demoledor. Cientos de peces que huyen de esa masa negruzca o que se refugian hasta la asfixia en las orillas.
Esta mañana, un rápido paseo por la ribera era más que suficiente para ver la estampa en directo. En un momento dado parecía que el agua bullía en algunos puntos. No eran burbujas, eran peces que saltaban y se revolvían tratando de respirar y conseguir oxígeno.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir considera el episodio de contaminación como grave y ha abierto su propio expediente de sanción. Lo mismo hizo la Junta de Andalucía. La alcaldesa de Córdoba ha informado de que está a la espera de que se exijan las responsabilidades para que la empresa no quede indemne y que se implementen las medidas para minimizar los efectos en el río.
El orujo vertido de una almazara de Pedro Abad ha llegado a Córdoba capital y a uno de sus tesoros naturales: los Sotos de la Albolafia. La ciudad ha amanecido con el Guadalquivir ennegrecido y peces muertos flotando en las orillas. Las personas que transitaban esta mañana por la ribera eran perfectamente conscientes. “El río está negro, es impresionante la cantidad de peces muertos que hay”, comentaba sorprendida una vecina.
Para Pedro Peinazo, de Ecologistas en Acción, “lo más grave es cómo se va a ver afectada la fauna de invertebrados y las pocas plantas acuáticas que viven en la zona urbana del río, poblaciones que ya de por sí están esquilmadas”, cuenta. “Estas poblaciones son la base de la pirámide alimenticia del conjunto de los animales del río. Esperemos que el orujo esté suficientemente diluido”, termina.
Los servicios de la Consejería de Medio Ambiente ya han abierto un expediente sancionador a la empresa responsable. Otra cosa es -advierten fuentes de la propia Junta- que termine efectivamente en una multa. “Esperemos que así sea y, lo más importante, que se cumpla. Porque con el pago de esa sanción se logrará, al menos, resarcir económicamente el irreparable daño que ya han causado”, zanja Peinazo.
El miembro de Ecologistas en Acción reconoce que estos episodios, sobre todo en el río más importante de Andalucía, el Guadalquivir, ya no son tan frecuentes como en años pasados, cuando en los ochenta y noventa apenas había controles. “Pero siguen ocurriendo, accidentales o voluntarios, en los afluentes”, termina.
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