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Las 100 horas del caso Álvaro Prieto

Policías y agentes de la UME, en la zona donde se halló el cuerpo de Álvaro.

Alfonso Alba / Sara Rojas

Córdoba / Sevilla —

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El cordobés Álvaro Prieto murió electrocutado poco después de las 9:30 de la mañana del jueves 12 de octubre al tocar el pantógrafo de un tren de Media Distancia averiado y estacionado en las cocheras de la estación sevillana de Santa Justa. A falta de concretar la hora exacta de su fallecimiento, aún faltaban once horas para que se activase oficialmente su búsqueda. Desde poco después de las 9:30 hasta bien entrada la tarde, su familia intentó ponerse en contacto con él con la esperanza de que encendiese su teléfono móvil, que se había quedado sin batería, o de que apareciese por la puerta tras haber pasado la noche de fiesta en una discoteca de Sevilla. Faltaban aún 100 horas para que un cámara de Televisión Española grabase en directo el cuerpo de Álvaro, atrapado entre dos vagones de un tren que estaba saliendo de las cocheras. Y han sido 100 horas del misterio de una desaparición, ya resuelta, que llevaba casi siempre a callejones sin salida y que dejaba preguntas sin respuesta.

El caso de la desaparición y el posterior hallazgo del joven cordobés Álvaro Prieto ha consternado a la sociedad española. ¿Cómo un joven de 18 años, que juega en el equipo juvenil del Córdoba Club de Fútbol, que viene de fiesta, desaparece de una manera tan extraña? Las primeras imágenes de su foto, alertando de su desaparición y acompañadas de un teléfono móvil de contacto solicitando ayuda, comenzaron a distribuirse entre los grupos de WhatsApp de los cordobeses poco antes de las 20:00 del jueves. A las 20:45, las redes sociales del Córdoba Club de Fútbol (las que tienen un mayor alcance en la ciudad) lanzaron el primer SOS. “Álvaro Prieto, jugador del #JuvenilACCF, ha desaparecido esta mañana en Sevilla. La última vez que fue visto fue a las 09:30 h en la estación de Santa Justa. Vestía pantalón beige y camisa verde. Se agradece máxima difusión para ayudar a encontrarlo”.

Seis días después de aquel 12 de octubre, los policías que han dirigido la investigación del caso Álvaro Prieto dan el caso por cerrado. El informe previo de la autopsia, que se le practicó este martes por la mañana en el Instituto de Medicina Legal de Sevilla, certifica que murió electrocutado. El mismo lunes, los agentes que examinaron su cuerpo ya certificaron que no había indicio de violencia alguno y que las evidencias visuales que presentaba eran de que había recibido una fuerte descarga eléctrica: tenía quemaduras en el abdomen y las manos, y estaba sin pelo. La grabación de una gasolinera cercana había filmado la escena. Álvaro está subido al techo del tren cuando sufre la descarga y cae. Su cuerpo estuvo 100 horas encajado entre los dos trenes.

Investigación interna de Renfe

Antes de todo, está lo que ocurrió en la estación de Santa Justa. El Centro de Servicios de Santa Justa ha encargado un informe y ha elaborado una investigación interna para determinar cómo se atendió al chico. Álvaro llegó tarde. Tenía billete para el Avant entre Sevilla y Córdoba de las 7:35 de la mañana. Pero cuando trató de acceder no tenía batería en el móvil. Se le apagó el teléfono justo después de enviarle un mensaje de Whatsapp a su familia: “Voy para la parada”, fue lo último que escribió a las 7:22, cuando tenía que coger el tren apenas 13 minutos después. No sé sabe desde dónde lo mandó. Pero a partir de ahí su familia no vuelve a contactar con él.

Según el informe del Centro de Servicios de Santa Justa, el joven se acercó a la oficina para decirles que se había quedado sin batería en el móvil y que no tenía forma de acceder a su billete de tren. Las trabajadoras que en ese momento estaban en la oficina le solicitaron entonces al joven, de 18 años, “ciertos datos necesarios para poder” localizar el billete, expone el informe. Pasó un correo electrónico donde había un billete, pero no era para el jueves. Se le pidió una tarjeta, pero Álvaro usaba una virtual, en el móvil que tenía apagado. Ahí se le ofrece cargar el móvil, pero según las trabajadoras el chico les dice que cree que el aparato no es que no tenga batería sino que “no funciona”. Se busca una alternativa. Ofrece el correo electrónico de su padre, donde sí que está el billete, pero de un tren que ya ha salido.

Entonces, siempre según este informe, Álvaro Prieto se dirige a las taquillas. Las trabajadoras, y una tercera más, le informan de que el siguiente tren a Córdoba es un AVE y de que el viaje cuesta 40 euros.“Fue a pagar con el móvil y se dio cuenta de que no tenía batería. Se le dijo que si tenía cargador lo podía enchufar en cualquier enchufe de la estación, pero se marchó de la zona de las taquillas”, concluye.

Expulsado cuando intenta entrar en el AVE a Barcelona

Sobre las 8:45, aproximadamente, varios trabajadores de Renfe son los que aseguran que el chico es interceptado cuando intenta saltarse un control de seguridad para embarcar, sin billete, en un tren AVE con destino a Barcelona que hacía parada en Córdoba. El personal de seguridad lo expulsa de las instalaciones de Santa Justa. Trata de volver a entrar y es de nuevo expulsado.

La última vez que es captado por una cámara es a las 9:30 en la avenida de Kansas City, de Sevilla. Aunque una testigo asegura que lo vio a las 10:30, la Policía cree que pudo haber confundido las horas. Para entonces, es probable que Álvaro ya hubiera intentado entrar de nuevo a la estación por las cocheras y habría sufrido su fatal accidente.

La familia, desesperada, viaja de urgencia a Sevilla a buscarle. Pronto interpone la correspondiente denuncia ante la Policía Nacional y comienza oficialmente su búsqueda, ya por la noche.

Al día, siguiente, el viernes, la Policía Nacional considera como “inquietante” la desaparición de Álvaro Prieto. Es un término policial que se refiere a aquellos desaparecidos sin motivo aparente. Es como si a Álvaro se lo hubiera tragado la tierra. Los agentes recaban testimonios pero, sobre todo, recopilan imágenes de las cámaras de seguridad del entorno. Van ampliando el perímetro y efectivamente trazan el recorrido de Álvaro, su llegada, su salida, su intento de colarse en el tren, y cómo deambula por los exteriores. La última cámara que graba a Álvaro está en Kansas City, una de las calles más largas de Sevilla, repletas de comercios y locales. Y llenas, por tanto, de cámaras de seguridad.

La primera batida

El sábado se realiza una primera búsqueda en la zona. Es una batida “amplia” en zona urbana a pie y mediante drones en la que participa la Policía Nacional, la Local, Protección Civil, personal ferroviario, amigos de Álvaro y sus compañeros de equipo, que han suspendido su partido. Abarca desde la salida de la principal estación de Sevilla hasta prácticamente el término municipal de Carmona, pero culmina sin éxito. Cunde la desesperación en la familia. Su madre, una importante procuradora cordobesa, concede una entrevista en Onda Cero donde dice que a su hijo le ha tenido que pasar algo, que o lo han atropellado o se ha subido a un coche con un misterioso final.

La Policía tarda tres días en iniciar la búsqueda con la Unidad Militar de Emergencias (UME) y sus perros adiestrados en rescates. Lo hace el domingo por la noche, cuando se inicia la fase “más exhaustiva” aprovechando que el tráfico ferroviario va menguando y se puede trabajar con seguridad entre los raíles. Ese mismo domingo, la Policía recibe una enorme cantidad de horas de grabación de un radio más amplio de locales. Entre ese material está la cinta de la gasolinera que sí que grabó el momento en el que Álvaro sube al techo del tren y sufre la descarga eléctrica.

La búsqueda del domingo se prolonga hasta las 4:00 de la madrugada del lunes. Se interrumpe tras recorrer el tramo soterrado de la estación que conduce a San Bernardo y se dejan lugares más alejados para el día siguiente. Entre ellos, estaban las cocheras. Dentro de ese enorme edificio ferroviario hay un tren, curiosamente procedente de un accidente en Córdoba. El 23 de abril, un Media Distancia arrolló a un coche en un paso a nivel de Alcolea. Entre dos de los vagones de ese tren está el cuerpo de Álvaro. Lleva ahí desde el jueves. Y nadie se ha dado cuenta hasta que dos operarios de Renfe mueven el convoy en una maniobra interna para dejar espacio en los talleres a otro que iba a someterse a una revisión técnica. El movimiento propicia que se desplace el cadáver hacia el exterior. Y es entonces cuando un equipo de Televisión Española graba el cuerpo de Álvaro de manera fortuita. Es poco antes de las 12:00 del mediodía del lunes. La familia se entera por la tele.

El caso se considera cerrado apenas unos minutos después, cuando los primeros policías llegan a la zona y la acordonan. Se acercan al cadáver y comprueban que presenta evidencias de haber sufrido una importante descarga eléctrica. Lo piensan mucho antes, incluso, de que oficialmente se confirme que el cuerpo hallado es el del joven cordobés que se lleva buscando desde hace 100 horas. Y que estaba ahí. Tan cerca de la última vez que lo vieron. Y tan lejos de donde quería llegar: a 135 kilómetros de su casa en Córdoba.

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