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¿Y si el cambio de hora no es tan malo sino que se ahorra energía?

El reloj de Las Tendillas

Redacción Cordópolis / Europa Press

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La madrugada del próximo domingo a las 03.00 horas terminará el horario de verano y el reloj se retrasará hasta volver a marcar las 02.00 horas para dar así comienzo al horario de invierno, que se extenderá hasta el último domingo de marzo de 2023.

Un año más se recuperará el horario de invierno, de acuerdo con la Directiva Europea del Cambio de Hora que se aplica en todos los Estados de la UE para lograr un ahorro energético, a pesar de las dudas de la eficacia de esta medida en ese sentido.

Según estimaciones oficiales del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación podría alcanzar en torno a 300 millones de euros, el equivalente al 5 por ciento del total. De esa cantidad, 90 millones corresponde al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar y 210 millones restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria. Pero esas previsiones parecen quedarse cortos según los cálculos que ha hecho la compañía cordobesa Unieléctrica.

Aunque los expertos en salud pública siguen insistiendo en que los cambios de horarios aumentan sensiblemente las molestias e incluso trastornos para un amplio sector de la población, lo que se traduce en un mayor gasto médico y en otro tipo de perjuicios económicos para muchos individuos y familias, la comercializadora de energías renovables Unieléctrica reconoce que no es el momento de despreciar el ahorro que se consigue con el cambio horario, más aún cuando se le pide a toda la sociedad un esfuerzo en ese sentido.

Al respecto, Unieléctrica recuerda cifras como las que barajaba la Comisión Europea en 2019 cuando, por ejemplo, el gestor de la red de transporte de electricidad (GTR) detectaba en Italia con cifras de 2016 que el ahorro que supone el cambio representa unos 580 GWh, lo que se traducía por entonces en 94,5 millones de euros. En Francia, la cifra de ahorro dada por la empresa pública EDF rondaba los 1.200 GWh, mientras que en Alemania se consideraba “irrelevante” el número al compensarse el ahorro en iluminación por el mayor gasto asociado a actividades de ocio y en España cifraba el ahorro en un 5% del consumo energético, unos 300 millones de euros.

Sin embargo, estas cifras, algunas de ellas incluyeron ya costes finales para el consumidor e impuestos pertinentes como en el caso de Italia, habría que multiplicarla al menos por dos, tres o más tras la subida de los costes en año y medio en el mercado mayorista, recuerda Alberto Martínez, director comercial de Unieléctrica. De hecho, dando por bueno el ahorro del 5% que se estima para España gracias al sistema de cambio de horario, esa cifra supondría un millar de euros menos en el consumo, teniendo en cuenta que el coste de toda la energía consumida en el país suponen 20.000 millones anuales.

Paralelamente, y a pesar de que el debate parece congelado en Bruselas, los expertos siguen estudiando fórmulas para terminar con los cambios de hora y, sobre todo, para una racionalización de la actividad diaria que permita el mayor ahorro, eficiencia laboral y posibilidad de compatibilizar el trabajo y el ocio. Al respecto, la conferencia Barcelona Use of Time Week, celebrada esta semana, sirvió para la presentación de un proyecto por parte de expertos que propugnaban adaptar el horario europeo a la hora solar con un plan en dos pasos. En una primera fase, todos los países se quedarían en el horario de invierno (no se cambiaría el reloj en marzo) durante los 7 meses correspondientes al horario de verano. Más tarde, en octubre, una serie de países, además, atrasaría otra hora el reloj: los casos de España, Portugal, Bélgica, Francia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos. 

“Más que el cambio de hora, lo que nos interesa es el cambio de uso horario, adaptarnos al sol”, lo que nos obligaría en España a quedarnos no solo con el horario de invierno, sino incluso retrasarlo una hora más. Para entendernos: que en diciembre se ponga el sol a las 16.30 horas y en verano a las 19.30. “Aunque ello, lógicamente, supone no solo un cambio de reloj, sino un cambio de horario general que debe consensuar toda la sociedad. No tendría sentido, por ejemplo, tener un horario comercial que, en invierno, se adentraría hasta cuatro horas en la noche”, explica Alberto Martínez.

El debate

El debate sobre el cambio horario en la Unión Europea comenzó en 2018 cuando la Comisión Europea realizó una consulta pública en la que más del 80 por ciento de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con los cambios de hora.

En base a este resultado, la Comisión propuso, a iniciativa de Finlandia, finalizar esta práctica y que en marzo de 2019 se produjera el último cambio de hora, pero la falta de consenso entre los estados y las evaluaciones de impacto retrasaron la posible anulación del cambio horario.

Aunque la Comisión Europea aprobó la eliminación del cambio de horario, en marzo de este año la comisión de Transporte y Turismo del Parlamento Europeo apostó por retrasar hasta el año 2021 la eliminación del cambio de hora bianual propuesto por la Comisión Europea para abril de este año, de forma que las capitales tuvieran más tiempo para decidir si el país se queda con el horario de verano o el de invierno. Países como Portugal ya han decidido que continuarán con el cambio de hora estacional.

Las primeras disposiciones sobre el horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y desde el año 2000, con la mencionada directiva, quedaron establecidas las reglas que marcan su inicio en marzo y su finalización en octubre.

El cambio de hora empezó a generalizarse a partir de 1974, a partir de la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.

Si bien, desde la aprobación de la Novena Directiva por el Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión en enero de 2001, el cambio se aplica con carácter indefinido. La Directiva está incorporada al ordenamiento jurídico español por Real decreto 236/2002, de 1 de marzo.

En España, el Ejecutivo creó una comisión de 14 'sabios' para determinar la conveniencia o no de eliminar el cambio de hora estacional y, en caso de decisión afirmativa, decidir qué horario era más adecuado, el de verano o el de invierno. La comisión presentó un informe en el que no llegó a ninguna “resolución concluyente”, habida cuenta de la “gran cantidad de repercusiones de impacto” que tiene esta medida en campos como el económico o el cultural.

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