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Las “órdenes” de Queipo de Llano que iniciaron la Guerra Civil en Córdoba

Queipo de Llano.

Alfonso Alba

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Los restos mortales de Gonzalo Queipo de Llano fueron evacuados en la madrugada del jueves de la Basílica de la Macarena de Sevilla. La aplicación de la nueva Ley de Memoria del Gobierno ha obligado a la hermandad y a la familia a llevar los restos a un lugar no público, y pone fin a una de las grandes demandas memorialistas de toda Andalucía: evitar todo tipo de homenaje al militar más sanguinario de toda la Guerra Civil en la región.

En Córdoba el papel de Queipo de Llano fue clave tanto antes como durante la Guerra Civil, pero sobre todo el 18 de julio de 1936. “Espero órdenes”, explicaba antes del mediodía Ciriaco Cascajo, teniente coronel y comandante militar de Córdoba en 1936. Las órdenes llegaron a las 14:30 de aquel 18 de julio. Queipo de Llano le llamó por teléfono desde Sevilla y le ordenó que declarase el estado de guerra. Él ya lo había hecho en Sevilla y estaba ordenando que se declarase en las ocho provincias andaluzas. A las 15:00, Cascajo llamó al Gobierno Civil de Córdoba y a las 16:00 firmó el bando por el que se declaraba la guerra en toda la provincia.

Queipo de Llano no era un desconocido en Córdoba. De hecho, su llamada agitó a la ciudad. Se formaron grupos de ciudadanos. La Guardia de Asalto interceptó la llamada y alertó al gobernador civil. A las 15:00 los sindicatos convocaron una huelga general. El alcalde de Córdoba Manuel Sánchez Badajoz se atrincheró en el Ayuntamiento y muchos militantes derechistas se reunieron de nuevo en torno al Círculo Mercantil. La guerra había empezado.

¿O lo hizo antes?

El hombre de Queipo de Llano en Córdoba no era Ciriaco Cascajo, sino Eduardo Quero, un militar que había nacido en Filipinas y que fue destinado a Córdoba. En los meses previos a julio de 1936, tras la victoria del Frente Popular en las últimas elecciones de la II República, los militares comenzaron a conspirar. El enlace en Córdoba era precisamente Eduardo Quero. En su casa se reunieron, como él mismo recordaba, el propio Queipo de Llano con Ciriaco Cascajo.

En la Cordobapedia se publica una carta enviada por el propio Quero a la familia Cruz Conde para darle el pésame por la muerte de José, el exalcalde de Córdoba. “…. don José por el alto servicio a la Patria vino a Córdoba con importantísima misión del Movimiento…. Varias veces celebró diversas conferencias en mi casa….Me parece verlo en mi despacho departiendo con el coronel Cascajo y con ”nuestro general“ (Queipo), valiente entre los valientes, a quien deparó el inmarcesible honor de salvar a Córdoba de la bestia roja… ”

Quero actuó de enlace también entre José Calvo Sotelo y el propio Queipo de Llano, además de entre los conspiradores cordobeses. Tanto que antes del 18 de julio ya tenía un cargo, para el que posteriormente fue nombrado. Iba a ser el presidente de la Diputación de Córdoba. Y lo fue.

El terror de Don Bruno

A Queipo de Llano se le considera también responsable del nombramiento de Bruño Ibáñez como jefe de Orden Público en Córdoba. Y con unas órdenes claras: una matanza ideológica. El psiquiatra Carlos Castilla del Pino relató en sus memorias, La casa del olivo, cómo el primer día en el que Queipo nombra a Bruno Ibáñez, este arresta y fusila a 109 personas. “Arrestó de inmediato a 109 personas a partir de las listas que presentaban los terratenientes y eclesiásticos. A los pocos días empezaron a aparecer jornaleros fusilados en los caminos y entre los olivos. El sótano del cuartel general de la Falange en la que encerraban a la gente era como un globo que se hinchase por la tarde y volviera a estar vacío por la mañana siguiente. A diario había ejecuciones en el cementerio y en las demás carreteras que salían de la ciudad”.

A Don Bruno se le imputa el fusilamiento, la mayor parte sin juicio previo, de más de 2.000 cordobeses en los meses en los que estuvo al mando de Córdoba. Ciriaco Cascajo siempre reiteraba a sus colaboradores que estaba a las órdenes de Queipo de Llano, el gran instigador de la represión en Andalucía, y por tanto también en la provincia de Córdoba.

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