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REPORTAJE
“Los trabajadores del campo no estamos valorados”

Concentración del sector agrario ante los ministros de la Unión Europea en la Puerta del Puente

María Berral

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Miles de familias han vivido del campo a lo largo de la historia de España. La profesión pasaba de generación en generación. Pero ahora, el futuro es cada vez más complicado. Los cientos de agricultores y ganaderos de toda España que este martes se han concentrado en Córdoba son la prueba de de ello. La sequía, los costes de producción y la diferencia entre las exigencias a los productos nacionales y los extranjeros que llegan al mercado español, son algunas de las reivindicaciones que esgrimen.

“Entre la sequía y los precios que no nos ayudan, estamos muy mal”, explica a Cordópolis Luis Monreal, que se ha desplazado desde Jumilla (Murcia) para reivindicar unas mejores condiciones. Luis se ha dedicado toda su vida a la construcción y al campo pero expone que sus hijos “no quieren campo porque no nos apoyan nada”. En la Vega del Guadalquivir las viñas, viñedos, almendros y olivar también han visto reducidas sus campañas.

Además, Luis indica que los precios que se le pagan al agricultor han bajado tanto que “en vez de decirnos el precio del kilo de uva en euros, nos lo dicen en pesetas de vergüenza que les da, porque si te dicen 30 o 40 pesetas el kilo, parece que te están pagando más”.

Riesgo alimenticio

Manolo ha venido desde Salobreña (Granada) desde donde ven llegar “fletes con contenedores de productos marroquíes, que vienen la mayoría sin analizar”. Para el granadino el “Gobierno tiene algún problema de dependencia con el de Marruecos y no exige lo mismo a los productores cuando el consumidor es el mismo”, lo que ha señalado como una situación “de indefensa absoluta” para el campo español.

El agricultor denuncia que en Europa “se están ampliando las exigencias, incluso hasta la radicalidad”, mientras que los productos de países terceros “no son intervenidos ni analizados”. Por tanto utilizan productos fitosanitarios “que aquí llevan prohibidos más de un lustro, que le dan más rendimiento a las cosechas, pero que generan unos residuos que el consumidor europeo y español sufre”. Esto ha dado lugar en varias ocasiones, aclara, a “casos de productos contaminados”.

Rafael ha venido de algo más cerca, desde Posadas (Córdoba) para denunciar la situación que como agricultor, y también ganadero, está sufriendo. Al igual que Manolo señala que “están entrando naranjas de Marruecos, de Túnez y de Egipto y los controles fitosanitarios son pésimos, lo que aquí llevamos años sin echar porque daba residuos cancerígenos, ellos lo están echando”. Algo ante lo que “los ministros miran para otro lado”.

Las condiciones de la ganadería

En la ganadería ocurre lo mismo, el elevado coste de los productos complica el mantenimiento de un gran número de animales, por lo que muchos de ellos están siendo sacrificados en los mataderos. La situación la conoce bien Rafael que se dedica al ganado ovino y que ha tenido que reducir su cabaña de 500 a 200 animales puesto que “los cereales están por las nubes y la paja igual”.

Los animales “requieren muchísimo para comer y no hay forma de aguantar los costes”. En el vacuno, señala que el problema es el mismo y muchas vacas están siendo sacrificadas porque “los costes de producción de la leche es muy barata y los costes del pienso son carísimos”. El cordobés indica que en los mataderos llega a haber colas de espera “de hasta 30 días”.

Pero Rafael también se dedica al cultivo de naranjas y aceitunas, cuyas cosechas se han visto reducidas porque “la floración se perdió con el calor”, a pesar del gasto en fitosanitarios y abonos que han tenido. Pero la sequía augura un futuro peor, “la campaña próxima se espera desastrosa”.

Diferencias entre precios

Los trabajadores son los que tienen que acarrear con los costes de producción recibiendo un pago de unos 20 o 25 céntimos el kilo de naranja, por ejemplo, según detalla Rafael. Sin embargo, en los supermercados “lo venden a 1,20 o 1,40 euros, ellos se llevan la ganancia y al agricultor nada más que apretarle”.

José Cordones se ha dedicado durante más de 50 años al olivar en Jaén, ahora está jubilado, pero ha venido a reclamar unas mejores condiciones para el futuro de la que ha sido durante media vida su profesión. “Ahora la situación está fatal”, aparte de por la sequía que restringe el uso del agua para el riego “a 10 o 12 horas a la semana”, porque “al agricultor no se le paga nada”.

Más de 600 kilómetros se han recorrido Milagros y su marido que han venido desde Burgos, donde la situación sigue siendo la misma. “Se han incrementado muchísimo los precios de producción, más del 50% y no ha llovido nada”. En su caso cultivan cereal, cuya venta está “muy inestable” y afecta “mucho a la rentabilidad de las explotaciones”.

Aparte de lo que cuesta mantener económicamente los cultivos, la sequía hace que también el rendimiento sea “cada vez menor” por lo que “hay menos posibilidades de continuar”, señala Milagros. “El precio de venta a los costes de producción se queda muy corto”, añade la mujer del agricultor. También la escasez de lluvia ha hecho que las cosechas allí sean “nefastas”, mientras que “las semillas no estén preparadas para que cada vez llueva menos”.

Sin relevos que cojan el timón

Todos los agricultores y ganaderos preguntados coinciden también en otra cuestión: el futuro del sector. El hijo de Rafael, que lleva 42 años dedicándose al campo, “no quiere ni el olor”. En Burgos, Milagros y su marido recomiendan a su hijo de 14 años estudiar para tener otra profesión en un futuro. “Le encanta el campo e ir con su padre en el tractor porque lo ha vivido desde pequeño, pero cada vez es más complicado mantener las explotaciones”, expone la burgalesa.

Ahora no son tanto los hijos los que no quieren trabajar en el campo, sino que además, son los propios padres los que quieren para ellos otro futuro. “No le animas porque es un oficio muy esclavo y hay que hacer grandísimas inversiones para no estar valorados, porque la gente del campo no está valorada”, concluye Milagros. Un futuro que no tiene mucha luz porque, como dice Rafael, “no hay relevos que cojan el timón del barco”.

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