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Carmen Reina

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Claveles rojos al aire, lanzados a la fosa con emoción y todos los recuerdos a flor de piel. Miradas hundiéndose en la tierra, hasta dar con los huesos hallados, mientras las preguntas se agolpan en la mente. Y suspiros que mezclan el alivio, con la esperanza, con el cansancio por la espera de tantos años. Son familiares de víctimas de la Guerra Civil y la posguerra en Córdoba y su provincia, que han acudido, convocados por la asociación Dejadnos Llorar, a visitar el cementerio de San Rafael y conocer los resultados de los sondeos realizados en estos días, que han hallado la fosa común de posguerra donde fueron enterradas cientos de personas entre finales de 1939 y mediados de los años 40.

El equipo de especialistas de la Sociedad Aranzadi que ha trabajado desde el 5 de septiembre para buscar la gran fosa de represaliados ha podido explicar allí, de primera mano, a los familiares que buscan a sus seres queridos cómo han dado con los enterramientos gracias a los documentos históricos, fotografías y testimonios, que han ubicado el lugar donde, a través de dos sondeos, han hallado a ocho individuos son signos de represión. La mayoría de quienes acabaron en la fosa común eran condenados por consejos de guerra y fusilados, además de presos políticos que murieron en la cárcel a la espera de sentencia o cumpliéndola. Y ya han podido detectar al menos dos niveles de enterramiento, a más de 2,60 y hasta 3 metros de profundidad, de lo que fueron en su día las capas iniciales de la gran fosa.

“Ahora ya hay constancia científica de que fueron asesinados y nadie va a poder negarlo”. Los familiares lanzan sus preguntas a la historiadora Carmen Jiménez y el antropólogo Luis Tobar que han realizado los sondeos, ávidos de conocer los detalles que constatan lo que toda la vida escucharon en casa, pero que el silencio durante décadas les negó. Los sondeos y el estudio científico evidencian ahora que sus familiares, fusilados o presos, acabaron en la gran fosa común que las fotografías de los años 40 ya situaban en el cementerio de San Rafael, en una zona que hoy día está ajardinada y que sufrió numerosos movimientos de tierra con la ampliación del camposanto.

“Ya tenemos localizada la gran fosa deguerra, de 1936 en el cementerio de La Salud. Ahora esta fosa de posguerra en San Rafael. Las fosas reflejan el drama que vivió esta ciudad”, reflexiona el presidente de Dejadnos Llorar, Antonio Deza, a sus 86 años, los mismos 86 años desde que se iniciara la Guerra Civil y, con ella, la represión franquista que llevó a más de 4.000 cordobeses de la capital y la provincia a ser represaliados y enterrados en los dos camposantos cordobeses.

“Hay que conocer la verdad para que nunca las nuevas generaciones caigan en repetir la historia. Todo esto tiene que darse a conocer con rigor, todo lo que pasó. Creo que 86 años después es el momento de que no pase ni un momento más sin poner la verdad que evidencia la Historia”, pide, mientras interviene ante medio centenar de familiares que han acudido a conocer la ubicación donde posiblemente enterraran a sus seres queridos.

Y en esa petición, Dejadnos LLorar pone el foco en las administraciones, que ultiman la tramitación del proyecto que desarrollará la gran actividad de exhumación de los represaliados en los dos cementerios de Córdoba, en La Salud y en San Rafael. Les piden diligencia, no más retrasos y compasión con quienes esperan.

Con 1,6 millones de euros y el compromiso del Ayuntamiento, la Diputación, la Junta de Andalucía y el Gobierno central, las familias solo quieren ya que, cinco años después de reclamar por primera vez las exhumaciones y 86 años después del inicio de la Guerra Civil, puedan recuperar los restos de sus familiares y darles digna sepultura, cerrando el círculo de sus reivindicaciones: justicia, verdad y reparación.

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