Una familia dona 500 euros al Reina Sofía para agradecer el cariño y el trabajo tras el nacimiento prematuro de su hija
En mayo de 2022, y sin esperarlo, Rosario y José dieron la bienvenida a su tercera hija. La pequeña nació prematura, con apenas siete meses. Por delante quedaban largas jornadas en el Hospital Reina Sofía mientras la niña crecía en la incubadora. Rosario recuerda aquellos días como “maratonianos” dado que iba y venía todos los días de Montoro a la capital para poder ver a sus otros dos hijos. Más de un año después, esta familia celebró su bautizo y la comunión de su hijo mayor, sorprendiendo a todos sus invitados: el dinero destinado a los recuerdos para los invitados iría destinado a la Unidad de Neonatología del hospital como agradecimiento al trato hospitalario, al cariño y al apoyo recibido por parte de todos los profesionales sanitarios.
Estaba previsto que la pequeña naciera en el mes de agosto. Sin embargo, una preeclampsia lo aceleró todo. Rosario explica a Cordópolis que durante sus tres embarazos ha tenido la tensión alta, por lo que se encontraba tomando medicación. Pero un día, decidió acudir al hospital. Estaba sufriendo preeclampsia. “Pensaba que los médicos me pondrían un tratamiento y me iba a ir a casa”. Pero no fue así. Después de dos semanas de ingreso, los sanitarios alertaron de un riesgo de desprendimiento de la placenta, por lo que le realizaron una cesárea.
Aún recuerda el temor y el desasosiego que sintió después de que los médicos le confirmaran que aquélla era la mejor decisión para el bienestar de la bebé. “Yo solo pensaba en mi niña, en que era muy pequeña”. La intervención se produjo sin ningún contratiempo y la pequeña nació de 30 semanas y con apenas 1.235 gramos. Aunque pudo hacer uso del Hospital de Madres, Rosario declinó hacerlo porque en su casa, en Montoro, se encontraban sus otros dos hijos pequeños.
Así que, tras 17 días de ingreso tras la cesárea, Rosario y José iban y venían todos los días al hospital. Allí, ella procedía a sacarse leche para amamantar a su hija, a la que veía cada tres horas y con la que hacía el método canguro. Cuando le daba la última toma de la tarde, la pareja regresaba a casa. “A veces ni siquiera veía a mis hijos porque cuando llegaba ya estaban dormidos”. A pesar de la situación, asegura que “todo” ha sido mucho más fácil gracias a la entrega del personal del hospital.
Es por ello por lo que tanto ella como su marido decidieron que a los invitados al bautizo de la pequeña y a la comunión del hijo mayor no les entregarían los típicos regalos, sino que los obsequiaron con tarjetas mediante las cuales comunicaban su decisión: donar el dinero a la Unidad de Neonatología.
No es la primera vez que este matrimonio lleva a cabo esta iniciativa. En los bautizos de sus otros dos hijos, decidieron destinar fondos a alguna organización solidaria. Gracias a esta acción y a su difusión, han sido muchas las personas que han podido conocer que gestos como estos pueden realizarse para mejorar la vida de los pacientes o para ayudar a la investigación de enfermedades.
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