El Santander pugna con Tremón por los suelos de la antigua Algodonera que compró Sandokán
Hasta finales del siglo XX, el Valle del Guadalquivir se teñía de color blanco a finales del verano. Junto al cauce del río y para aprovechar su caudal en forma de riego se sucedían hectáreas y hectáreas de cultivos de algodón. Córdoba fue una de las principales productoras de este textil en la Península e incluso en el sur de Europa, hasta que finalmente el algodón nacional dejó de ser competitivo a nivel mundial. Poco a poco, esos cultivos se fueron transformando. Muchos son hoy parcelaciones. Otros, olivares intensivos de regadío.
Con la crisis del algodón llegó la de las desmotadoras, esas espectaculares industrias agrícolas que transformaban el producto. En Córdoba capital, la última gran desmotadora estaba junto a la actual Carretera de Palma del Río, en la zona conocida como Mirasierra, en las inmediaciones de El Aguilarejo. Aquella desmotadora dejó de funcionar en 1998. Hasta unos años antes había sido propiedad de la Cooperativa de Cultivadores de Algodón. Después de un concurso de acreedores estuvo en manos de la familia Martínez Sagrera (que poseía otras dos más). Finalmente acabó en manos del constructor Rafael Gómez Sánchez, alias Sandokán, a traves de una de sus múltiples empresas. En este caso, Mezquita Sur Inversiones.
El diseño del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) recalificó el suelo de la antigua desmotadora en 2001. Su uso fue urbanizable terciario. Es decir, compatible con grandes superficies comerciales. Mezquita Sur Inversiones no llegó a desarrollar este suelo. Sandokán se centró en la antigua cooperativa láctea, Colecor, donde construyó unas gigantescas naves industriales de 40.000 metros cuadrados. Lo hizo sin licencia y en un suelo no urbanizable de especial protección. El Ayuntamiento le impuso una multa de 40 millones de euros que nunca cobró.
La detención de Rafael Gómez en la operación Malaya hizo que los bancos, que financiaban sus inversiones y su espectacular crecimiento, le cortasen el grifo. Para obtener liquidez y no tener que acudir al concurso de acreedores, Gómez firmó un acuerdo con Grupo Tremón, una gran inmobiliaria. Ahí transmitió el suelo de la actual ciudad deportiva del Córdoba Club de Fútbol o el parque de atracciones Tívoli, en Benalmádena (Málaga). Además de propiedades en diferentes lugares. Una de ellas era la antigua desmotadora de algodón. En 2007, el Grupo Tremón adquirió además un suelo rústico junto a la desmotadora. En total, 15 hectáreas para construir una gran superficie comercial, según anunció la inmobiliaria entonces.
La crisis del 2008 lo complicó todo. Tremón entró en un complejo concurso de acreedores, uno de los primeros de la crisis del ladrillo patrio, con una deuda de casi 1.000 millones de euros. El propio Sandokán denunció que esta inmobiliaria no le llegó a pagar ni un euro y que por tanto todo lo que le había vendido seguía siendo suyo. Poco a poco, Sandokán fue perdiendo litigios en los juzgados, mientras Tremón seguía adelante con su propio proceso judicial.
En todos estos años, el concurso de Tremón no se ha resuelto. De hecho, se ha complicado. En el año 2021, solicitó una modificación de su convenio y su concurso de acreedores. El Banco Santander se opuso, por la imponente deuda que mantenía con la inmobiliaria. Y en 2023, Hacienda detectó que Tremón estaría intentando evadir gran parte de su patrimonio fuera de España, usando empresas pantallas en países del Golfo Pérsico.
La pugna con el Santander ha llegado a Córdoba y tiene que ver, precisamente, con los terrenos de la antigua desmotadora de algodón en la carretera de Palma del Río. En noviembre de 2022, Tremón pidió al Juzgado de Primera Instancia número 9 de Córdoba que suspendiera un proceso de ejecución hipotecaria iniciado en 2020 por el Banco Santander. La entidad financiera reclamaba una deuda impagada a Mezquita Sur Inversiones, que cuando compró la desmotadora le pidió un préstamo al Banco Popular. El Popular acabó absorvido por el Santander y sus deudas también.
El Banco Santander entiende que el Grupo Tremón es el “tercer poseedor” de los suelos de la antigua desmotadora. La entidad presidida por Ana Patricia Botín alegaba que la verdadera deudora del préstamo era la entidad Atlantis Servicios Inmobiliarios, S.L., y que, al estar la misma en concurso de acreedores, seguido ante el Juzgado de lo Mercantil n.º 4 de Madrid, debía ser dicho juzgado quien conociera del procedimiento. Atlantis, a su vez, es propiedad de Hilario Rodríguez, el dueño del grupo Tremón.
El juez que dirige el concurso de acreedores de Tremón optó por preguntar al juzgado de Córdoba y pedirle que suspendiera mientras tanto la ejecución hipotecaria. El juez cordobés mostró sus dudas y decidió elevar la causa a la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, para que resolviese esta cuestión de competencias. Finalmente, el Supremo le ha dado la razón al juzgado de Córdoba, que es el que tendrá que decidir si sigue adelante con la ejecución hipotecaria o no.
Mientras tanto, el suelo seguirá sin desarrollarse. El Banco Santander, además, sigue siendo el propietario de las naves de Colecor, que llegó a sacar a subasta en el año 2020 por un importe de seis millones de euros. Las ofertas no fueron suficientes y la substa quedó en suspenso.
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