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Los embalses cordobeses se secan y están en su nivel más bajo de los últimos 13 años

El antiguo puente del río Genil junto a Iznájar vuelve a emerger por la sequía del embalse

Alfonso Alba

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Este martes acaba el año agrícola 2020-2021. Y lo hace con una realidad: la sequía. La escasez de las lluvias de los últimos años unida al regadío ha provocado que este 31 de agosto los embalses de Córdoba empiecen a ver su propio fondo y estén ya en su nivel más bajo de los últimos 13 años, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. 2021, de hecho, pasará probablemente a la historia como uno de los años en los que se aprobó el decreto de sequía.

En la memoria colectiva de los agricultores y hasta de los ciudadanos, ya que hubo restricciones al consumo en los municipios, desde los años ochenta hay tres años marcados a rojo como de sequía extrema: 1983, 1995 y 2008. 2021 no será peor que estos tres años anteriores, pero empieza a parecerse a ellos. Este 31 de agosto, el año agrícola se despedirá con los embalses de la cuenca del Guadalquivir en la provincia de Córdoba al 22% de su capacidad. El año pasado estaban al 28%. Son seis puntos menos. Pero es que debían estar al 57%, según la media de la última década.

Córdoba es la provincia con más capacidad para almacenar agua de toda Andalucía. Solo los embalses de la cuenca del Guadalquivir tienen sitio para retener 3.411 hectómetros cúbicos de agua. El año hidrológico concluye con los embalses al 22%, es decir, con apenas 768 hectómetros cúbicos de agua en su interior. Pero con un problema añadido: no es un dato exacto. Conforme más bajo está un pantano menos aprovechable es su agua. Los fondos suelen acumular limos, maleza y hasta basura, arrastrados por las escorrentías y la erosión. En el caso de Iznájar, por ejemplo, a partir del 5% no se puede ni beber ni usar su agua.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir no esconde que si no llegan lluvias abundantes en el mes de septiembre (no tormentas intensas, sino generalizadas en toda la provincia con las que puedan correr los arroyos) activará el decreto de sequía. Este es un instrumento legal y también psicológico. Con este decreto, los agricultores que se van a quedar sin poder regar podrán pedir ayudas por las pérdidas en la producción. En los municipios se tendrán que tomar medidas. En Lucena, por ejemplo, se ha dejado de baldear en algunas calles y se ha suspendido el suministro en locales municipales cerrados durante el mes de agosto.

Hasta ahora, en el sur de la Península, los periodos de sequía han sido bruscamente interrumpidos por otros de lluvias abundantes. Ocurrió en los años ochenta, en los noventa y después de 2008 (la riada del Guadalquivir es de 2010). Esos periodos de bonanza en las lluvias dejaron una buena salud en los embalses. De hecho, en 2008 se puso en marcha otro embalse gigantesco en la provincia de Córdoba, La Breña II, que perseguía el objetivo de evitar problemas como los actuales. A día de hoy, desde su puesta en funcionamiento, La Breña II está en mínimos históricos. El embalse está al 15,42% de su capacidad (la antigua La Breña ha vuelto a emerger este verano), la cifra más baja de toda la provincia. La Breña II se ha vaciado exclusivamente para garantizar el regadío. De ese pantano no bebe ni un municipio.

Iznájar, por su parte, es el mayor embalse de Andalucía y es fundamental para la cuenca. De Iznájar beben 200.000 personas cada día, todas de la provincia de Córdoba. Ahora mismo está al 21% de su capacidad. El 1 de septiembre de 2008 llegó a estar al 16% y en los noventa incluso por debajo de esa cifra. Eso sí, su enorme capacidad hace que los 206 hectómetros cúbicos de agua que retiene haga que el consumo de esos 200.000 cordobeses esté garantizado al menos durante el próximo año.

La sequía actual se debe a un descenso cada vez más notable de las precipitaciones de otoño y primavera. En 2014, por ejemplo, los embalses cordobeses estaban, a fecha de 31 de agosto, al 78,2% de su capacidad. Bajaron al 63% en 2015, al 49% en 2016 y al 32% en 2017. 2018 volvió a ser un buen año y la reserva subió al 49%, para volver a bajar al 31% en 2019 y al 28% en 2020. Ahora está al 22%, la cifra más baja de los últimos 13 años.

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