Cuando Mercadona acapara las compras de un barrio y cierra tres meses
Rafaela tiene 82 años y va con su carro de la compra por la calle El Avellano de Córdoba. Esa es la calle de una de las puertas del Mercadona del barrio de Santa Rosa, donde ahora se ve una fila de obreros a la sombra, en la hora del bocadillo de media mañana. El supermercado mantiene cerrado durante casi tres meses su establecimiento por obras de ampliación y, clientes como Rafaela, de repente notan las consecuencias y tienen que buscar una alternativa al gran supermercado que en los últimos años ha acaparado las compras en un barrio en el que desaparecieron otros. Mientras, las tiendas del barrio, notan la subida de clientes ahora.
“Mis hijos me traen compra de otros sitios”, explica la mujer, mientras dice que, para apañarse en el día a día, acude a un supermercado pequeño, Maxcoop, que es el único que se mantiene desde hace décadas en el barrio. Antes, otro de la cadena Más y Más, que estaba en una calle paralela al Mercadona, acabó cerrando. Y otros, acabaron por desplazarse a zonas más alejadas, a los que ahora los clientes tienen que acudir, a la avenida Almogávares o la zona de Fuente de la Salud.
Ana es una de esas vecinas del barrio, que vive justo encima del Mercadona ahora cerrado, y que llega a media mañana a su portal con el carro cargado desde un supermercado más alejado. “Estoy deseando que vuelvan a abrir”, dice, porque “salvo la carne y la fruta, todo lo demás siempre lo compro aquí”, apunta señalando a las obras. Y cuenta cómo también viene, aparte, de una droguería donde ahora tiene que ir a comprar los productos de limpieza.
El cierre temporal de este Mercadona parece tener las mismas consecuencias que ya sufrió otro barrio, el de Huerta de la Reina, cuando se quedó sin él. “Nos hace mucho desavío que esté cerrado”, explica Toñi, mientras espera su turno en una pescadería junto a la puerta principal del supermercado ahora cerrado, que está llena de clientes. “Lo echamos mucho de menos. Mucha gente”, dice como quien habla de algo que forma parte inherente de la vida de los vecinos, al concentrar las compras del barrio. Y eso que ella, vecina del edificio junto al pequeño supermercado que resiste en la zona, tiene cerca dónde hacer ahora sus compras.
Rafael y su familia también constatan el trastorno que supone verse sin el único gran supermercado del barrio de un día para otro durante estos tres meses. “Hemos tenido que recurrir más al comercio local”, cuenta sobre otro obstáculo con el que se encuentran y es que, “al coincidir con el periodo de verano, muchos no abren por las tardes. Y al final nos hemos tenido que desplazar a supermercados de otros barrios”.
“Nos estamos dando cuenta del comercio de calidad y buenos precios que hay en el barrio”
Algo similar le ocurre a Gloria, aunque ella ve algo positivo en todo esto. Como el resto de vecinos, ha tenido que buscar sus compras en otros comercios de la zona: “Pienso que el barrio está ganando porque ya no concentra todas las compras en el Mercadona y todos estamos descubriendo el comercio de calidad y cantidad y buenos precios que tenemos en el barrio”.
Porque esa es la otra cara de la moneda. ¿Están notando los comercios del barrio un aumento de clientes? Bien es verdad que el cierre por obras del Mercadona se ha producido en los meses de verano donde la población va y viene de vacaciones. Pero en aquel supermercado que ha resistido todos estos años en el barrio, la afluencia de clientes que se ve entrar y salir es mucho mayor. Sobre todo, de personas mayores, que muchas veces no disponen de vehículos para desplazarse a grandes supermercados fuera del barrio y no pueden -o no quieren- ir a pie a otras zonas aledañas.
Esa mayor afluencia se nota también en otros supermercados, algo más alejados, como Más Ahorro en la avenida Almogávares. Desde la calle, solo con asomarse, se puede ver la cola de clientes ante la caja para pagar la compra. Y ese flujo de clientes también se ha dejado notar en el nuevo supermercado Deza abierto en Fuente de la Salud, hacia algunos han derivado sus compras.
Mientras, otros establecimientos del barrio, también notan el cierre temporal del Mercadona. Es el caso de la cafetería La Tostá, donde, por turnos, cada día acuden a desayunar los trabajadores del supermercado de la cadena. Estos tres meses, no acudirán. Pero, a cambio, allí están a media mañana algunos trabajadores de la obra. Aunque, no es lo mismo: “Hace solo dos semanas que están viniendo, y todos a la vez”, explica Fátima, tras la barra del mostrador. Antes, la cafetería ha estado semanas “sin gente” porque, la entrada de camiones a la obra, el polvo y el ruido, hacían imposible que nadie parara en la terraza.
Mientras, al fondo de la calle, la vendedora de la ONCE mantiene su posición en la intersección de la calle del Mercadona y una avenida principal del barrio. Se nota menos trasiego, también por el verano. Pero por esa acera, los carros de la compra se han sustituido por la entrada y salida de material para ampliar el supermercado. Habrá que ver, a mediados de septiembre, con la reapertura, si todo vuelve a ser como antes o la clientela se mantiene también fiel al comercio de barrio.
0