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'Vacaciones en Paz' uniendo familias: “Cuando viajé al Sáhara, comprendí cómo viven allí”

Laura y Fran con Taufa

María Berral

26 de julio de 2024 20:03 h

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Laura y Fran no se habían planteado nunca acoger a un niño o una niña saharaui, pero se toparon el año pasado con el programa Vacaciones en Paz en las redes sociales. A partir de ahí comenzaron a replantearse la idea y, finalmente, Taufa -una niña saharaui de 9 años- llegó a sus vidas. A la que ha dado un giro de 180 grados, sobre todo a Laura, quien incluso ha viajado hasta el Sáhara y ha pasado una semana con la familia de la niña.

El verano pasado fueron por primera vez la familia de acogida de Taufa y lo recuerdan como “inexplicable” desde el momento en el que la recogieron el primer día. “Es un momento muy fuerte tanto para ellos como para nosotros”, cuenta Fran. A lo largo de los dos meses que estos niños pasan en Córdoba, la pareja se enfrentó a la barrera del idioma y a la diferencia de costumbres. Sin embargo, la prueba de la satisfacción que le generó la experiencia es que este verano Taufa vuelve a estar en su casa.

La niña es la mediana de 6 hermanos y ahora cuenta a sus hermanas pequeñas todo lo que vive con la pareja, aunque no es la primera hermana que ya viaja a Córdoba con Vacaciones en Paz. El primer día del programa, estos niños tienen que visitar el médico para que se les haga una revisión y ayudarles con los problemas oftalmológicos, bucales o auditivos que tengan. El caso de Taufa no es el más grave pero hay niños que sí vienen con situaciones más urgentes.

Pero además de ayudar de esta manera, los niños y niñas disfrutan de dos meses llenos de actividades y convivencias con sus familias y con el resto de las que participan en el programa. “Queremos enseñarle todo lo que pensamos que le podría gustar, el otro día estuvo en la feria de Villarrubia y nos montamos en el Canguro. Ahora hacemos cosas que a lo mejor llevamos años sin hacer, pero para que ella las disfrute”, cuenta Laura.

Viaje al Sáhara

Lo más complicado al principio, destaca la pareja, fue adaptarse a las costumbres de otra cultura. Actividades, ritmos y horarios muy distintos a las españoles que para entenderlos Laura ha tenido que vivirlos también, y lo ha hecho con su viaje al Sáhara el pasado mes de mayo, donde conoció y convivió durante una semana con la familia de la niña. Fran tiene previsto hacerlo en el próximo mes de octubre ya que no pudo viajar en mayo.

Por ejemplo, detalla que al principio se sorprendían porque “era imposible despertarla pero porque las horas del sueño allí son distintas”. Mientras que en su estancia en LA casa de la familia saharaui, Laura pudo comprobar cómo “allí están acostumbrados a dormir todos juntos en el suelo en la alfombra con el niño llorando, la que se levanta...”. Y también se acuestan más tarde, “ella por la noche no tiene sueño cuando nosotros nos queremos ir a dormir. Pero porque su actividad comienza cuando el sol se va”, detalla.

La comunicación puede parecer un inconveniente también al principio pero el traductor sirve para solucionar los problemas de comprensión de ambos, aunque aseguran que al ser el tercer año -el primero lo pasó con otra familia- “ya entiende bastantes palabras en español y con los niños se entiende bien”.

En su viaje al Sáhara, Laura también comprendió la diferencia de ritmos. “Aquí estoy acostumbrada a hacer mil cosas en el día y no parar, y allí tienen un ritmo muy lento”. La calor hace que todos sus horarios cambien y que la mayoría del tiempo estén en casa y sin hacer “nada”. “Están acostumbrados a no hacer cosas pero eso lo he entendido ahora que he ido allí”, explica Laura, quien ha comprobado que una de las actividades más típicas es “tomar el té y pasar tiempo con su familia”.

Una más en la familia

Laura agradece el viaje y el conocer a la familia de Taufa, que “ha estado pendiente de mi todo el rato”. Después de conocerla a través de videollamadas, que realizan cuando la niña está con ellos, Laura pudo conocer cara a cara a sus padres, sus hermanas, sus tíos...quienes -al igual que ella hace con la niña- “no han dejado que me faltara nada”.

La cordobesa cuenta asombrada anécdotas como, por ejemplo, cómo hacían pan en la misma arena. Y sobre todo, destaca que “lo que más” le ha impactado ha sido el ritmo de vida saharaui. “Su ritmo es muy lento, es ahora voy, ahora lo hago, ahora vamos a tomar el té, pero tranquilamente. Había veces que llamaba a Taufa, le preguntaba qué hacía y me decía que nada y ahora lo entiendo”, expone. Algo que en España podría parecer casi imposible para un niño de su edad, que acostumbran a estar siempre haciendo alguna actividad. Diferencias culturales que comenzaron siendo una dificultad y que han terminado uniendo a dos familias totalmente diferentes.

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