Los embalses apuran la campaña de riego con un tercio más de agua que hace un año
La gran parte de los embalses construidos en la cuenca del Guadalquivir se levantaron para regar. De hecho, la mayoría no se usa para abastecer a las ciudades y pueblos. Aunque también. Por eso, durante el verano, los pantanos de la cuenca del Guadalquivir han cumplido su principal misión: suministrar de agua a las miles de hectáreas regables de Andalucía.
Después de una histórica sequía, las lluvias de los dos últimos años han aliviado la sed de los pantanos de tamaño medio, pero no así los mayores, como La Breña II (construida única y exclusivamente para el regadío) o Iznájar (del que también beben unos 200.000 cordobeses). Este verano, han sido esos embalses de tamaño medio los que han ayudado a que no se sequen los naranjos y los limoneros del Valle del Guadalquivir, que el agua siga inundando las marismas y sus campos de arroz, que se mantenga una buena producción en el olivar de regadío o que haya habido buenas producciones hortofrutícolas. Eso es algo que estaba en riesgo tras una de las peores sequías que se recuerdan.
Esta semana, los agricultores con derechos a regadío ultiman la campaña. A finales de primavera, la Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir aprobó un riego extraordinario en verano de 1.200 hectómetros cúbicos. Desde entonces, de los embalses de la cuenca han salido 1.155 hectómetros, aunque una parte se ha perdido por la evaporación del agua en un verano de temperaturas extremas.
En Córdoba, por ejemplo, los embalses han bajado de los más de 2.000 hectómetros cúbicos de primavera a los 1.547 que retenían este pasado viernes. El descenso no llega ni a los 500 hectómetros cúbicos, en la provincia con más capacidad para retener agua de toda Andalucía.
El año pasado, en la misma época del año en la provincia de Córdoba se retenían 984 hectómetros cúbicos de agua. Es decir, un tercio menos que en la actualidad. Este dato indica que a diferencia de campañas anteriores, los embalses de la provincia afrontan el final del verano en una buena situación, alejando, al menos por una temporada más, el fantasma de la sequía. De hecho, aún hay margen en Córdoba para que los embalses suelten algo más de agua, unos 100 hectómetros cúbicos, aproximadamente, antes del final de la campaña extraordinaria de regadío.
Estrés hídrico
El tremendo calor de este verano ha hecho que muchas fincas hayan necesitado aportaciones extraordinarias para mantener cultivos y producciones. En algunos casos han sido riegos de supervivencia. Sin ellos, muchos árboles habrían muerto, como es el caso de los cítricos. En otros, como en el olivar, han contribuido a salvar una producción que se prevé que sea muy buena, al menos en el regadío. Los olivareros de secano se temen lo peor, después de un intenso calor que ha provocado un excesivo estrés hídrico en sus árboles.
En Córdoba, han funcionado todos los sistemas de regadío como se esperaba. El Guadalmellato ha ido alimentando a San Rafael de Navallana, que ya está por debajo de la mitad. No así el Guadalmellato, preparado para el otoño. En la cuenca del Guadiato, ha sido Puente Nuevo quien ha ayudado a que La Breña II desembalsara hacia el Guadalquivir. Puente Nuevo volvió a llenarse después de más de una década gracias a unas lluvias extraordinarias en la sierra.
No obstante, Iznájar sigue sufriendo. Actualmente, está al 23% de su capacidad. Su situación no es crítica, por su tamaño. Pero sí que preocupa que a pesar de las lluvias intensas no haya podido recuperar su mejor nivel.
Como cada año, las esperanzas están puestas en el arranque de un nuevo año agrícola y en que las lluvias vuelvan a ser abundantes. Solo con dos o tres campañas de lluvias intensas podrán llenarse los grandes embalses de la provincia.
0