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ENTREVISTA

Ana Romero, candidata cordobesa el 9J: “Plantear las europeas como un plebiscito contra Sánchez no es serio”

Ana Romero

Juan Velasco

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Cuesta que Ana Romero encuentre un hueco para charlar en mitad de su primera campaña a las Elecciones Europeas. Tanto que, cuando se puede, la charla tiene lugar con ella atravesando la provincia de Córdoba en coche. E interesa hablar con ella, ya que es la única política cordobesa con alguna opción de lograr un escaño en el Parlamento Europeo tras los comicios de este domingo. Para ello, no obstante, el PSOE tendría que ganar mucho más holgadamente de lo que le da cualquier encuesta y mejorar los 20 escaños actuales (ella va en el puesto 24).

Eso supondría para Romero tener que abandonar su actual puesto en el Parlamento Andaluz. Y no es que no esté bien asentada allí esta licenciada en Ingeniería Agrónoma por la Universidad de Córdoba, que fue alcaldesa de Montoro (2015-2022), y que, en su trayectoria política, ha ocupado también cargos en la Junta de Andalucía y en la Diputación de Córdoba.

Ahora, su aspiración inmediata pasa por integrarse en un grupo socialista europeo con el suficiente peso como para lograr políticas que beneficien a los andaluces, especialmente al sector agrario, y, de paso, frenar el crecimiento de la ultraderecha y el negacionismo que amenazan a las políticas europeas en un momento histórico crucial.

Es muy importante en estos momentos parar a la ultraderecha y a la derecha

PREGUNTA. Lo primero que me gustaría saber es cómo estás viviendo esta campaña, sobre todo ya en la fase final.

RESPUESTA. Bueno, pues al principio, cuando mi partido me propuso ir en las listas, lo primero fue una sorpresa. Pero ahora, ya inmersa en la campaña, lo vivo con muchísima ilusión, con muchas ganas, y creo que merece mucho la pena dar la batalla por el Parlamento Europeo, porque nos jugamos muchísimo en España, en Andalucía y en la provincia de Córdoba. Muchísimos fondos, muchísimas normativas y una manera diferente de valores que defendemos los socialistas y que creo que están en peligro con la derecha y con la ultraderecha.

P. ¿Dónde te cogió aquella llamada para entrar en la lista?

R. En Montoro.

P. ¿La esperabas?

R. No, en absoluto. Estoy en el Parlamento de Andalucía, donde llevo la portavocía de agricultura, ganadería, pesca, desarrollo rural y agua, y estoy feliz. Dejé la alcaldía de Montoro para irme al Parlamento, pero el sector agrario es mi pasión. Soy agrónoma de profesión, hija de agricultor y vivo en un pueblo agrícola y olivarero. Conozco la importancia del sector y las dificultades que están pasando los agricultores. Estoy muy bien en el Parlamento, luchando también contra la derecha andaluza, que creo que ha mostrado una inacción estos cinco años que llevan gobernando. No solo en sanidad y educación, sino también en agricultura. Creo que tenemos un potencial enorme que no están sabiendo explotar. Y espero poder llegar al Parlamento Europeo y conseguirlo a través normativa superior, que es la que determina qué hace el sector agrícola en España y en nuestra provincia.

P. ¿Habías tenido la oportunidad en tu carrera profesional y política de viajar a Bruselas y conocer un poco cómo funciona el Parlamento Europeo?

R. Sinceramente, muy poco. He estado más en política local y provincial. En alguna ocasión, cuando estuve en la Diputación provincial. Porque como alcaldesa, gestionas fondos FEDER, fondos de cohesión y de recuperación, y sabes la importancia y la transposición de la normativa que viene de Bruselas. Pero el funcionamiento en sí es algo por descubrir, como muchos de los que vamos por primera vez a una administración tan grande. Porque el Parlamento Europeo es el poder más grande del mundo, en cuanto a concentración de países y población. Es una administración muy interesante.

P. Supongo que, de hecho, tu principal objetivo será traducir todo esto que cuentas para que el ciudadano común entienda que estas elecciones no son accesorias y que lo que ocurre en Bruselas le afecta directamente.

R. Absolutamente. Me gustaría recalcar que el 60 % de la normativa que nos afecta son transposiciones de lo que se decide en Bruselas. En el día a día, en las mejoras de carreteras, hospitales, en las ayudas de los ERTE en la pandemia, la compra masiva y unificada de las vacunas. Y, por supuesto, las mejoras en viviendas sociales, infraestructuras, polideportivos, peatonalización, iluminación… Hasta los programas de Erasmus, que han permitido a estudiantes universitarios de bajos ingresos viajar por Europa. Todo eso es producto de normativas aprobadas en Europa. 

Y en agricultura, más de 47.000 millones de euros van a la Política Agraria Común (PAC), que determina las ayudas agroalimentarias. Estas ayudas pueden suponer entre un 20 y un 30 % de la rentabilidad del sector agrario y repercuten en la cesta de la compra, en la alimentación saludable y en la rentabilidad del sector. Y lo hemos visto en los momentos difíciles, como ha sido la sequía o con la guerra de Putin en Ucrania, que ha subido todos los costes del sector agrario y que eso, al final, repercute en la cesta de la compra.

Y luego, también hablamos de políticas de desarrollo rural, de despoblación en nuestros pueblos, de mejoras de caminos, de mejoras de cooperativas, de ayudas a la incorporación de jóvenes, a la modernización de las explotaciones…, es que cualquiera de las ayudas o subvenciones al final se determina en Bruselas y, por lo tanto, por eso es tan importante que el 9 de junio, aunque nos pille muy lejos, aunque parezca que no nos influye, aunque no conozcamos a los candidatos, que cada uno que vote por su ideología.

Me parece que está en entredicho nuestro modelo de desarrollo económico

P. ¿Son unos comicios ideológicos?

R. Yo creo que es muy importante en estos momentos parar a la ultraderecha y a la derecha. Y el único partido que lo puede hacer es el PSOE. Por dos cuestiones: Primero, porque tenemos un programa absolutamente amplio, absolutamente estudiado de lo que necesita nuestro país y de cómo queremos una Europa que nos ayude. Pero, por otra parte, porque ya hemos visto que la derecha ha dicho que puede pactar con ellos, que les parece que en Europa hay una ultraderecha buena.

P. ¿Por qué es tan importante parar a la ultraderecha?

R. Porque están en entredicho muchos de los valores europeos. Porque lo que toca es lograr una Europa mucho más fuerte, más abierta, más de comercio exterior. Y, sobre todo para los jóvenes y para las mujeres, creo que están en riesgo muchos de los valores y derechos logrados por el posicionamiento que la ultraderecha está planteando.

P. ¿Qué supondría la configuración de un grupo de ultraderecha fuerte dentro del Parlamento Europeo? 

R. Pues que se escuche ese discurso del odio, de la exclusión de las políticas de igualdad, de las políticas de solidaridad, de los derechos humanos… El que hablen, por ejemplo en el campo, de que los agricultores no necesitan subvenciones, de que estén en contra de las ayudas a la renta agraria o al subsidio agrario. Es decir, aquello que ha mantenido nuestros pueblos. A mí me parece que está en entredicho nuestro modelo de desarrollo económico. Por supuesto que todo es mejorable, pero no se puede decir que cerremos fronteras -que es uno de los discursos que se está planteando- ni para las personas ni para los productos. 

Nosotros somos un país exportador en productos agroalimentarios. Si nos cierran las fronteras en Italia y en Francia, ¿nuestros productos dónde van a ir? ¿Están defendiendo que detengan los camiones de fresa en la frontera francesa o que no vaya el aceite de oliva a Italia? Creo que hay que tener una mayor amplitud de miras, una visión mucho más moderna y ver realmente dónde tenemos nuestros intereses. Y lo que no queremos es que los derechos se conviertan ahora mismo en un negocio, como está pasando con la sanidad o va a pasar con la educación, sino que, al final, todos podamos trabajar en lo que nos gusta, que tengamos una rentabilidad, que tengamos un trabajo digno y con un sueldo digno y con unas empresas que puedan seguir sobreviviendo, sobre todo las más pequeñitas.

P. Otra clave importante tiene que ver con el medio ambiente, porque lo que ocurra en los próximos cinco años puede condicionar lo que pase en este planeta y en este continente en los próximos cincuenta años. ¿Qué supondría la entrada de negacionistas, que los hay y bastantes dentro de las listas, en el Parlamento Europeo?

R. Bueno, pues fíjate, ahora son negacionistas climáticos, pero anteriormente eran antivacunas. Al final son personas y grupos que van en contra del desarrollo y de la realidad. Es decir, yo creo que nadie puede negar que hay cambio climático, nadie puede negar que las temperaturas son mucho más altas, que llegan mucho antes que hace unos años, que duran mucho más tiempo, o que la lluvia no es como antes y que tenemos la sequía casi de manera estructural. Y lo que no podemos es negar la realidad. Y, por lo tanto, si podemos encontrar soluciones para ir amortiguando el cambio climático, creo que es de sentido común poder hacerlo todo dentro de una normativa, que va a propiciar también que se repartan unas ayudas para ello. Pero, sea como sea, sin negar la realidad. Porque, si se hace un mal análisis de la realidad, se va a llegar a una mala solución.

P. ¿Qué le parece que la campaña en España se esté planteando en clave nacional?

R. Creo que plantear las elecciones europeas como un plebiscito contra Sánchez es un error, sobre todo si se hace desde la mentira y el fango. Es una lástima que el PP no esté planteando cuál es el programa que quiere para Europa. Prefieren hablar de otras cuestiones. El programa electoral del Partido Popular creo que lo han presentado esta semana a varios diarios, a falta de tres días para las elecciones... En fin... Hay que tomar en serio al ciudadano, plantear qué quieren hacer y defender en Europa. Porque plantearlo como un plebiscito no es serio para el país ni para los ciudadanos. Estas son elecciones europeas y hay que hablar del programa europeo. Lo que pasa es que algunos están intentando tapar su falta de programa electoral y para eso necesitan hacer ruido y fango. Y creo que el ciudadano está ya muy cansado de tanto ruido, tanta mentira y tanto fango.

P. ¿Está usted palpando alguna clase de efecto de la imputación de Begoña Gómez?

R. No sé si es casualidad que, en plena campaña electoral, salgan estas cuestiones. No sé si es que se quiere influir sobre las elecciones, sobre el voto, o si nos puede pasar como pasó con el presidente de Portugal, que lo imputaron, dimitió y luego, al final, ha quedado en nada, pero, eso sí, ya hubo un cambio de Gobierno. Creo que es mucho ruido y que ese ruido parte de una política absolutamente equivocada del Partido Popular. Y cada uno que juzgue, si lo que quiere es escuchar esas cuestiones o quiere escuchar qué le ofrece el Partido Popular o qué le ofrece Vox. Y creo que se debería votar por lo que te ofrecen los distintos partidos, no por el ataque continuo sobre una cuestión que ahora mismo debería estar amparada por la presunción de inocencia.

P. ¿Cuál va a ser la primera medida que vas a plantear a tu grupo que afecte directamente a Córdoba, si llegas al Parlamento Europeo?

R. Voy a seguir planteando que la PAC sea flexible a la situación actual del campo, y que tengan en cuenta la sequía, los altos costes y a una cadena agroalimentaria en la que el agricultor a veces está teniendo pérdidas. Y también plantearé medidas que puedan ayudar a las familias con la inflación.

P. ¿Has estado mirando encuestas? ¿Te ves comprando billetes para Bruselas?

R. No he mirado ninguna encuesta. Creo que las encuestas predisponen mucho al voto. He estado trabajando, haciendo campaña, reuniéndome con cooperativas, visitando el campo y haciendo lo que creo que todos deberíamos estar haciendo. El 9 de junio, que sea lo que el ciudadano considere. Yo solo pido que vayan a votar, porque es muy importante. Evidentemente, pido el voto para el Partido Socialista, pero son unas elecciones muy importantes para España y los españoles tenemos que determinar qué modelo de Europa queremos.

Algunos están intentando tapar su falta de programa electoral y para eso necesitan hacer ruido y fango

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