Siete Revueltas, 1: el patio más antiguo del Concurso

Este palacio mudéjar, conocido como la 'Casa de las Campanas', data del siglo XIV y se presentó por primera vez en el certamen en 2014

La casa de la calle Siete Revueltas, 1 alberga historia, cultura, música y arte. Este edificio es un tradicional palacio mudéjar del siglo XIV que, gracias a su pequeño patio interior, forma parte del Concurso desde 2014. Ya en el siglo XV se tiene la certeza de que esta casa estuvo habitada por africanos. Es en este momento cuando se instala en el palacio una fundición de campanas, de ahí el nombre por el que se le conoce hoy: la Casa de las Campanas.

Desde el siglo XIX, este palacio se convirtió en la casa señorial de uno de los mayorazgos del Duque de Alba y en 1860 acabó en manos de Rafael Gómez Jurado. Ya en 1868, el edificio fue comprado por el arquitecto Amadeo Rodríguez e instaló en él un molino harinero en 1897. En ese momento, el palacio pasó a ser la Casa del Molino. Rodríguez emprendió una de las reformas más importantes de esta casa: la división de sus estancias para albergar al mayor número posible de familias.

Sin embargo, los estragos de la Guerra Civil española y el progresivo abandono de la casa, obligó a la asociación Amigos de los Patios a hacerse cargo de este edificio. Genaro Casas, perteneciente a la organización, cuenta el porqué de la compra de la casa: “Desde la organización veíamos que, como no nos hiciéramos cargo de ella, desaparecería, al igual que ha pasado con muchas. Cuando llegamos, la casa estaba en ruinas y hemos hecho pequeñas obras”.

Este palacio cuenta con dos patios, de los cuales el primero destaca por sus dimensiones. Además, es el que más transformaciones ha sufrido, ya que es donde se localizaban las fábricas de harina y fundición. Las reformas han permitido a la asociación ofrecer este patio como escenario para multitud de actos, buena parte de ellos relacionados con el flamenco. Precisamente, este recinto alberga espectáculos de copla y baile durante la primera semana de mayo. Una prueba de su majestuosidad es su declaración, en 1982, como Monumento Histórico-Artístico.

Tras cruzar un pórtico de yeserías, precedidos de arcos de la época nazarí, se accede al pequeño patio que forma parte del Concurso desde hace tres años. Casas explica que “este edificio siempre ha estado abierto al público por las actividades que se realizan aquí, pero fue en 2014 cuando empezó a participar en el Concurso”. Y es que, la normativa anterior impedía la participación a los patios que estuvieran bajo la propiedad de una asociación.

Este pequeño patio de dos plantas, al igual que todo el edificio, presenta sus paredes blancas decoradas con puertas y ventanas azules. Las macetas rojas aportan el contraste de color, acompañadas de begonias, jazmines amarillos, gitanillas o pendientes de la reina. Actualmente, el edificio está ocupado por familias y también es la sede del taller del orfebre Emilio León.