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El Señor de las Penas abre la Cuaresma

Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús de las Penas | ÁLEX GALLEGOS

Redacción Cordópolis

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Nuestro Padre Jesús de las Penas abrió este Miércoles de Ceniza el tiempo litúrgico de Cuaresma al presidir el tradicional Vía Crucis que con la sagrada imagen reza la hermandad de la Esperanza por las calles de los barrios de San Andrés y de Santa Marina, parroquia en la que nació la cofradía y hasta cuyas inmediaciones se acerca año tras año con su titular. Con anterioridad al Vía Crucis los hermanos de la Esperanza asistieron a la misa de imposición de la ceniza en la parroquia de San Andrés que fue celebrada por el párroco Pablo Calvo.

A las 20.45 horas se alzaba la antigua cruz de guía de la Esperanza para comenzar a andar escoltada por dos faroles y seguida de un nutrido cortejo formado por unas treinta parejas de hermanos con cirio que alumbraban el camino del Señor. Al final de la hilera de luz iba Él sobre parihuelas llevado por sus hermanos costaleros y alumbrado por cuatro codales. El exorno floral combinó el morado de los iris y statice y el blanco de los alhelíes en un friso que rodeaba la “alfombra” de romero que iba a los pies de la imagen de Cristo.

A las puertas de la iglesia de San Andrés esperaba numeroso público que guardaba un respetuoso silencio al salir el Señor, lo que realzaba la sobriedad que la Esperanza imprime a este acto de culto, ya afianzado en el inicio de la Cuaresma como demostró la gran cantidad de personas que esperaba en las calles y plazas el paso de Jesús de las Penas, en todo momento muy acompañado.

Tras salir, el cortejo discurrió por Hermanos López Diéguez, Pedro Fernández y Conde de Arenales. Fueron las primeras calles que lo vieron pasar camino de Santa Marina. Al paso de la hermandad salían a puertas y balcones algunos vecinos que la escuchaban llegar precedida por tambores roncos de la Banda de Música María Santísima de la Esperanza.

Músicos de esta formación eran también los que acompañaban el caminar solemne del Señor de las Penas vestido con túnica morada lisa. Lo antecedían formando un quinteto compuesto por flauta, oboe, clarinete, fagot y trombón. Fueron ellos los encargados de ofrendar al titular de su hermandad música de capilla y así tocaron las piezas Jesús de las Penas o Penas, de Diego León y Alfonso Lozano, respectivamente, ambos componentes de la banda de la Esperanza. A lo largo del recorrido sonaron también Saetas del Silencio, Jesús del Calvario, Jesús del Perdón, Jesús de la Sangre o Plegaria al Cristo de la Caridad.

Avanzaba la noche y lo hacía el cortejo por Juan Rufo, la empedrada Imágenes, Isabel Losa, Puerta del Rincón y la plaza del Conde de Priego. En la plaza de Santa Marina esperaban las puertas de la parroquia abiertas y ante la iglesia en la que se bendijo el Señor de las Penas en 1954 quiso la cofradía rezar una de las catorce estaciones del Vía Crucis. Luego siguió por Zarco, Rejas de Don Gome, Parras y Manchado para entrar al Realejo.

Eran las once menos diez de la noche cuando la cruz de guía llegaba de vuelta a San Andrés y la Virgen de la Esperanza esperaba vestida de hebrea a su Hijo con las rejas de su capilla abiertas. Un cuarto de hora más tarde terminaba el rezo del Vía Crucis con el Señor mirando al Sagrario y se cerraba un Miércoles de Ceniza más para la hermandad de la Esperanza y los cofrades de Córdoba que comienzan ahora el tiempo para ellos más intenso del año y que culminará en una nueva Semana Santa.

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