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“Satur, no te metas en la zanja. No sabes el peligro que tiene eso”

FOTO: MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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El capataz de la obra de Palomares, que no está acusado, cuenta ante el tribunal que exigió al constructor que parara los trabajos

“Satur, no te metas ahí [en la zanja]. No sabes el peligro que tiene eso”. El capataz de la obra de la calle Palomares ha relatado esta mañana ante el tribunal que estaba hablando con un albañil y pidiéndole que no entrara en la zanja que estaban construyendo cuando “en ese momento aquello se vino abajo”. Aquello era una vivienda en la que dormía una familia. Media casa se vino abajo, sepultando y matando a un matrimonio. Sus dos hijos sobrevivieron y esta mañana han escuchado la segunda sesión del juicio por el derrumbe de Palomares en el que hay seis personas acusadas. El capataz, que llegó a estar imputado durante la instrucción del caso, no está acusado y ha asistido esta mañana al juicio como testigo de los hechos.

El capataz ha defendido que la tarde anterior al fatal derrumbe estaban acabando la construcción de una zanja más grande de la cuenta. “Yo aquello no lo veía correcto”, ha dicho. La zanja tenía tres metros de profundidad y era de una longitud superior a los bataches que se habían construido con anterioridad. Los arquitectos recomiendan construir zanjas y reforzarlas con bataches de unos dos metros y medio de longitud para garantizar que no se van a venir abajo. De hecho, la Ley así lo contempla. La zanja de la calle Palomares lindante con la casa que se cayó era “algo más del doble de larga que el resto de los bataches” que ya se habían construido, declaró el capataz.

Por eso, hubo un momento en el que el obrero ordenó parar la máquina retroexcavadora que estaba sacando la tierra, según ha dicho. “En ese momento, Antonio [G. C., el contratista y principal acusado, sobre el que pesa una petición de condena de siete años y medio de prisión] atravesó corriendo el solar con su coche, preguntando que porqué estaban las máquinas y los camiones parados”. “Poco menos que nos dijo que no teníamos ni puta idea de lo que estábamos haciendo”, agregó el capataz, a preguntas del fiscal.

En ese momento se produjo una discusión entre ambos, que Antonio G. C. negó en su declaración de ayer. La arqueóloga que trabajaba en el solar ha ratificado hoy haber escuchado esa discusión. Según el capataz, a las 18.00 él se marchó a casa y no regresó a la obra hasta las 08.00 del día siguiente. Entonces, tanto él como otro obrero tenían que entrar dentro de la zanja a retirar escombros. Él se negó y le recomendó a su compañero que no lo hiciera, según su testimonio. La máquina retroexcavadora arrancó el motor, comenzó a andar y en ese momento la casa se vino abajo, según su testimonio. “Desde entonces, he estado tres meses en estado de shock”, dijo.

Esta mañana también ha declarado el gruísta que manejaba la retroexcavadora cuando se produjo el derrumbe. J. D. S. se enfrenta a dos años y seis meses de prisión por un doble delito de homicidio por imprudencia. El gruísta ha defendido en todo momento que cumplía las órdenes que le dictaba el capataz y que éste a su vez las recibía de Antonio G. C. Además, ha insistido en que cuando llegó al lugar le ordenaron excavar una zanja “desde el patache hasta la esquina”. Es decir, más del doble de grande que los anteriores bataches. El gruísta admitió que la zona no se aseguró con puntales y dijo desconocer si el capataz y el contratista de la obra llegaron a discutir sobre el desarrollo de los trabajos. Aparte, declaró que el trabajo que desarrolló y vio era “normal” y que nunca pensó que pudiera pasar lo que al final pasó.

También ha declarado como acusado el aparejador de la obra, sobre el que pesa una acusación de cuatro años y medio de cárcel. Este técnico ha asegurado que la obra no contaba con un plan de seguridad en regla y que su redacción y tramitación era responsabilidad de la constructora. También ha negado que la zanja se quedara limpia y asegurada, como por ejemplo con una capa de hormigón, para el día siguiente. Aparte, ha asegurado que fueron los arqueólogos los que propusieron seguir con la construcción de la zanja “hasta la linde del muro”.

El juicio por el derrumbe de Palomares continuará mañana con nuevos testigos (obreros y vecinos, entre otros) hasta sumar un total de 12 testificales. Para la próxima jornada está prevista la exposición de pruebas periciales. En principio, la vista se va a desarrollar hasta el próximo viernes, aunque ya acumula un pequeño retraso en sus primeras dos jornadas.

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