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Sequía y fauna
La sequía que amenaza a la fauna propia del embalse de Sierra Boyera

La sequía en el embalse de Sierra Boyera afecta a la fauna | AGUSTÍN CAMACHO

Carmen Reina

12 de marzo de 2023 06:00 h

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La gran sequía que sufre el embalse de Sierra Boyera no solo supone un problema para el consumo humano de agua en la zona, sino que también amenaza gravemente a la fauna que vive en este entorno. 

Por un lado, durante periodos como el actual en el que “baja demasiado el nivel del agua, todos los animales acuáticos están perdiendo un enorme volumen de hábitat para vivir”, expone a Cordópolis el biólogo Agustín Camacho, miembro de la Sociedad de Historia Natural en Córdoba, que ha visitado esta misma semana el embalse de Sierra Boyera. “Todas las especies acuáticas que no tengan medios de resistir la desecación, no podrán persistir o verán su abundancia muy reducida”, asegura.

En las charcas que se forman por la sequía en el embalse “se reconcentra todo. Hay muchos individuos de estas especies en poco espacio, aumenta el amonio -que es un veneno- y disminuye el oxígeno. Se desatan todos los males”, apunta gráficamente. 

Almejas de agua dulce y crustáceos

“Solos las especies que toleran esas condiciones, a veces por tener larvas o huevos que aguantan la desecación”, pueden mantenerse con vida. Este no es el caso de las náyades o almejas de agua dulce, algunas de las cuales pueden considerarse vulnerables en Córdoba (el mejillón de río Unio tumidiformis, o el caracol Melanopsis praemorsa). Algunos pequeños crustáceos, como triops o camarones duende, pueden resistir la sequía, aunque en general, “estos proliferan cuando no hay peces en los cuerpos de agua”.

De ese modo, Camacho advierte que va a cambiar la composición de la comunidad de especies que habitaba el embalse, y otros embalses en esta situación, debido a la sequía. En este momento, apunta, hay “poquísima información públicamente accesible” sobre la fauna de los embalses de la región, que podría ayudar a tomar decisiones de gestión. “Esperemos que la Consejería de Medio Ambiente, apoyada por el trabajo de biólogos como Fernando Díaz (otro miembro de SOCOHINA especialista en medios acuáticos que indicó la importancia de las especies de moluscos citadas), o expertos en peces como el doctor Carlos Fernández de la Universidad de Córdoba, puedan cambiar esta situación, de modo a apoyar una gestión que asegure el futuro de las especies acuáticas”.

Por otro lado, las visibles grietas que se abren en el terreno desecado por la falta de lluvia “pueden transformarse en verdaderas trampas mortales para anfibios y reptiles”, ya que “al rehumedecerse cuando el embalse recupere agua, el terreno se vuelve a expandir y atrapa a animales que se refugian en ellas”.

Consecuencias negativas del olivar en la pendiente del embalse

Agustín Camacho también ha comprobado sobre el terreno la existencia del cultivo de olivar en la pendiente que limita con el embalse de Sierra Boyera y advierte de sus consecuencias para el terreno, la fauna y la flora.

“La invasión del cultivo del olivo en zonas agrestes de la sierra provoca la eliminación de toda una capa protectora del terreno de hojarasca, arbustos, piedras, que son refugio esencial para una multitud de ”especies chiquitas“ de animales y vegetales, todas las que necesitan cierta humedad para sobrevivir”, explica.

“Algunos de ellos son muy singulares, pero muy poco conocidos. Por ejemplo, la presencia de algunos robles, típicos de zonas más húmedas, indica que sierra boyera puede albergar poblaciones de especies particularmente vulnerables a cambios en el clima y la vegetación”.

Sedimentos y menos oxígeno

Además, el biólogo recuerda que el arado de la tierra en pendiente, sin cubierta vegetal, provoca que con lluvias fuertes, “ese agua inmediatamente rebose y se va hacia abajo, al embalse, llevándose todos los sedimentos y evaporándose rápidamente. Vas empeorando las condiciones de vida en las laderas y en el embalse, aumentan los sedimentos, se reduce el oxígeno y te cargas las especies más vulnerables”.

Una alternativa que Camacho propone para asegurar la humedad del terreno colindante al embalse y la supervivencia de distintas especies, es el uso de piedras de la zona. “Unos muros bajos perpendiculares a la ladera, hechos de piedras algo insertadas en el suelo, serían ya capaces de ayudar a la infiltración y retención del agua y nutrientes. Esto se hacía antiguamente, como podemos ver aún en el arroyo Guadalbarbo, cerca de Alcolea, pero se han cambiado por cercas cinegéticas”.

Sostiene que se trata de “una solución relativamente fácil que usa materiales locales” para mantener los refugios, la humedad y los nutrientes para los animales y plantas de la dehesa y los olivares de sierra.

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