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El criptopórtico del palacio imperial de Córdoba sobre el que se construyó la estación lleva 30 años olvidado junto al río

El yacimiento, en su esplendor, el 20 de mayo de 1992

Alfonso Alba

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El palacio imperial descubierto durante las obras de la estación del AVE en Córdoba no se destruyó en su totalidad. La mitad del yacimiento sigue intacto y por excavar, y en la mitad excavada a toda velocidad a principios de los años noventa se extrajo todo lo que se pudo. Un ejemplo: en el Vial Norte ante el edificio de la RTVA hay una gigantesca piscina que formó parte del palacio imperial original. Se extrajo del yacimiento con la intención de volver a instalarla en otro lugar de la ciudad a modo de ornamento. Lo mismo se hizo con el gigantesco pórtico del palacio imperial, la construcción más singular que se encontró. La Junta de Andalucía ordenó un traslado que costó 100 millones de pesetas de 1992 para volver a montar el criptopórtico en otro lugar de la ciudad. El traslado fue una gigantesca operación que concluyó... en el olvido.

El famoso criptopórtico no se trasladó al completo, pero sí en su mayor parte. De hecho, bajo los jaramagos que hoy crecen en los alrededores de la estación del AVE de Córdoba sigue habiendo una parte intacta, de unas dimensiones colosales para un edificio de la época tardorromana. Si el yacimiento vuelve a ser visitable (ahora está en manos del Ayuntamiento después de que la Junta de Andalucía renunciara a su gestión hace cinco años) los turistas podrán caminar por el interior del criptopórtico y hacerse una idea de la majestuosidad del edificio. En el vídeo adjunto puede verse lo que quedó de criptopórtico. Pero, ¿y el resto?

A día de hoy, el famoso criptopórtico de lo que la casi unanimidad de arqueólogos cree que fue el palacio imperial de Maximiano, emperador de la Roma Occidental, miembro de la primera tetrarquía, está junto al río Guadalquivir. El gobierno andaluz lo trasladó al conocido como vacie de Casillas. El proceso de traslado no fue fácil, al contrario. Se usaron sierras especiales para dividir los enormes bloques de cemento del criptopórtico. Esos bloques fueron transportados por camiones especiales y de grandes dimensiones hasta Casillas, justo enfrente de unas instalaciones donde Sadeco acopiaba los contenedores de basura. Y allí siguen, 40 metros de longitud por cuatro de ancho de un edificio principal en el palacio imperial de Cercadilla, que era el que presidía el enorme patio y el que articulaba el acceso a todos los edificios.

El plan inicial de la Junta de Andalucía era volver a colocar el criptopórtico una vez construida la estación. De hecho, se planteó hacerlo en la zona de los andenes, en un megaproyecto que ni se llegó a presupuestar, pero que fuentes cercanas a la operación cifraban en un coste similar al de la propia estación. Además, el plan no gustó a Renfe, ya que la reinstalación del criptopórtico en la zona de los andenes iba a complicar mucho la movilidad de los pasajeros de la estación. Una vez abandonada esta idea, el criptopórtico, hecho un puzzle, quedó olvidado en el vacie de Casillas.

Cuando se construyó el Puente de Ibn Firnás, a principios del siglo XXI, los restos del criptopórtico volvieron a emerger. Aunque no exactamente. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir le pidió a la Consejería de Cultura que aprovechara la obra de este puente por la zona de Casillas y que los cambiara de sitio. En la zona también estaban los restos de la piscina romana que se encontraron en la excavación de los años noventa. Esa piscina sí que se movió de allí y se instaló en el Vial Norte. Pero el criptopórtico no. Allí sigue reenterrado para evitar su deterioro, pero en una zona inundable.

De hecho, consta que parte de los restos se anegaron durante la riada del Guadalquivir del año 2010, cuando el río entró en numerosas parcelaciones de la ciudad de Córdoba donde hubo que desalojar a miles de vecinos. Cuando el agua se retiró, el criptopórtico aún seguía allí. Y ahí se ha quedado, según ha podido comprobar este periódico y han confirmado diferentes fuentes.

La última vez que se reclamó un plan para recuperarlo fue en el año 2001. Entonces lo hizo el arqueólogo Pedro Marfil a través de una tribuna y un extenso reportaje en Diario Córdoba, donde echaba de menos el cumplimiento de las promesas de la Consejería de entonces.

Ahora se acaban de cumplir 30 años desde la excavación del yacimiento. En tres décadas, apenas se ha vuelto a investigar en Cercadilla (aún queda por excavar, por ejemplo, la zona cristiana, donde está la iglesia de San Acisclo, previa a la llegada de los musulmanes a Córdoba) y el centro de interpretación lleva casi otra década cerrado. El Ayuntamiento estudia ahora cómo retomar la interpretación, excavación y explotación turística de un edificio único en el mundo, no exento de polémica.

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